jueves, 9 de octubre de 2008

El Papa reza para que causa de beatificación de Pío XII prosiga positivamente

Al celebrar esta mañana en la Basílica de San Pedro una Misa por el 50 aniversario del fallecimiento de Pío XII, ocurrida el 9 de octubre de 1958, el Papa Benedicto XVI expresó su deseo para que este Pontífice, que salvó de la muerte a miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial y estableció las bases teológicas para el Concilio Vaticano II, sea prontamente beatificado.

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"Mientras rezamos para que prosiga positivamente la causa de beatificación del Siervo de Dios Pío XII es hermoso recordar que la santidad fue su ideal, un ideal que no dejó de proponer a todos", dijo el Papa en la Eucaristía concelebrada por los obispos que participan del Sínodo en el Vaticano.

Refiriéndose al tiempo en el que el Papa Pacelli fue Nuncio Apostólico en Alemania hasta 1929, Benedicto XVI recordó que allí Pío XII "dejó tras de sí un grato recuerdo, sobre todo por haber colaborado con Benedicto XV en el intento de parar 'la masacre inútil' de la I Guerra Mundial y por percatarse desde sus orígenes del peligro de la monstruosa ideología nacionalsocialista, con su perniciosa raíz antisemita y anticatólica".

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Seguidamente el Santo Padre señaló que Pío XII había sido "creado Cardenal en 1929, poco después pasó a ser Secretario de Estado y durante nueve años fue colaborador fiel de Pío XI en una época caracterizada por los totalitarismos: fascista, nazi y comunista soviético, condenados respectivamente en las encíclicas Non abbiamo bisogno, Mit Brennender Sorge y Divini Redemptoris".

Tras precisar que en los años más difíciles de su pontificado durante la Segunda Guerra Mundial, Pío XII siempre se aferró a Cristo, Benedicto XVI explicó que "esta certeza acompañó a Pío XII en su ministerio de Sucesor de Pedro, iniciado cuando se cernían sobre Europa y el resto del mundo las nubes amenazadoras de un nuevo conflicto mundial que intentó evitar con todos los medios: 'Inminente es el peligro, pero todavía queda tiempo. Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra', gritó en el mensaje transmitido por radio el 24 de agosto de 1939".

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"La guerra evidenció el amor que nutría por su 'amada Roma', atestiguado por la intensa obra de caridad que promovió en defensa de los perseguidos, sin distinción alguna de religión, de etnia, de nacionalidad o de pertenencia política. ¿Cómo olvidar el mensaje de radio transmitido en la Navidad de 1942? Con voz rota por la conmoción deploró la situación de 'cientos de miles de personas que, sin culpa alguna, a veces solo por razones de nacionalidad o de estirpe, están destinadas a la muerte o a una depauperación progresiva', con una clara alusión a la deportación y al exterminio perpetrado contra los judíos", relató el Santo Padre.

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El Pontífice subrayó luego como Pío XII "actuó a menudo en secreto y en silencio precisamente porque a la luz de las situaciones concretas de ese momento histórico tan complejo, intuía que solo de esa forma podía evitar lo peor y salvar el mayor número posible de judíos".

Enseñanza teológica

Benedicto XVI se refirió luego a la trascendental importancia y actualidad de la enseñanza teológica de Pío XII resumida en sus 43 encíclicas, que hicieron que el Papa Pablo VI lo considerara "un precursor del Concilio Vaticano II".

El Pontífice recordó la encíclica Mystici Corporis y la Divino afflante Spiritu, "que establecía las normas doctrinales para el estudio de la Sagrada Escritura, poniendo de relieve su importancia y su papel en la vida cristiana. Se trata de un documento que testimonia una gran apertura a la investigación científica sobre  los textos bíblicos".

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También se refirió a la encíclica Mediator Dei, dedicada a la liturgia, con la que "el Siervo de Dios dio un impulso al movimiento litúrgico, insistiendo en el 'elemento esencial del culto', que 'debe ser el interno: es necesario vivir siempre en Cristo, dedicarse todo a Él, para que en Él, con Él y por Él se dé gloria al Padre".

Tras resaltar "el impulso notable que este pontífice imprimió en la actividad misionera de la Iglesia con las encíclicas Evangelii praecones y Fidei donum", el Papa remarcó que "una de sus constantes preocupaciones pastorales fue la promoción del papel de los laicos, para que la comunidad eclesial pudiese usar todas las energías y recursos disponibles. También por este motivo, la Iglesia y el mundo tienen que agradecérselo".

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Finalmente Benedicto XVI recordó que en 1950 Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen.

"En este mundo nuestro, que como entonces está asediado por preocupaciones y angustias por su futuro, en este mundo, donde quizá más que antes, el alejamiento de muchos de la verdad y de la virtud deja entrever escenarios sin esperanza, Pío XII nos invita a dirigir la mirada a María asunta en la gloria celestial", concluyó.

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Al finalizar la Eucaristía, Benedicto XVI se dirigió a las grutas vaticanas para rezar ante la tumba del Papa Pacelli.

