sábado, 1 de marzo de 2008

Colaboración con otros: las muchas posibilidades de interacción con no-jesuitas.

Laicos y laicas, curas diocesanos y miembros de otras órdenes religiosas forman parte del amplio grupo de colaboradores que trabajan en las muchas instituciones de la Compañía de Jesús. El Padre Michael Holman, provincial británico, remarca con fuerza este tipo de colaboración.



“De hecho podríamos decir que gran parte del entusiasmo, iniciativa y energía de nuestra misión en Gran Bretaña, Suráfrica y la Guayana Inglesa (partes de la provincia británica jesuítica), viene de la colaboración con el laicado y otras órdenes religiosas. Esta colaboración la hacemos de muchas distintas maneras, creo que de algunas de ellas son geniales.”

El Padre Holman continua diciendo: “Una de las rezones por las que la colaboración está funcionando es gracias a la flexibilidad que estamos teniendo.” El éxito reside en la adaptación a las circunstancias: “No es que hayamos dicho que para ser colaborador hay que cumplir esto o aquello, sino que cada colaboración depende del momento y situación en la vida de cada persona. Esto requiere una gran creatividad e iniciativa por parte de los Jesuitas, pero creo honestamente que el Espíritu está trabajando de esta manera con nosotros. Esto ha sido especialmente importante en los últimos cuarenta años, tras el énfasis del Vaticano II en el ministerio de los laicos en la Iglesia.

Uno de los retos más concretos en mi provincia ha sido la formación continua de los colaboradores, que deben compartir la misión de la compañía pero que no tienen de igual manera a su disposición las herramientas para desarrollar esta misión. Para resolver esta situación la provincia está trabajando con otros (por ejemplo la diócesis de Westminster, en Londres) para proveer cursos y titulaciones que sean tan flexibles como los colaboradores. Aún así, el Padre Holman quiere ir más lejos.

“Creo que una de las sombras acerca del modo cómo apoyamos a nuestros colaboradores, es que no hemos sido capaces de proveer un formato para sistematizar el desarrollo de este tipo de colaboración. Me gustaría mucho que las Comunidades de Vida Cristiana (CVX) fueran el contexto en el que la gente llamada a una vida apostólica apoyada en la espiritualidad ignaciana pudieran crecer y formar comunidad con una identidad apostólica ignaciana.” El proceso para que esto sea realidad, ya está comenzado: “tengo tres encuentros anuales con el comité de CVX británico y estamos buscando maneras para desarrollar esta colaboración.”

“Hay una pregunta que surge continuamente en los jesuitas de mi provincia, y estoy seguro que pasa en todos los sitios: ¿Qué es ser Jesuita, cuál es nuestra esencia, nuestro distintivo, para qué somos necesarios en una iglesia caracterizada en gran parte por un intenso ministerio laical? Me gusta responder esta inquietud desde la idea de una necesaria relacionalidad entre ambas vocaciones.” Se explica: “Realmente creo que el compromiso de vida de los jesuitas invita a un compromiso apostólico por parte de quienes trabajan con nosotros. Igualmente, es en este contexto de apoyar a otros en su ministerio, donde los Jesuitas identifican la necesidad de su propio compromiso de vida con Cristo en la vida religiosa. Creo hondamente en esta relacionalidad esencial entre ambas vocaciones y su complementariedad. Estoy convencido de que este será un camino por el que en el futuro desarrollaremos la comprensión de ambas vocaciones.

Primer Decreto : Gobierno al Servicio de la Misión Universal.

El viernes 29 de Febrero la Congregación General ha aprobado un decreto acerca de su organización interna. El documento trata de la forma en que la Compañía ejercita su gobierno.



Somos conscientes de cómo las transformaciones actuales del mundo afectan al contexto en que se desarrolla nuestra vida como Jesuitas. La Iglesia tiene que afrontar hoy un nuevo contexto globalizado con grandes retos transnacionales y multiculturales. En este contexto, la llamada a desarrollar una mayor colaboración como Compañía Universal suena con nueva intensidad. Debemos renovar nuestra forma de gobierno para responder a estos retos, pero de forma que siga siendo auténticamente ignaciana.

El decreto subraya el rol de los superiores locales en tanto que portadores de la responsabilidad apostólica de su comunidad (el decreto hace referencia aquí a las Normas Complementarias propuestas por la Compañía en la Congregación General 34). El documento invita a las provincias y regiones a un nueva apertura a la dimensión universal de nuestra misión. También se define la manera en la que las conferencias de superiores mayores pueden contribuir a la misión, y especifica las modalidades en que los presidentes de estas conferencias pueden asumir sus responsabilidades (sin tener que jugar en un terreno intermedio entre el Padre General y los Provinciales o Superiores regionales). Además, el decreto hace una llamada a la evaluación de la forma de funcionar la Curia. Finalmente, se urge a una evaluación de los procedimientos usados para la preparación y el proceso de las Congregaciones Generales, que debería llevar a cambios en el documento llamado Fórmula de la Congregación General.

La organización del documento es en referencia a la misión. La idea es, usando el título del decreto, desarrollar “un gobierno al servicio de la misión universal.”

P. Antoine Kerhuel, SJ

Ellos nos han configurado

He tenido la gran suerte de formar parte del pequeño grupo encargado de trabajar el tema de la vida comunitaria. Después de pasar mucho tiempo trabajando en una propuesta, nos llegó el turno de presentar en el aula lo preparado.



