jueves, 15 de enero de 2009

LUÍS VARIARA (1875-1923)

VARIARA Beatificado el 14 de abril 2002

Primeros años marcados por Don Bosco

Luis Variara nació en Viarigi en la provincia de Asti el 15 de enero de 1875 en una familia profundamente cristiana. Su padre Pedro había escuchado a Don Bosco en 1856 cuando éste fue al pueblo a predicar una misión. Decidió llevar a Luis a Valdocco para continuar allí sus estudios. El Santo murió cuatro meses después. Pero lo que Luis aprendió de él fue suficiente para dejar en él una marca para toda la vida. Cuando finalizó sus estudios secundarios, solicitó ser Salesiano. Entró al noviciado el 17 de agosto de 1891..

El Salesiano

Variara hizo sus estudios de filosofía en Valsalice, donde conoció a Andrés Beltrami. Se quedó impresionado por la alegría con que Beltrami enfrentó los sufrimientos de su enfermedad. En 1894 el Padre Unia -el famoso misionero de los leprosos en Agua de Dios- fue a Valsalice a elegir un clérigo que pudiera encargarse de los jóvenes leprosos.

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El misionero – Agua de Dios

Fijando su vista en Variara, entre los otros 188 que tenían la misma intención, él dijo: “Este es mío”. Luis llegó a Agua de Dios el 6 de agosto de 1894. La misión contaba con 2000 personas, de las cuales 800 eran leprosos.

Sacerdote entre leprosos

No bien llegó, se convirtió en la vida y alma de los que allí vivían, especialmente los niños. Organizó una banda, y alegró la vida de la gente con fiestas sorpresivas. En 1895, el Padre Unia murió y Luis quedó solo con el Padre Crippa. En 1898 fue ordenado sacerdote. Se convirtió en un excelente director espiritual.

El inicio de un Instituto Religioso

En 1905 terminó de construir el Jardín de Infantes “Padre Unia”, un lugar donde se podían albergar hasta 150 huérfanos y leprosos, y garantizarles que pudieran aprender algo con lo que ganarse la vida y ayudarlos en el futuro a insertarse en la sociedad. En Agua de Dios las Hermanas de la Providencia habían creado la Asociación de Hijas de María, un grupo de unas 200 niñas. Él era su confesor. Identificó a algunas en el grupo que estaban llamadas a la vida religiosa.

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Hijas del Sagrado Corazón…

Así nació un valiente proyecto –algo único en la Iglesia- un Instituto al que se le permitiera aceptar el ingreso de aquéllos que tuvieran lepra. Inspirado por la espiritualidad del Padre Beltrami, desarrolló el carisma Salesiano de sacrificio y fundó la Congregación de “Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María”, que hoy cuenta con 600 mujeres religiosas.

Un hombre de obediencia total

Sufrió mucho en el momento de la fundación por la falta de comprensión de la gente y de algunos superiores quienes muchas veces pensaron que él debía ser removido de Agua de Dios. Como Don Bosco, fue un ejemplo de obediencia. Aún enfrentado a la calumnia no dijo nada. Era creíble porque era obediente. Don Rua lo animaba desde Turín.

Muerte – Lejos de Agua de Dios, pero cerca de Dios

Murió lejos de sus queridos leprosos, por imperio de la obediencia. Ahora descansa en Agua de Dios, en la capilla donde se encuentran las Hermanas. Juan Pablo II lo beatificó el 14 de abril de 2002.

Declarado Venerable el 2 de abril de 1993 y beatificado el 14 de abril de 2002 por Juan Pablo II

El Papa explica que quien está en Cristo “no tiene miedo de nada ni nadie”

El cristiano "no tiene miedo de nada ni nadie", pues Cristo, cabeza de la Iglesia, es el Señor del cosmos, aseguró Benedicto XVI este miércoles durante la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI.

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Continuando con el ciclo sobre san Pablo, en el bimilenario de su nacimiento, el Papa explicó un aspecto de la doctrina paulina contenido en las cartas a los Colosenses y a los Efesios -dos cartas "casi gemelas", explicó- que es la consideración de Cristo como "cabeza" de la Iglesia y de todo el cosmos, y las implicaciones que esto tiene para la vida de los cristianos.

Este "señorío de Cristo" sobre "las potencias celestes y el cosmos entero" constituye "un mensaje altamente positivo y fecundo" para el hombre pagano de ayer y de hoy, explicó a los más de cuatro mil peregrinos que participaron en el encuentro.

"Para el mundo pagano, que creía en un mundo lleno de espíritus, en gran parte peligrosos y contra los cuales había que defenderse, aparecía como una verdadera liberación el anuncio de que Cristo era el único vencedor y de que quien estaba con Cristo no tenía que temer a nadie".

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El Papa añadió que "lo mismo vale también para el paganismo de hoy, porque también los actuales seguidores de estas ideologías ven el mundo lleno de poderes peligrosos. A estos es necesario anunciar que Cristo es el vencedor, así que quien está con Cristo, quien permanece unido a Él no debe temer a nada ni a nadie".

Esto es importante también para los cristianos, añadió: "debemos aprender a afrontar todos los miedos, porque Él está por encima de toda dominación, es el verdadero Señor del mundo".

Cristo, explicó el Papa, "no tiene que temer a ningún eventual competidor, porque es superior a cualquier forma de poder que intentase humillar al hombre. Por eso, si estamos unidos a Cristo, no debemos temer a ningún enemigo y a ninguna adversidad; ¡pero esto significa también que debemos permanecer bien unidos a Él, sin soltar la presa!".

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Esto tiene otra implicación importante, señaló, y es que el cosmos "tiene sentido": "no existe, por una parte, el gran mundo material y por otra esta pequeña realidad de la historia de nuestra tierra, el mundo de las personas: todo es uno en Cristo".

Esta visión no sólo es "racional", sino que es incluso "la más universalista": "la Iglesia reconoce que, en cualquier modo, Cristo es más grande que ella, dado que su señorío se extiende también más allá de sus fronteras".

"Esto significa que debemos considerar positivamente las realidades terrenas, porque Cristo las recapitula en sí, y al mismo tiempo, debemos vivir en plenitud nuestra identidad específica eclesial, que es la más homogénea a la identidad del propio Cristo", añadió el Papa.

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De esta conciencia viene a los cristianos "la fuerza de actuar de modo recto" tanto de cara a los demás como hacia la Creación, explicó.

"Estas dos Cartas son una gran catequesis, de la que podemos aprender no sólo cómo ser buenos cristianos, sino también cómo llegar a ser realmente hombres. Si empezamos a entender que el cosmos es la huella de Cristo, aprendemos nuestra relación recta con el cosmos, con todos los problemas de su conservación".

Así también "aprendemos a verlos con la razón, pero con una razón movida por el amor, y con la humildad y el respeto que permiten actuar de forma correcta. , añadió.

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Por otro lado, "si pensamos que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, que Cristo se ha dado a sí mismo por ella, aprendemos cómo vivir con Cristo el amor recíproco, el amor que nos une a Dios y que nos hace ver al otro como imagen de Cristo, como Cristo mismo".

Ante este "misterio de Cristo", afirmó el Papa, "las meras categorías intelectuales resultan insuficientes".

"Reconociendo que muchas cosas están más allá de nuestras capacidades racionales, debemos confiar en la contemplación humilde y gozosa no sólo de la mente sino también del corazón. Los Padres de la Iglesia, por otro lado, nos dicen que el amor comprende mucho más que la sola razón", concluyó.