miércoles, 14 de octubre de 2009

En un mundo "frenético" cristianos deben proponer amor y perdón, dice Benedicto XVI

Al presidir la Audiencia General de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI se refirió a Pedro el Venerable, un santo abad de la famosa Abadía de Cluny del siglo XI y explicó que su ejemplo alienta a los cristianos a ser ejemplo de amor y perdón en medio de "un ritmo de vida frenético".

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El Santo Padre señaló que este abad constituye "un ejemplo admirable de asceta riguroso consigo mismo y comprensivo con los demás". Nació hacia el 1094 y en 1122 fue elegido "abad de la célebre abadía benedictina de Cluny". Falleció en 1156. "Cultivó la amistad, especialmente con sus monjes, que habitualmente se confiaban con él, seguros de ser escuchados y comprendidos", dijo el Papa.

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"Este santo Abad constituye un ejemplo también para los monjes y los cristianos de nuestro tiempo, marcado por un ritmo de vida frenético, donde son frecuentes los episodios de intolerancia y de incomunicabilidad, las divisiones y los conflictos. Su testimonio nos invita a saber unir el amor a Dios con el amor al prójimo, y a no cansarnos de reanudar las relaciones de fraternidad y de reconciliación", señaló.

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El Santo Padre resaltó que Pedro el Venerable "afirmaba con vivo sentido eclesial, que las vicisitudes del pueblo cristiano deben ser sentidas en lo 'íntimo del corazón' por los que son 'miembros del cuerpo de Cristo'. Y añadía: 'No está alimentado por el espíritu de Cristo quien no siente las heridas del cuerpo de Cristo', allí donde se produzcan".

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"Además, mostraba su solicitud y atención con quienes no formaban parte de la Iglesia, en particular con los judíos y musulmanes: para favorecer el conocimiento de estos últimos dispuso que se tradujera el Corán", agregó Benedicto XVI.

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El Papa resaltó también el "amor a la Eucaristía y la devoción a la Virgen María" de Pedro el Venerable" así como "la predilección por la actividad literaria, para la que estaba muy dotado".

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El Pontífice dijo luego que aunque Pedro el Venerable "no fue un teólogo sistemático, fue un gran indagador del misterio de Dios. Su teología está enraizada en la oración, especialmente en la litúrgica y entre los misterios de Cristo, prefería el de la Transfiguración, en el que se prefigura la Resurrección. Introdujo en Cluny esta fiesta, cuyo fin era 'la contemplación del rostro glorioso de Cristo'".

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El Santo Padre señaló que para este santo abad, "el ideal del monje consiste en "adherir tenazmente a Cristo" mediante "la contemplación silenciosa y la alabanza constante a Dios".

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"Si este estilo de vida unido al trabajo cotidiano constituye para San Benito el ideal del monje, también puede serlo en gran medida para todo cristiano que quiera ser auténtico discípulo de Cristo, y que se caracteriza por la adhesión tenaz a Él, por la humildad, la laboriosidad y la capacidad de perdón y de paz", concluyó.

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En sus palabras en castellano, Benedicto XVI explicó que Pedro el Venerable "solía decir que se obtiene más de una persona con comprensión, que irritándola".

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Luego saludó a los peregrinos de lengua española, "en particular a los grupos acompañados por el Cardenal Carlos Amigo Vallejo, Arzobispo de Sevilla, a las Superioras Mayores de las Mercedarias de la Caridad, así como a los demás grupos procedentes de España, Chile, México y otros países latinoamericanos. Que el ejemplo de Pedro el Venerable impulse a todos a vivir como verdaderos discípulos de Cristo".