martes, 12 de febrero de 2008

PEDRO RICALDONE (1870 - 1951), CUARTO SUCESOR DE DON BOSCO

Rector Mayor de 1932 a 1951



Como cuarto sucesor de Don Bosco dirigió la Congregación Salesiana durante casi veinte años.
Hombre de extraordinarias dotes de inteligencia y de gobierno, dio un gran impulso a la formación espiritual y profesional de los salesianos, al desarrollo de los Institutos de cultura superior, de los que queda como monumento la Universidad Pontificia Salesiana (UPS), al incremento de cualificadas Escuelas de Trabajo, a una intensificada expansión misionera, a la animación catequética y apologética, a las empresas editoriales y a los “maas media” y a otras numerosas grandes iniciativas.

En atenta fidelidad al espíritu de Don Bosco, tuvo un excepcional temple de religioso y de organizador.

Dos veces recorrió el mundo entero, llevando a todas partes la altura de sus directrices, la gran comprensiòn del corazón, el incremento vocacional entre los nativos y la solicitud entre los emigrados.

Multiplicó los institutos profesionales, asegurándoles en todas partes el personal técnico especializado.

Pero dirigió sus solicitudes a toda la Congregación, hasta el punto de ver duplicados en el curso de pocos años los profesos y siempre en rigurosa coherencia con los orìgenes.

El corazón y el espíritu lo llevaron, clandestinamente, incluso más allá de las líneas de la revoluciòn española en los años Treinta, para confortar y animar a los hermanos.

Fue también autor de apreciadas publicaciones.

Su obra editorial y social resplandece, entre otras, en una Biblioteca Agraria Solariana de 140 volúmenes, donde desde los tiempos de su gobierno religioso en España mantuvo actualizadas las ideas corrientes en el campo de la agricultura.

Escribió para obreros y para empresarios.

Publicó otras obras significativas a lo largo de toda su vida, dando prioridad al Don Bosco Educador que alimentaba no con la simple teoría, sino con la práctica.

Su pensamiento: cuando estalló la guerra (1941), él ordenó que en todas las Inspectorías salesianas hubiese una casa para los jòvenes huérfanos o prófugos, y que en cada instituto fuesen acogidos gratuitamente algunos menores necesitados...

Las benemerencias de Don Pedro Ricaldone fueron reconocidas en Italia con la concesiòn de la “Estrella de Oro” al mérito rural y de la “Estrella de Oro” al mérito de la escuela.
Mejores estrellas aún brillan en su cielo, encendidas por su caridad y por el vivo reconocimiento del mundo entero.

Nombramiento de los Asistentes del Padre General

El Padre General ha elegido los consejeros entre las listas de tres nombres que cada una de las regiones de la Compañía en el mundo (llamadas “Asistencias”) les preparó la semana pasada.




P. Jean-Roger NDOMBI (Africa Oriental) Asistente para El Africa
P. Marcos RECOLONS (Bolivia) Asistente para América Latina Meridional
P. Gabriel Ign. RODRÍGUEZ (Colombia) Asistente para América Latina Septentrional
P. Lisbert D’SOUZA (Bombay) Asistente para Asia Meridional
P. Daniel HUANG (Filipinas) Asistente para Asia Oriental y Oceania
P. Adam ZAK (Polonia Meridional) Asistente para la Europa Central y Oriental
P. Joaquín BARRERO (Castilla) Asistente para Europa Meridional
P. Antoine KERHUEL (Francia) Asistente para América Occidental
P. James GRUMMER (Wisconsin) Asistente para Los Estados Unidos de américa

Los Asistentes del Padre General

En resumen, podemos decir que existe un doble movimiento, uno desde arriba, y otro desde abajo.
Ahí está la clave de este proceso.
Los Jesuitas envían a las autoridades de la Compañía (normalmente al Padre General) una “terna” que contiene los nombres de tres jesuitas que podrían servir en la función específica para la que se está buscando.
El superior, con sus consejeros, desde una perspectiva más amplia y con más información de las necesidades de la Compañía, hace su elección de entre las sugerencias recibidas.



Este es el tipo de proceso que lleva a la elección de los asistentes, concretamente llamados asistentes regionales del General.

Cada una de las 10 asistencias (grupo de provincias agrupadas según ubicación geográfica), tras rezar y compartir sobre los posibles candidatos, envía tres nombres al Padre General.
El Padre Nicolás entonces se toma unos días de oración y reflexión y anuncia qué asistentes (regionales) serán sus principales consejeros en los próximos años.

¿Cuál será el trabajo de estos diez jesuitas que ocuparán las oficinas romanas para cada región de la Compañía universal?
Lo primero es claramente dar consejo y acompañar al General en sus tareas de gobierno. El General de los Jesuitas no lleva la batuta sin ayuda: su trabajo envuelve un intenso diálogo con estos diez jesuitas que estarán en contacto diario con lo que está pasando en la parte del mundo de la que son responsables.
Los asistentes también contribuyen con su experiencia y habilidades a los proyectos de la Compañía que tienen una dimensión internacional, así como a las orientaciones globales de la Compañía.

A tan sólo unos días del nombramiento de estos diez asistentes regionales, la congregación General elegirá cuatro asistentes “Ad Providentiam.”

¿Qué es esto? Se trata de la expresión concreta del cuidado que la Compañía tiene hacia la autoridad suprema de la orden. No sólo han de velar por su bienestar sino también por el buen logro de la función que éste desempeña.

Estos cuatro asistentes tendrán la tarea de ayudar al General a recordar las instrucciones, decisiones y deseos expresados por la Congregación para su gobierno. Por otro lado, ellos también han de estar seguros de que el General aún tiene las capacidades necesarias para continuar su labor.
La Congregación elegirá los cuatro asistentes “Ad Providentiam” de entre los diez asistentes regionales que el Padre Adolfo Nicolás ha elegido previamente.