lunes, 16 de junio de 2008

Santo Padre a jóvenes: Sed apóstoles de vuestros coetáneos

En su visita a la localidad italiana de Brindisi, el Papa Benedicto XVI recordó a la juventud que "sois el rostro joven de la Iglesia; no dejéis de ofrecerle vuestra aportación para que el Evangelio que proclama se difunda por doquier. Sed apóstoles de vuestros coetáneos".

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El Santo Padre afirmó también a los jóvenes que "conozco en particular el peso que grava sobre tantos de vosotros y sobre vuestro futuro debido al fenómeno dramático del desempleo. Del mismo modo sé que vuestra juventud está asediada por la lisonja de fáciles ganancias, de la tentación de refugiarse en paraísos artificiales o de formas distorsionadas de satisfacción material".

"No sucumbáis a las insidias del mal! Buscad ante todo una existencia rica de valores, para dar vida a una sociedad más justa y abierta al futuro. Depende de vosotros que el progreso llegue a ser un bien para todos. Y el camino del bien tiene un nombre: amor", precisó el Papa.

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Seguidamente destacó que "el amor de Dios tiene el rostro dulce y compasivo de Jesucristo. Este es el centro del mensaje cristiano: Cristo es la respuesta a vuestras preguntas y problemas. Seguidlo fielmente y para encontrarlo amad a su Iglesia, sentíos responsables de ella, no huyáis de ser, cada uno en su ámbito, protagonistas decididos".

Benedicto XVI también hizo un llamado a defender la vida y la familia, ante el "ataque de numerosas fuerzas que intentan debilitarla. ¡Qué necesario y urgente es, también frente a estos retos, que todas las personas de buena voluntad se comprometan a salvaguardar a la familia, base sólida sobre la que construir la vida de toda la sociedad!".

Benedicto XVI: "¿Por qué es hermoso ser joven?"

Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI a miles de jóvenes en la plaza Matteotti de Génova el 18 de mayo durante la visita pastoral a esa ciudad.

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* * *

Queridos jóvenes:

Lamentablemente, la lluvia me persigue en estos días, pero aceptémosla como signo de bendición, de fecundidad para la tierra, y también como símbolo del Espíritu Santo, que viene a renovar la tierra, incluida la tierra árida de nuestras almas.

Vosotros sois la juventud de Génova.

Me alegra veros aquí. Os abrazo con el corazón de Cristo.

Doy las gracias a los dos representantes que han actuado como portavoces vuestros.

Y agradezco a todos el trabajo de preparación, no sólo exterior, sino sobre todo espiritual: con la adoración eucarística y la vigilia de oración habéis salido al encuentro del Espíritu Santo y, en el Espíritu, habéis entrado en la fiesta de la Santísima Trinidad, que celebramos hoy. Gracias por este camino que habéis recorrido.

También os agradezco vuestro entusiasmo, que siempre debe caracterizar vuestra alma, no sólo en los años de la juventud, llenos de expectativas y sueños, sino siempre, incluso cuando hayan pasado los años de la juventud y comencéis a vivir otras etapas de vuestra vida. Pero en el corazón todos debemos seguir siendo jóvenes.

Es hermoso ser jóvenes.

Hoy todos quieren ser jóvenes, permanecer jóvenes, y se disfrazan de jóvenes, aunque el tiempo de la juventud haya pasado de manera visible.

Me pregunto -he reflexionado-: ¿por qué es hermoso ser joven? ¿Por qué el sueño de la juventud perenne? Me parece que son dos los elementos determinantes.

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La juventud tiene todavía el futuro por delante; todo es futuro, tiempo de esperanza. El futuro está lleno de promesas.

Para ser sinceros, debemos decir que para muchos el futuro también se presenta oscuro, sembrado de amenazas.

Hay incertidumbre: ¿encontraré un puesto de trabajo?, ¿encontraré una vivienda?, ¿encontraré el amor?, ¿cuál será mi verdadero futuro?

Y ante estas amenazas, el futuro también puede presentarse como un gran vacío. Por eso, hoy muchos quieren detener el tiempo, por miedo a un futuro en el vacío.

