sábado, 12 de julio de 2008

Rumbo a Sydney, vamos con el Papa.

El Papa Benedicto XVI se encuentra en pleno vuelo rumbo a Sydney a bordo de un Boeing 777 piloteado por el comandante Alfonso María Pacini, director de operaciones y veterano en vuelos pontificios, pues se trata de su séptimo viaje papal.

A su llegada al Aeropuerto Fumicino en el Helicoptero Papal.

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Pacini coordina una tripulación de 18 miembros, quienes lleván al Pontífice, vía Alitalia, desde el aeropuerto de Fiumicino (Roma), al aeropuerto Richmond RAAF Military Air Base.

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Se indicó que se trata del vuelo sin escalas más largo efectuado por Alitalia con un birreactor, pues durará 15 horas y 45 minutos.

La JMJ será una fiesta de alegría de jóvenes unidos por Dios, dice el Papa.

Respondiendo a preguntas de periodistas durante el vuelo rumbo a Australia, el Papa Benedicto XVI señaló que la Jornada Mundial de la Juventud 2008 será una fiesta de alegría "entre jóvenes reunidos por el deseo de Dios".

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Respondiendo a cinco periodistas, durante una conferencia de prensa iniciada apenas media hora después de partir de Roma, el Pontífice señaló que miraba el futuro de la Iglesia en Australia con mucho optimismo y confianza en el futuro.

Respecto de la JMJ, el Pontífice señaló que "como en Colonia también Sydney será una fiesta de fe, un encuentro humano en Cristo que abre las fronteras y crea unión entre las culturas. Una fiesta que genera alegría entre los jóvenes unidos por el deseo de Dios".

Respondiendo luego a una pregunta sobre la cuestión ambiental, el Pontífice anticipó que la temática ecológica "estará muy presente en este viaje".

"Hablaré de la creación y de la defensa de lo creado. Al no poder entrar en cuestiones técnicas, buscaré sensibilizar a favor del estilo de vida necesario para la solución de los problemas que se refieren a la problemática ambiental", explicó el Pontífice.

Preguntado sobre el escándalo producido por los abusos sexuales de algunos sacerdotes en Australia, el Santo Padre reafirmó que su mensaje seguía siendo el mismo expresado durante su viaje a los Estados Unidos: la total incompatibilidad de estas conductas con la vida sacerdotal, la urgencia y responsabilidad de ayudar a las víctimas y sus familiares, y la necesidad de establecer medios para que este tipo de conductas no tenga lugar en la Iglesia.

Respondiendo a otra pregunta, el Pontífice abordó el tema de la actual crisis anglicana y la próxima cumbre de Lambeth, que reúne a los anglicanos del mundo cada diez años y que comenzará el próximo 16 de julio.

El Pontífice explicó la tensión que vive toda comunidad cristiana para mantener el equilibrio entre la adaptación y la preservación de la tradición; pero señaló que "no podemos entrar en sus discusiones; sin embargo sí deseamos que se pueda evitar un cisma".

Finalmente, ofreció hacer algo concreto por la futura cumbre anglicana: "orar".

La historia de los colores de la bandera Vaticana. Sepa por qué es blanca y amarilla

ppbanderavaticana110708 En un artículo publicado en L'Osservatore Romano se precisa cómo fue el Papa Pío VII quien desde 1808 estableció que los colores del Vaticano fueran el blanco y el amarillo. A continuación la historia contada por el experto Claudio Ceresa.

En el artículo titulado "El amarillo y el blanco de dos siglos como colores pontificios", Ceresa explica que para hablar del uso de los actuales colores de la bandera vaticana, es necesario referirse a la "ocupación de la urbe por parte de las tropas napoleónicas, ocurrida en febrero de 1808".

"El comandante de las milicias francesas, general Miollis, colocó sobre los muros de la ciudad unos manifiestos, con los que se imponía la incorporación de las fuerzas armadas del Papa a las imperiales.

Para los oficiales que seguían siendo fieles al reinante Pío VII se venían arrestos y deportaciones", luego de cual "las reacciones no fueron muy notables, incluso también porque se hizo circular la noticia de que el Pontífice estaba al corriente y no genero dificultad. Se rebeló solo un pequeño grupo de oficiales que fue deportado a la cárcel de Mantova".

"Para subrayar la unificación, y probablemente también para aumentar la situación de incertidumbre –continúa el experto– se permitió a los militares seguir usando el distintivo amarillo-rojo sobre sus sombreros".

Ceresa señala después como el Papa "no quería que Napoleón sujetara al Estado Pontificio, por lo que el 13 de marzo de 1808 protestó enérgicamente. Ordenó, entre otras cosas, a los cuerpos que aún eran fieles a él que sustituyeran la insignia con los colores romanos con una blanca y amarilla".

En el diario de un contemporáneo, el abad Luca Antonio Benedettalla escribe en la misma fecha que "el Papa para no confundir a los soldados romanos que están bajo el comandante francés, con los pocos que han quedado a su servicio, ha ordenado la nueva insignia amarilla y blanca. La han adoptado los guardias nobles y los suizos. La cosa es querida".

Ceresa escribe a continuación que tres días después, el 16 de marzo de 1808, Pío VII comunicó "por escrito tal disposición al Cuerpo Diplomático, y el respectivo documento se considera con el acta de nacimiento de los colores de la actual bandera del Estado de la Ciudad del Vaticano".

Este experto también explica que la elección del blanco y amarillo recoge una antigua tradición según la cual, el oro y la plata simbolizan las llaves del Reino que custodia San Pedro, y que en la antigüedad eran entregadas al Pontífice cuando este asumía la sede de Roma en "la Archibasílica lateranense".

Tras algunos desencuentros más, que terminan cuando Napoleón exige que quienes están a su mando usen una insignia con los colores de Francia o Italia; el emperador decretó el 17 de mayo de 1809 la unión de Roma y el Estado Pontificio a Francia.

Con esta situación, señala Ceresa, "Pío VII excomulgó a quienes perseguían a la Iglesia, y en la noche entre el 5 y 6 de julio de 1809 el Obispo de Roma fue arrestado" y enviado al exilio en Grenoble, Savona y Fontainebleau hasta 1814, cuando pudo volver a la ciudad eterna.

"El Papa Chiaramonti no había olvidado el episodio de seis años atrás, y sobre los sombreros de las tropas romanas apareció nuevamente la insignia blanca y amarilla, signo de lealtad al legítimo soberano".

Ceresa explica luego como durante el siglo XIX distintas representaciones vaticanas comenzaron a usar la bandera con estos colores y precisa que actualmente, ésta se expone en distintas solemnidades religiosas y civiles como Navidad, Pascua, Corpus Christi, aniversarios del Papa, aniversario de la conciliación entre la Santa Sede e Italia; entre otras. "La bandera se iza al alba y se arría a la puesta del sol", indica finalmente el experto italiano.