Esa mañana Jim Grummer me dio una foto de José y Javier, dos inmigrantes que duermen junto con otros cincuenta en nuestra Iglesia de los Ángeles. En la foto, sus rostros curtidos a la intemperie brillaban radiantes. Desde aquel día he puesto continuamente estos rostros delante de mí. Los veo todas las mañanas cuando me siento en mi puesto, el número 201. Rostros que están conectados con los rostros de muchos otros que, a muchos de los que estamos en esta Congregación, nos han hecho ser lo que somos.

Fernando Franco, del Secretariado Social, ha promovido en estos días una reunión con aquellos que han trabajado en pastoral penitenciaria. Durante la reunión yo veía el rostro de Juan, un recluso que participó en un retiro que di hace años en una cárcel de máxima seguridad. Juan estaba alojado en las celdas de alta seguridad, y durante mi reunión yo recordaba la jaula en la que vive durante casi veinticuatro horas al día, y escuchaba de nuevo su voz ahondando en el Evangelio y hablándome de quién es Jesús para él.

Durante esta reunión, otros jesuitas compartieron experiencias concretas de trabajo con aquellos que han sido encarcelados. De sus testimonios se desprendía con claridad cómo hemos sido formados, transformados y configurados por la vinculación con hombres y mujeres que viven tras las rejas. De algún modo, pienso, estos presos viven en nosotros y hoy sus voces están unidas a las nuestras.

También durante esta Congregación dos veces nos hemos reunido en relación con nuestro trabajo con el Servicio Jesuita a Refugiados. Treinta y tres de nosotros hemos trabajado con refugiados en muchas y diversas partes del mundo. Compartimos cómo el acompañar a gente que lo ha tenido que dejar todo, que ha tenido que huir de guerras civiles, que han dependido totalmente de Dios para sobrevivir, nos ha formado y nos ha configurado en lo que somos. No tengo ninguna duda de que hoy, cuando hablamos en esta Congregación, somos distintos a causa de lo que hay de Juan y de José en nuestras vidas.

Así que doy gracias a Dios por haber conocido a Juan y a José y a todos a quienes representan. Por eso he de confesar que ha sido importante para mí durante la Congregación, mantener esta foto en mi mesa. Delante de mí, cada día. Doy gracias por haber conocido a muchos que han sufrido tanto, y que de forma patente, apuntan hacia la fuerte presencia de Dios aun en medio de tanta oscuridad. Ellos nos han hecho ser lo que somos. En nombre de ellos también, hoy buscamos la voluntad de Dios para la Compañía.

Fr. Michael Kennedy, SJ.

Largo Camino a Casa

Escribe: Rafael Velasco, sj



La CG ha entrado en su recta final. Los decretos, mandatos y recomendaciones comienzan a perfilarse con claridad. Vamos comenzando a pensar en volver a casa.

A su vez comienza un largo camino, que es el que debe recorrer la Congregación para hacerse real, para decir de verdad algo a los jesuitas y a quienes comparten nuestro trabajo, con quienes compartimos el servicio de la misión de Cristo. Ese largo camino que comenzará al apagar el último micrófono, al votar la última enmienda del decreto postrero, después de los abrazos y las promesas de volvernos a ver en alguna parte del ancho mundo. Después de eso comienza el largo camino a casa de lo que esta Congregación General ha sido…o será. Porque será realmente algo cuando impacte en los corazones y en la misión de cada día de la Compañía real.

¿Qué nos ha dicho Dios a los jesuitas en esta Congregación General? No lo sabremos hasta dentro de algún tiempo. Solo sabemos de algunas convicciones que se han hecho palabra para plasmarse en documentos y elecciones. Poco más. ¿Qué le dice Dios a la Compañía a través de la CG 35? Lo iremos desentrañando a lo largo de los días, luego del retorno a casa, cuando vuelva a nosotros alguna palabra oída en la sala, cuando algún testimonio de vida nos conmueva con su recuerdo desleído, cuando se nos anuncie el Evangelio en nuestras comunidades, a través de las personas con las que compartimos vida y misión, a través de los pobres y los que nos esperan (la Palabra resuena de maneras impensadas), cuando los hermanos nos juntemos al caer el día, a Partir el Pan; sólo hasta ahí no sabremos bien qué nos ha dicho Dios. Pero sin duda hay una Palabra de parte de Dios para toda la Compañía a través de esta Congregación General 35. Los que hemos participado estamos convencidos de ello.

Dejamos desde aquí un nuevo General, un nuevo equipo y una serie de decretos y mandatos y recomendaciones al Gobierno Ordinario, pero eso es sólo una parte. Lo otro: el sentido de cuerpo apostólico vivo y diverso, el afecto profundo de compartir la misión, la vocación y la Vida verdadera, lo que sentimos que estamos llamados a ser; eso es la parte fundamental del equipaje para este largo camino a casa.

Volveremos a nuestros sitios, pero -creo- para los que hemos estado aquí, no será lo mismo. Será sin dudas diferente. Haber participado de una experiencia de Dios en comunidad no lo deja a uno de la misma manera. Y por aquí Dios ha pasado. Ya se verá cómo germina eso en nuestras vidas, nuestras provincias, nuestros empecinamientos cotidianos… Será, sin dudas, parte del largo camino a casa.

Un Abrazo fraterno a todos. Rafael Velasco, sj

Estampas de los Ejercicios de los Capitulares Salesianos