En resumen, podemos decir que existe un doble movimiento, uno desde arriba, y otro desde abajo.
Ahí está la clave de este proceso.
Los Jesuitas envían a las autoridades de la Compañía (normalmente al Padre General) una “terna” que contiene los nombres de tres jesuitas que podrían servir en la función específica para la que se está buscando.
El superior, con sus consejeros, desde una perspectiva más amplia y con más información de las necesidades de la Compañía, hace su elección de entre las sugerencias recibidas.
Este es el tipo de proceso que lleva a la elección de los asistentes, concretamente llamados asistentes regionales del General.
Cada una de las 10 asistencias (grupo de provincias agrupadas según ubicación geográfica), tras rezar y compartir sobre los posibles candidatos, envía tres nombres al Padre General.
El Padre Nicolás entonces se toma unos días de oración y reflexión y anuncia qué asistentes (regionales) serán sus principales consejeros en los próximos años.
¿Cuál será el trabajo de estos diez jesuitas que ocuparán las oficinas romanas para cada región de la Compañía universal?
Lo primero es claramente dar consejo y acompañar al General en sus tareas de gobierno. El General de los Jesuitas no lleva la batuta sin ayuda: su trabajo envuelve un intenso diálogo con estos diez jesuitas que estarán en contacto diario con lo que está pasando en la parte del mundo de la que son responsables.
Los asistentes también contribuyen con su experiencia y habilidades a los proyectos de la Compañía que tienen una dimensión internacional, así como a las orientaciones globales de la Compañía.
A tan sólo unos días del nombramiento de estos diez asistentes regionales, la congregación General elegirá cuatro asistentes “Ad Providentiam.”
¿Qué es esto? Se trata de la expresión concreta del cuidado que la Compañía tiene hacia la autoridad suprema de la orden. No sólo han de velar por su bienestar sino también por el buen logro de la función que éste desempeña.
Estos cuatro asistentes tendrán la tarea de ayudar al General a recordar las instrucciones, decisiones y deseos expresados por la Congregación para su gobierno. Por otro lado, ellos también han de estar seguros de que el General aún tiene las capacidades necesarias para continuar su labor.
La Congregación elegirá los cuatro asistentes “Ad Providentiam” de entre los diez asistentes regionales que el Padre Adolfo Nicolás ha elegido previamente.
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