sábado, 10 de noviembre de 2007

Ceferino, un ejemplo claro del Evangelio hecho vida en lo cotidiano.


Declaración de los obispos argentinos

BUENOS AIRES, viernes, 9 noviembre 2007.-

Al término de la 94ª Asamblea Plenaria del Episcopado, los obispos expresaron su alegría por la beatificación de Ceferino Namuncurá, por considerarlo un «reconocimiento del significado de su vida y de sus virtudes» y al mismo tiempo convocaron a descubrirlo como «modelo de encuentro con Cristo y cercanía de Dios hacia la humanidad, ejemplo claro del Evangelio hecho vida en lo cotidiano, fuerza y sostén en las fragilidades y debilidades, y encuentro y aceptación de otra cultura y religiosidad».

Publicamos la «Declaración» íntegra.


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Con inmensa gratitud a Dios queremos compartir con todos ustedes la buena noticia de la Beatificación de CEFERINO NAMUNCURÁ, que celebraremos el próximo 11 de noviembre en Chimpay (Río Negro).

Celebrar la beatificación de Ceferino es alegrarnos por el reconocimiento del significado de su vida y de sus virtudes. Y así, quienes peregrinamos en este mundo lo descubrimos como:

- modelo de encuentro con Cristo y cercanía de Dios hacia la humanidad; - ejemplo claro del Evangelio hecho vida en lo cotidiano; - fuerza y sostén en las fragilidades y debilidades; - encuentro y aceptación de otra cultura y religiosidad.

En nuestro caminar como Pueblo de Dios en la Argentina, Ceferino es una clara invitación, entre otros aspectos:

* a descubrirnos hijos de Dios, necesitados de Dios, desterrando así toda autosuficiencia. Desde pequeño, Ceferino, a la luz de la religiosidad de su raza y luego con el acontecer de la fe cristiana en su vida, se descubrió en las manos de Dios, necesitado y agradecido al Dios creador y Padre de todos,

* a tomar decisiones que marcan la vida. Decisiones abiertas al bien de los demás, no cerradas en horizontes mezquinos. Ceferino, a sus 11 años se propone «quiero ser útil a mi gente», y allí inicia un camino sin ambigüedades. Camino que lo lleva a anhelar ser misionero y sacerdote para compartir esa Palabra de Dios recibida y llevarla a todos como vida en abundancia,

* a valorar lo cotidiano como el lugar donde se realizan los grandes ideales. La vida sencilla de Ceferino está marcada por un cotidiano vivir con un gran amor a la familia y a la tierra, con una entrega generosa y alegre a todos, con un espíritu de reconciliación y comunión, en un amor preferencial por los más sufridos.

Ceferino es conocido y amado por muchos. Es uno de nosotros.

Los niños y los jóvenes encuentran en él un ejemplo de vida que despierta y sostiene su esperanza. Ceferino es para ellos un modelo que da razones para vivir en el descubrimiento de la vocación a la que cada uno está llamado.

Los adultos, en especial los padres de familia, encuentran en él sostén para cuidar todo lo que es importante: los hijos, la unión de la familia, el trabajo honesto y sacrificado.

Los ancianos, nuestros abuelos, encuentran en él serenidad y gratitud para mirar la vida vivida.

Los enfermos encuentran en él valor y fuerzas, porque él mismo vivió y sufrió la experiencia de la enfermedad.

Los pobres, marginados y excluidos encuentran en él un mensaje de dignidad y la invitación a no renunciar a ser protagonistas de la historia.

Los poderosos descubren en él un fuerte llamado a no aferrarse a sus bienes y a su poder, sino a recorrer el camino del compartir, del abrirse a los demás, del hacer de nuestro mundo la mesa de todos.

La gente de campo encuentra en él al compañero que está con ellos en el duro trabajo de cada día, y los alienta en su lucha por preservar la tierra de todo emprendimiento irresponsable que sólo busca intereses económicos para unos pocos.

La gente de la ciudad, en el ritmo acelerado que le impone la vida, encuentra en él la mano amiga que hace a Dios cercano y ayuda a descubrir al vecino como hermano.

Los pueblos originarios descubren en él aquel valioso mensaje de cuidar y ofrecer los bienes de su cultura, a valorar el amor a la vida, el sentido de familia y de pertenencia a la comunidad, el amor y el cuidado a la tierra, la apertura a Dios.

Los variados grupos religiosos aprenden de él a reconocer y apreciar las expresiones religiosas distintas, y recorrer caminos de diálogo y de colaboración.

Los que no tienen fe, los desalentados, golpeados y abrumados, encuentran en él un signo de esperanza y de confianza en su caminar.

La Iglesia toda descubre en él un llamado a renovar la fe en Cristo, en la responsabilidad de hacerla vida y anuncio para cada uno.

Todos recibimos de él un mensaje de reconciliación.

Estos son algunos de los mensajes que descubrimos en Ceferino: alguien cercano, que nos hace vivir la alegría de ser hijos de Dios. Alguien cercano que nos hace hermano de todos. La beatificación confirma esta cercanía y renueva su testimonio de vida.

Que para nosotros y para todos ustedes, este acontecimiento signifique y exprese la bendición de nuestro Padre Dios y el cuidado de nuestra Madre la Virgen de Luján.

El milagro que dio paso a la beatificación de Ceferino Namuncurá



Valeria Varela vivía en Bialet Massé, Córdoba, y tenía 24 años cuando le diagnosticaron un caroecarcinoma que podría derivar en metástasis en unos pocos días, por lo que debía inmediatamente comenzar el tratamiento con quimioterapia. Después de pedirle al joven indígena se curó en forma instantánea, e incluso pudo concebir nuevamente. El hecho, absolutamente inexplicable para la ciencia, ocurrió en el año 2000.

Valeria se casó en 1998 con Joseph Koua, africano. A los tres meses quedó embarazada, sufrió un aborto espontáneo y en octubre de 2000 los médicos le detectaron el tumor maligno en el útero.

Era un viernes y debía comenzar con la quimioterapia el lunes siguiente. Esa noche, contó, encontró una revista sobre Ceferino Namuncurá, con quien se sintió identificada por la juventud, y le «exigió» que la ayudara.

El lunes siguiente, al realizarle los estudios previos al tratamiento, los médicos vieron que no había ningún tumor. El cáncer había desaparecido completamente y hoy es madre de tres hijas.

La causa llegó a Roma desde Córdoba, donde durante cuatro años se estudió y la Congregación para las Causas de los Santos dictaminó que, desde el punto de vista clínico, la curación sometida a su juicio científico, era inexplicable.

La sesión del 15 de mayo de cardenales y obispos que forman parte de dicha congregación aprobó por unanimidad el milagro atribuido a la intercesión del venerable Siervo de Dios Ceferino Namuncurá. Y el pasado 6 de julio, Benedicto XVI firmó el decreto sobre el milagro por lo que Ceferino será declarado beato.

Ceferino será beatificado el próximo domingo a las 11 en Chimpay, su suelo natal, en una ceremonia que estará presidida por el Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone sdb.

Es la primera vez que se realizará una ceremonia de beatificación en la Argentina. Según los organizadores, se estima que asistirán más de 100 mil peregrinos, hecho que convertirá al país en el centro de un acontecimiento de fe religiosa, devoción y esperanza para los jóvenes católicos.

En la ceremonia estará presente el Padre Pascual Chávez Villanueva, Rector Mayor de los Salesianos, junto con algunos miembros del Consejo General, y numerosos obispos.