Obispos abordan desafío de la "fe mediocre" durante el Sínodo

El tema de las Sagradas Escrituras como un antídoto a la fe mediocre y al secularismo que desafía a los cristianos fue abordado por varios obispos participantes este miércoles por la tarde del martes durante la cuarta Congregación General del Sínodo de los Obispos, bajo la presidencia del Cardenal George Pell, Arzobispo de Sydney (Australia).

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Mons. Maurice Piat de Port Louis, en las Islas Mauricio, señaló que "la crisis de la transmisión de la fe en las sociedades de la cristiandad se explica en gran parte con el hecho de que en estas sociedades, la Iglesia que goza de una relativa seguridad, tiende a considerar la fe como descontada, a privilegiar la enseñanza de la doctrina y a relegar la Palabra de Dios en el proceso de transmisión".

"Si no se apoya sobre la roca de la Palabra –agregó-, el edificio doctrinal y moral se vuelve una casa construida sobre la arena y resiste con dificultad al tsunami de la moderna cultura digital".  "De ahí la urgencia de encontrar el lugar de la Palabra de Dios como fundamento de la vida  y la misión de la Iglesia".

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Por su parte Mons. Desiderius Rwoma, Obispo de Singida en Tanzania, advirtió que "cuando hablamos de personas tibias sobre algunas cuestiones de nuestra fe y del fenómeno de las sectas religiosas, que se están difundiendo a una velocidad preocupante en muchas partes del mundo, quizá las causas se pueden encontrar en la falta de una predicación buena y adecuada por parte de los ministros".

"Tenemos que volver a la predicación mistagógica de los Padres de la Iglesia, que ayuda a la Iglesia a generar hijos e hijas y a nutrirlos, guiándolos en los ministerios de nuestra fe", concluyó.

Finalmente, Mons. Salvatore  Fisichella, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida destacó que "en un periodo come el nuestro en el que se sigue intentando marginar los textos sagrados como portadores de sentido porque se identifican como mitos, sin carácter histórico y destinados solo a los ingenuos, es importante que se encuentren las formas necesarias para restaurar valor histórico y provocación sobre el sentido de la existencia. Estamos realmente ante una emergencia educativa que ponga en el centro de nuestra vida de fe el tema de la salvación".

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Ayer miércoles por la mañana, mientras el Papa tenía la audiencia general en la Plaza de San Pedro, los padres sinodales se reunieron en círculos menores o grupos lingüísticos para elegir a los moderadores y relatores e iniciar el debate sobre la relación anterior a la discusión.

Jesús vive y habla con nosotros hoy, dice el Papa

Prosiguiendo la catequesis sobre San Pablo, el Papa Benedicto XVI abordó ayer miércoles el tema de la relación del Apóstol de las Gentes con la figura histórica de Jesús, y destacó que Jesús sigue viviendo y hablando con los hombres hoy.

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"Parece seguro que Pablo no encontró a Jesús durante su vida terrenal", dijo el Pontífice, y destacó que "a través de los apóstoles y de la Iglesia naciente supo detalles sobre la vida de Jesús y en sus cartas encontramos referencias a la figura de Jesús antes de la Pascua". El Santo Padre recordó  también que en las cartas paulinas hay referencias a la tradición narrada en los evangelios sinópticos, como "la enseñanza de Jesús sobre los sencillos y los pobres". "Cuando Pablo habla de la obediencia de Jesús hasta la muerte, sabe de la Pasión  de la Cruz y conoce el modo en que vivió estos momentos definitivos de su vida. La Cruz de Jesús y la tradición sobre esta Cruz ya están en el centro del kerygma paulino".

"Pablo conoce también otro pilar de la enseñanza de Jesús, el Sermón de la Montaña", como consta en la Carta a los Romanos.

Benedicto XVI resaltó que también se nota la huella de las palabras de Jesús en la forma en que Pablo traspone "la tradición pre-pascual a la situación después de Pascua", como en  el "tema del Reino de Dios que anunciaba el misterio de Jesús y se transforma en cristología. Las mismas disposiciones de Jesús para entrar en el  Reino de Dios son válidas para Pablo a propósito de la justificación por la fe. Ambos piden una actitud de humildad y disponibilidad para acoger la gracia de Dios".

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"Otra forma de transformación fiel al núcleo deseado por Jesús, se encuentra en los títulos de Jesús. Antes de Pascua, Jesús se llama a sí mismo "Hijo del Hombre",  después de Pascua es  el "Hijo de Dios"".

"Por eso –explicó el Papa-, el título preferido de Pablo para Jesús es 'Señor', que indica su divinidad. También Pablo toca la 'dimensión salvífica' de Cristo cuando habla de la 'muerte de Jesús como rescate, como redención, liberación y reconciliación'".

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"En conclusión, San Pablo no piensa en Jesús como un historiador, no lo ve como un personaje del pasado. Conoce ciertamente la tradición  sobre su vida, pero no lo trata como algo pasado, sino como realidad del Jesús vivo".

"Jesús vive ahora y habla ahora con nosotros. Esta es la forma verdadera de conocer a Jesús y la tradición sobre Jesús", concluyó.