Quieren aprovechar al máximo inmediatamente todas las bellezas de la vida.

Y así el aceite en la lámpara se consuma cuando la vida debería comenzar. Por eso es importante elegir las verdaderas promesas, que abren al futuro, incluso con renuncias. Quien ha elegido a Dios, incluso en la vejez tiene ante sí un futuro sin fin y sin amenazas.

Por tanto, es importante escoger bien, no arruinar el futuro.

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Y la primera opción fundamental debe ser Dios, Dios revelado en su Hijo Jesucristo. A la luz de esta opción, que nos ofrece al mismo tiempo una compañía para el camino, una compañía fiable, que no nos abandona nunca, se encuentran los criterios para las demás opciones necesarias. Ser joven implica ser bueno y generoso.

Y la bondad en persona es Jesucristo, el Jesús que conocéis o que busca vuestro corazón. Él es el Amigo que no traiciona nunca, fiel hasta la entrega de su vida en la cruz. Rendíos a su amor.

Como lleváis escrito en vuestras camisetas preparadas para este encuentro: "Liberaos" gracias a Jesús, porque sólo él puede libraros de vuestras preocupaciones y de vuestros temores, y colmar vuestras expectativas. Él dio su vida por nosotros, por cada uno de nosotros. ¿Podría defraudar vuestra confianza? ¿Podría llevaros por senderos equivocados? Sus caminos son caminos de vida, llevan a los pastos del alma, aunque sean escarpados y difíciles.

Queridos amigos, os invito a cultivar la vida espiritual. Jesús dijo: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos.

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El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada" (Jn 15, 5). Jesús no hace juegos de palabras; es claro y directo. Todos le entienden y toman posición.

La vida del alma es encuentro con él, Rostro concreto de Dios. Es oración silenciosa y perseverante, es vida sacramental, es Evangelio meditado, es acompañamiento espiritual, es pertenencia cordial a la Iglesia, a vuestras comunidades eclesiales.

Pero ¿cómo se puede amar, entrar en amistad con alguien a quien no se conoce? El conocimiento impulsa al amor y el amor estimula el conocimiento. Así sucede también con Cristo.

Para encontrar el amor con Cristo, para encontrarlo realmente como compañero de nuestra vida, ante todo debemos conocerlo. Como los dos discípulos que lo siguen después de escuchar las palabras del Bautista y le dicen tímidamente: "Rabbí, ¿dónde vives?" (Jn 1, 38), quieren conocerlo de cerca.

Es el mismo Jesús quien, hablando con los discípulos, distingue: "¿Quién dice la gente que soy yo?" (cf. Mt 16, 13), refiriéndose a los que lo conocen de lejos, por decirlo así "de segunda mano".

"Y vosotros ¿quién decís que soy yo?", refiriéndose a los que lo conocen "de primera mano", habiendo vivido con él, habiendo entrado realmente en su vida personalísima hasta convertirse en testigos de su oración, de su diálogo con el Padre.

Así, es importante que tampoco nosotros nos limitemos a la superficialidad de tantos que escucharon algo acerca de él: que era una gran personalidad, etc..., sino que entremos en una relación personal para conocerlo realmente.

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Y esto exige el conocimiento de la Escritura, sobre todo de los Evangelios, donde el Señor habla con nosotros. Estas palabras no siempre son fáciles, pero entrando en ellas, entrando en diálogo, llamando a la puerta de las palabras, diciendo al Señor: "Ábreme", encontramos realmente palabras de vida eterna, palabras vivas para hoy, tan actuales como lo fueron en aquel momento y como lo serán en el futuro.

Este coloquio con el Señor en la Escritura no debe ser nunca un coloquio individual; ha de hacerse en comunión, en la gran comunión de la Iglesia, donde Cristo está siempre presente, en la comunión de la liturgia, del encuentro personalísimo de la sagrada Eucaristía y del sacramento de la Reconciliación, donde el Señor me dice: "Te perdono".

Un camino muy importante es también ayudar a los pobres, a los necesitados, tener tiempo para los demás.

Hay muchas dimensiones para entrar en el conocimiento de Jesús. Naturalmente están también las vidas de los santos.

