martes, 29 de octubre de 2013

Miguel Rua (1837-1910), Primer Sucesor de Don Bosco

Beatificado el 29-10-1972

Por mitades en todo


HOY CELEBRAMOS SU DÍA

Nacido en Turín el 9 de junio de 1837, el menor de nueve hijos, Miguel ingresó al Oratorio en 1852. Un día Don Bosco le dijo “Iremos por mitades en todo”.
Estaba en el primer grupo al que Don Bosco le sugirió la formación de una Sociedad Salesiana.

Sus múltiples roles

Durante 36 años fue su colaborador más cercano en todas las etapas del desarrollo de la Congregación.
Hizo su profesión en 1835; a los 22 años (1859) fue el primer director espiritual de la Congregación y en 1860 fue ordenado.
A los 26 años (1863-1865) se convirtió en el primer director del Colegio Mirabello y más tarde fue el vicario de Valdocco, con sus 700 alumnos, y de la Congregación.
Fue administrador de “Letture Cattoliche” (Lecturas Católicas), responsable de la formación y del personal (1869).
En 1875 se convirtió en el Director General de las Hermanas Salesianas y acompañó a Don Bosco en sus viajes.

El primer sucesor de Don Bosco



En 1884, por explícita solicitud del Fundador, el Papa León XIII lo designó sucesor de Don Bosco y en 1888 lo confirmó como Director General.
El Padre Rua era visto como la “regla viva” debido a su austera fidelidad; sin embargo, también demostró un espíritu paterno que era capaz de gran consideración, tanto que era conocido como el “rey de la bondad”.

Crecimiento extraordinario

Con el crecimiento de la cantidad de cofrades y del desarrollo de las obras, envió salesianos a todas partes del mundo, prestando especial atención a las expediciones misioneras.

En sus largos viajes por Europa y Medio Oriente, él consoló y animó, siempre mirando hacia el Fundador: “Don Bosco dijo… Don Bosco hizo… Don Bosco quería…”.

Cuando murió, el 6 de abril de 1910 a la edad de 73 años, la Congregación había crecido de 773 Salesianos a 4.000, de 57 casas a 345, de 6 provincias a 34 en 33 países.

Fiel continuidad del espíritu de Don Bosco



En semejante cuadro de fidelidad a Don Bosco, las características más salientes de Don Rua fueron - entre otras - una grande y amable apertura pastoral y social, una laboriosidad incansable siguiendo el binomio de Don Bosco "trabajo y templanza", y, además, delicadeza humana, mansedumbre cordial, predilección por los jóvenes pobres, espíritu oratoriano por el que “cada casa - decía - debe ser un oratorio", ardiente celo misionero, solicitud por los seglares…

Don Rua heredó de Don Bosco un vivo interés por los jóvenes trabajadores y por la clase obrera, y una gran simpatía por toda forma de organizaciòn destinada a proteger y a defender los derechos del hombre.

En relaciones cordiales con el reformador social francés Leone Harmel desde 1875, prestó apoyo y asistencia a los numerosos grupos de obreros del otro lado de los Alpes que repetidas veces manifestaron también en Italia y también delante del Papa de la "Rerum Novarum" sus opciones cristianas de obreros.

A este trabajo del B.M. Rua se debe la fundación en Turín del primer Sindicato Católico de las Obreras de la Moda, y no fueron infrecuentes sus iniciativas en casos de huelgas para restablecer - salvados los derechos fundamentales de las personas - las relaciones más justas entre obreros y patronos. La fama de santidad que acompañó a Don Rua durante toda su vida creció después de su muerte.

Pablo VI lo beatificó el 29 de octubre de 1972.
Cuando lo beatificó, el Papa Pablo VI dijo: “La Familia Salesiana le debe su origen a Don Bosco, al Padre Rua su continuidad… él convirtió el ejemplo del Santo en un colegio, su Regla en un espíritu, su santidad en un modelo.
Transformó el arroyo en un río”.
Sus restos son venerados en la cripta de la Basílica de María Auxiliadora.
Su memorial se celebra el 29 de octubre.