jueves, 7 de octubre de 2010

Fiesta de la Virgen del Santo Rosario

En tiempos de Santo Padre Pío V (1566 - 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero no le hicieron mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión era certera. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. El 7 de octubre de 1571 se encontraron las dos flotas, la cristiana y la musulmana, en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto.

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La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria entró en batalla contra un enemigo muy superior en número y buques de guerra. Se jugaba el destino de la Europa cristiana. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con mucha devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.

Rosario
Mientras la batalla transcurría, en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla. En eso, el Papa salió de su capilla y, por aparente inspiración, anunció a todos los presentes y con gran calma que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos. Semanas mas tarde llegó el finalmente el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo de cristiano a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.

La clave de una vida feliz es la amistad con Jesús, dice el Papa Benedicto XVI

En la Audiencia General del miércoles celebrada en la Plaza de San Pedro y ante miles de fieles, el Papa Benedicto XVI presentó la figura de la mística alemana del siglo XIII Santa Gertrudis. De esta mujer, explicó, los católicos pueden aprender que la clave para una vida feliz es la amistad con Jesús que se aprende en el amor por la Sagrada Escritura, la liturgia y junto a la Virgen María.

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Nacida en 1256, a los cinco años, explicó Benedicto XVI, esta santa que recibe el apelativo de "Grande" por su talla cultural y evangélica y por su gran aporte a la espiritualidad cristiana, "entra en el monasterio, como era costumbre con frecuencia en aquella época, para la formación y el estudio. Aquí transcurre toda su existencia".

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Gertrudis "es una estudiante extraordinaria. Pasa a consagrarse totalmente a Dios en la vida monástica y no sucede nada de extraordinario durante dos décadas: el estudio y la oración son su actividad principal". A los 25 años tuvo "la visión de un joven que la guía para superar la maraña de espinas que oprime su alma, tomándola de la mano. En aquella mano reconoce a Aquel que en la Cruz nos ha salvado con su sangre, a Jesús".

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El Santo Padre señaló que "a partir de ese momento, su vida de comunión íntima con el Señor se intensifica. Abandona los estudios humanísticos profanos para consagrarse totalmente a los teológicos y, en la observancia monástica, pasa de una vida que ella define negligente a una de oración intensa, mística, con un excepcional ardor misionero".

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Seguidamente el Papa resaltó que Gertrudis "comprende que en el pasado se ha alejado de Dios, que se ha dedicado con demasiada codicia a los estudios liberales, a la sabiduría humana, descuidando la ciencia espiritual, privándose del gusto por la verdadera sabiduría; ahora es conducida al monte de la contemplación, donde deja al hombre viejo para revestirse del nuevo".

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La santa alemana "se dedica a la escritura y a la difusión de la verdad de fe con claridad y sencillez, gracia y persuasión, sirviendo con amor y fidelidad a la Iglesia, llegando a ser apreciada por los teólogos y las personas pías". Entre los pocos escritos que se conservan, "a causa de las vicisitudes que condujeron a la destrucción del monasterio de Helfta", se hallan "El heraldo del amor divino" o "Las revelaciones" y los "Ejercicios Espirituales, una rara joya de la literatura mística espiritual".

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El Papa Benedicto dijo luego que "a las oraciones y penitencias de la regla monástica, Gertrudis añade otras con tanta devoción y confianza en Dios, que suscitan en quien la encuentra la conciencia de estar en la presencia del Señor. De hecho, Dios mismo le hace comprender que la ha llamado para que sea un instrumento de su gracia. Gertrudis se siente indigna de este inmenso tesoro divino y confiesa que no lo ha custodiado y valorado". Muere en 1301 ó 1302.

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Benedicto XVI resaltó al final de su catequesis que el ejemplo de Santa Gertrudis "nos muestra que el centro de una vida feliz, de una vida verdadera, es la amistad con Jesús, el Señor, que se aprende en el amor por la Sagrada Escritura, por la liturgia, en la fe profunda, en el amor por María, para conocer cada vez más realmente a Dios mismo y así la verdadera felicidad, la meta de nuestra vida".

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En su saludo en español, el Santo Padre se dirigió de manera particular "a las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, así como a los fieles procedentes de España, Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, México, Nicaragua y otros países latinoamericanos. Que el ejemplo de Santa Gertrudis os impulse a conocer profundamente la Sagrada Escritura, a amar con humildad a Cristo y a su Iglesia, a cultivar la oración personal y a participar con fidelidad en la Santa Misa.

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Al final de la catequesis de la Audiencia General, el Papa Benedicto XVI recordó que octubre es el mes dedicado al Santo Rosario y que este jueves 7 se celebra la memoria de la Bienaventurada Virgen del Rosario. Por ello alentó a todos a rezar esta oración cotidianamente.

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Dirigiéndose a los peregrinos polacos, el Santo Padre dijo que "el rosario es una oración especial de la Iglesia y un arma espiritual para cada uno de nosotros. La meditación de la vida de Jesús y María sea para todos nosotros luz sobre el camino evangélico de la renovación espiritual y de la conversión del corazón".

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En su saludo en italiano a los jóvenes, los enfermos y a los recién casados, el Papa dijo que este mes de octubre, mes del Rosario, "nos invita a valorar esta oración tan querida para la tradición del pueblo cristiano".

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"Invito a ustedes, queridos jóvenes, a hacer del Rosario vuestra oración de cada día. A ustedes, queridos enfermos, los aliento a crecer, gracias al rezo del Rosario, en el abandono confiado a las manos de Dios. Exhorto a ustedes esposos recién casados a hacer del Rosario una constante contemplación de los misterios de cristo", concluyó.