jueves, 11 de septiembre de 2008

In Memoriam

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La zona Cero hoy.

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La cruz de la Zona Cero

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El Caliz en la capilla San Pablo

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Recuerdos de Familiares.

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Una Oración por toda la gente que perdió sus vidas, por sus familiares y por la reconciliación de nuestras conciencias para que nunca se repita.

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Apóstoles de Cristo deben ser colaboradores de la verdadera alegría, dice el Papa

El Papa Benedicto XVI dedicó la Audiencia General de ayer a explicar cómo concebía el apostolado San Pablo; y precisó que la misión de los apóstoles de Cristo de todas las épocas es ser "colaboradores de la verdadera alegría".

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Así lo indicó el Pontífice en el Aula Pablo VI del Vaticano en donde se dirigió a miles de peregrinos. Ante ellos señaló que el concepto de apostolado paulino iba "más allá del ligado solamente al grupo de los Doce", explicó, "y se caracteriza por tres elementos: el primero es haber visto al Señor, es decir, haber tenido con él un encuentro determinante para la propia vida".

"En definitiva, es el Señor que constituye el apostolado: no la presunción propia. Uno no se hace apóstol, lo hace apóstol el Señor. Por lo tanto, el apóstol necesita constantemente referirse al Señor".

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La segunda característica es "haber sido enviados. El término griego 'apostolos' –señaló el Santo Padre– significa enviado, representante de un mandante".

Con este punto de referencia, prosiguió el Papa, "de nuevo emerge en primer plano la idea de una iniciativa ajena, la de Dios en Jesucristo a la que se está obligado plenamente", de "una misión que hay que cumplir en su nombre, dejando absolutamente en segundo plano cualquier interés personal".

"El anuncio del Evangelio con la consiguiente fundación de Iglesias" es el tercer requisito, añadió.

Tras precisar que "el título de apóstol no es y no puede ser un título honorario. Compromete concreta y dramáticamente toda la existencia del sujeto interesado", el Pontífice destacó que San Pablo define a los apóstoles como "colaboradores de Dios cuya gracia actúa con ellos. Un elemento típico del verdadero apóstol" es una "especie de identificación entre Evangelio y evangelizador, ambos destinados a la misma suerte. Ninguno como Pablo ha reafirmado cómo el anuncio de la Cruz es 'escándalo y necedad' ante el que muchos reaccionan con la incomprensión y el rechazo en aquella época y, no debe maravillar, también hoy".

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"Pablo comparte con la filosofía estoica de su tiempo la idea de una constancia tenaz en todas las dificultades que se le presentan; pero supera la perspectiva puramente humanista recordando el ingrediente del amor de Dios y de Cristo".

"Esa es la certeza y la profunda alegría que lo acompaña en todos los problemas. Nada puede separarnos del amor de Dios y este amor es la verdadera riqueza de la vida humana", subrayó el Papa.

Luego de recordar que "San Pablo se dedicaba al Evangelio con toda su existencia", el Santo Padre indicó que el Apóstol de Gentes "cumplía su ministerio con fidelidad y alegría para salvar de cualquier manera a algunos".

"Con las Iglesias, a pesar de ser consciente de la relación de paternidad o incluso de maternidad que tenía con ellas, adoptaba una actitud de servicio absoluto, declarando: 'No queremos ser patrones de vuestra fe, somos en cambio colaboradores de vuestra alegría'. Esta sigue siendo la misión de todos los apóstoles de Cristo en todas las épocas; ser colaboradores de la verdadera alegría"

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Al finalizar la Audiencia General, el Papa Benedicto XVI leyó un mensaje que escribió en vísperas su visita pastoral a Francia, en ocasión del 150 aniversario de las apariciones de la Virgen de Lourdes. En el texto el Santo Padre destaca la "solidez de la fe cristiana" de esta nación europea.

"En vísperas de mi llegada saludo cordialmente al pueblo francés y a todos los habitantes de esta nación tan amada. Voy como mensajero de paz y fraternidad. Conozco bien vuestro país. Varias veces he tenido la alegría de visitarlo y de apreciar su generosa tradición de acogida y tolerancia, así como la solidez de su fe cristiana y de su elevada cultura humana y espiritual", escribió el Pontífice.

"Esta vez la ocasión de mi viaje es la celebración del ciento cincuenta aniversario de las apariciones de la Virgen María en Lourdes. Después de visitar París, capital de vuestro país, tendré la gran alegría de unirme a la multitud de peregrinos que recorren las etapas del camino del Jubileo, tras las huellas de Santa Bernadette hasta la gruta de Massabielle. Rezaré con intensidad a los pies de Nuestra Señora por las intenciones de toda la Iglesia, particularmente por los enfermos, los necesitados y también por la paz del mundo", continuó.

Seguidamente alentó a que la Virgen María "sea para todos vosotros y especialmente para los jóvenes, la Madre siempre atenta a las necesidades de sus hijos y luz de esperanza que ilumine y guíe vuestros caminos".

Finalmente pidió a todos unirse en oración por los frutos del viaje e invocó la protección maternal de la Madre de Dios.