lunes, 3 de noviembre de 2008

El Papa pide evangelizar realidad de la muerte y la vida eterna

Al presidir el rezo del Ángelus Dominical, el Papa Benedicto XVI recordó la conmemoración de todos los fieles difuntos haciendo un llamado a evangelizar la realidad de la muerte y la vida eterna para que la verdad cristiana no se mezcle con “mitologías de varios géneros”.

503

“Hoy con el alma dirigida a esta realidad última conmemoramos a todos los fieles difuntos que nos han precedido con el signo de la fe y duermen el sueño en paz”, señaló el Papa y subrayó la importancia de que los cristianos “vivamos la relación con los difuntos en la verdad de la fe, y miremos a la muerte y al más allá en la luz de la revelación”.

“Es necesario también hoy evangelizar la realidad de la muerte y de la vida eterna, realidad especialmente sujeta a creencias supersticiosas y a sincretismos, para que la verdad cristiana no arriesgue mezclarse con mitologías de todo tipo”, señalo el Pontífice.

Asimismo, cuestionó si “¿los hombres y las mujeres de nuestra época desean aún la vida eterna? ¿o quizá la existencia terrena se ha convertido en el único horizonte?”

504

El Papa recordó que la “vida beata” es una esperanza común a los “hombres de todos los tiempos y de todos los lugares” y precisó que la esperanza cristiana “no es sólo individual, sino que es siempre esperanza para los demás. Nuestras existencias están profundamente unidas unas con otras, y el bien y el mal que cada uno hace afecta siempre a los otros”.

“De este modo la oración de un alma peregrina en el mundo, puede ayudar a otras almas que se están purificando tras la muerte. Es por esto que la Iglesia nos invita a rezar por nuestros queridos difuntos y a detenernos ante sus tumbas en los cementerios. Que María, estrella de la esperanza, haga más fuerte y auténtica nuestra fe en la vida eterna y acompañe nuestra oración de sufragio por los fieles difuntos”, indicó.

Tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, Benedicto XVI saludó a todos los fieles en varios idiomas. En español dijo:  “Saludo con afecto a los fieles de lengua española aquí presentes. En la conmemoración de los fieles difuntos, la Iglesia con amor maternal, nos invita a ofrecer sufragios por nuestros seres queridos que han dejado ya este mundo, y de modo especial por los más necesitados de la misericordia de Dios. En nuestra oración personal y en el Sacrificio Eucarístico, pedimos al Señor que los purifique totalmente para que puedan gozar de la paz y del descanso eterno. Que Dios os bendiga”.

502

Como es tradición, por tarde, el Papa realizó una visita privada a las grutas vaticanas para rezar por los papas allí sepultados y por el alma de todos los fallecidos.

La santidad está al alcance de todos, recuerda el Papa

Miles de fieles se dieron cita en la Plaza de San Pedro en el día de la Solemnidad de todos los Santos para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien en sus palabras iniciales describió el espectáculo de la santidad como meta espiritual hacia la que todos los bautizados deben caminar mediante el camino de las bienaventuranzas evangélicas.

499

“Todos los santos traen impreso el ‘sello’ de Jesús, es decir la huella de su amor, testimoniado a través de la Cruz. Todos están en el gozo, en una fiesta sin fin, pero como Jesús, esta meta ha sido conquistada mediante la fatiga y la prueba, afrontando cada uno la propia parte del sacrificio para participar en la gloria de la resurrección”, dijo el Papa al hablar de los santos.

El Pontífice ilustró la realidad de los santos diciendo: “al visitar un jardín botánico, uno queda sorprendido ante la variedad de plantas y de flores, y espontáneamente piensa en la fantasía del Creador que hizo de la tierra un maravilloso jardín. Un sentimiento análogo nos inunda cuando consideramos el espectáculo de la santidad: el mundo aparece como un ‘jardín’, donde el Espíritu de Dios ha suscitado con gran fantasía una multitud de santos y santas, de toda edad y condición social, de todo idioma, pueblo y cultura. Cada uno es diverso del otro, con la singularidad de la propia personalidad humana y del propio carisma espiritual”.

497

También hizo notar que “la Solemnidad de Todos los Santos se afirmó durante el primer milenio cristiano como una celebración colectiva de los mártires”, y que tal martirio puede ser considerado en sentido amplio, es decir “como el amor por Cristo sin reservas, amor que se expresa en el don total de sí a Dios y a los hermanos. Esta meta espiritual a la que todos los bautizados deben dirigirse, se alcanza siguiendo el camino de las ‘bienaventuranzas’ evangélicas, que la liturgia nos indica en la hodierna solemnidad”.

“Se trata –dijo el Papa- del mismo camino trazado por Jesús, que tantos santos se han esforzado en recorrer, conscientes de sus límites humanos. En la existencia terrena fueron pobres en espíritu, adolorados por los pecados, mansos, hambrientos y sedientos de justicia, misericordiosos, puros de corazón, operadores de paz, perseguidos. Y Dios los ha hecho partícipes de su misma felicidad: la han pre gustado en este mundo y la gozan en plenitud en el más allá. Es ahora que son consolados, herederos de la tierra, sacios, perdonados, ven a Dios. En una palabra: ‘de ellos es el Reino de los Cielos’”.

El Papa terminó sus palabras introductorias exhortando a reavivar “en nosotros la atracción hacia el Cielo, que nos impulsa y apresura el paso de nuestro peregrinar terreno. Sentimos encenderse en nuestros corazones el deseo de unirnos por siempre a la familia de los santos, de la que ya somos parte”. Seguidamente se rezó el Ángelus, el Papa saludó a los presentes en diversos idiomas e impartió su Bendición Apostólica.