jueves, 6 de marzo de 2008

Conclusión de la CG35

El P. Mark Rotsaert, cuyo cargo como Secretario General de la Congregación había terminado pocas horas antes, estaba de pié delante de todos los delegados concelebrantes de la eucaristía que marcó el final de la Congregación General 35 de la Compañía de Jesús.

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Quería decir unas palabras de agradecimiento al Padre General Adolfo Nicolás, quien horas antes había ya agradecido incansablemente a todos los demás. Rotsaert comentó que el P. Nicolás fue probablemente el único sorprendido el día de su elección, ya que todos los demás delegados estaban seguros de que era el Espíritu Santo quien guiaba el proceso de elección.

“Hoy, dos meses más tarde”, dijo Rotsaert, “estamos confirmados en el acierto, hemos elegido bien, hemos escuchado bien al Espíritu.” A pesar de que el Padre Nicolás no habló mucho durante la segunda parte de la Congregación, “ha marcado el tono caluroso, cercano, de afecto, que ha guiado el frecuentemente difícil proceso de escribir decretos de temas tan amplios y difíciles.”


En una lluviosa tarde, la eucaristía tuvo lugar a las 6.00 pm. A diferencia de la misa de apertura o de acción de gracias tras la elección, en esta ocasión no hubo multitud de periodistas deseosos de obtener fotos del nuevo Superior General de los jesuitas. Lo que sí hubo fueron muchísimos amigos y amigas de la Compañía, así como jesuitas de las casas de Roma, que llenaron la Iglesia del Gesú en una misa que resultó a la vez sencilla y solemne. Una vez más, el P. Vlastimil Duka dirigió un coro que llenó magistralmente la iglesia, terminando con un Te Deum mientras los consejeros del Padre General añadían incienso un brasero situado en el altar mayor. Cansados tras dos meses de intenso trabajo, pero satisfechos por el camino realizado, los delegados se han dado hoy el signo de paz cargado de afecto, entre compañeros y amigos que han rezado, discutido, escrito, debatido, y vivido una honda experiencia de Compañía y de Iglesia.


Finalmente, tras dos meses con la atención puesta en Roma, la Compañía vuelve a su ritmo ordinario. Tras la eucaristía los primeros delegados emprendían ya los viajes de vuelta, que en los próximos días llevarán a los más de 200 jesuitas movilizados por la Congregación a todos los rincones del mundo.

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