Tenéis numerosos santos aquí, en Liguria, en Génova, que nos ayudan a encontrar el verdadero rostro de Jesús. Sólo así, conociendo personalmente a Jesús, podemos también comunicar esta amistad nuestra a los demás; podemos superar la indiferencia. Porque, aunque parezca invencible -en efecto, a veces, la indiferencia da la impresión de no necesitar a Dios-, en realidad, todos saben qué les falta en su vida.

Sólo cuando descubren a Jesús caen en la cuenta: "Esto era lo que yo esperaba". Y nosotros, cuanto más amigos seamos de Jesús, tanto más podremos abrir el corazón a los demás, para que también ellos sean realmente jóvenes, es decir para que tengan ante sí un gran futuro.

Al final de este encuentro tendré la alegría de entregar el Evangelio a algunos de vosotros como signo de un mandato misionero. Id, queridos jóvenes, a los ambientes de vida, a vuestras parroquias, a los barrios más difíciles, a los caminos. Anunciad a Cristo, el Señor, esperanza del mundo.

El hombre, cuanto más se aleja de Dios, su Fuente, tanto más se extravía; la convivencia humana se hace difícil, y la sociedad se disgrega.

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Estad unidos entre vosotros, ayudaos a vivir y a crecer en la fe y en la vida cristiana, para que podáis ser testigos intrépidos del Señor. Estad unidos, pero no cerrados.

Sed humildes, pero no tímidos.

Sed sencillos, pero no ingenuos.

Sed sensatos, pero no complicados.

Entrad en diálogo con todos, pero sed vosotros mismos.

Permaneced en comunión con vuestros pastores: son ministros del Evangelio, de la divina Eucaristía, del perdón de Dios.

Para vosotros son padres y amigos, compañeros de camino. Los necesitáis y ellos os necesitan, todos os necesitamos.

Cada uno de vosotros, queridos jóvenes, si permanece unido a Cristo y a la Iglesia, puede realizar grandes cosas. Este es el deseo que formulo para vosotros y que os dejo como consigna.

A los que estáis inscritos para participar en el Encuentro mundial de julio en Sydney os digo: "¡Hasta la vista!". Extiendo este saludo a todos, porque todos podéis seguir ese acontecimiento incluso desde aquí. Sé que en esos días las diócesis organizarán con ese motivo momentos comunitarios, para que los jóvenes del mundo entero vivan de verdad un nuevo Pentecostés.

Os encomiendo a la Virgen María, modelo de disponibilidad y de humilde valentía para aceptar la misión del Señor. Aprended de ella a hacer de vuestra vida un "sí" a Dios. Así Jesús vendrá a habitar en vosotros, y lo llevaréis con alegría a todos.

Vivir la Jornada de la Juventud desde otros lugares del planeta

logo SYDNEY2008A Ante la Jornada Mundial de la Juventud, "todo" menos "indiferencia" o "pasar de ello".

Lo propone en esta entrevista monseñor Raúl Berzosa, obispo auxiliar de la diócesis española de Oviedo, interpelado por Zenit ante el encuentro mundial de jóvenes que tendrá lugar en julio en Sydney, Australia.

Monseñor Berzosa destaca tres maneras para vivir la JMJ para quien no estará en el continente australiano: concentraciones simultáneas, unión con el evento con los medios y también con la oración, y reflexionar y orar posteriormente los mensajes que el Papa Benedicto XVI dejará como testamento y programa de vida.

--¿Qué expectativas hay ante esta Jornada Mundial de la Juventud en un lugar tan "lejano" como Australia?

--Monseñor Berzosa: Primero, deseo realizar una matización: Cuando hablamos de lejanía, tal vez estamos contemplando el mundo desde Europa, con un cierto complejo de "eurocentrismo".

Precisamente el catolicismo, que es universalidad, es otra cosa: abarca la totalidad y se puede contemplar desde cualquier parte, porque la Iglesia es comunión y el centro es Cristo.

El mismo en Europa, en Asia, en América, en África o en Oceanía. Todas las partes geográficas son iguales e importantes.

Expresado lo anterior, esta Jornada Mundial de la Juventud quiere dar a entender y reforzar precisamente ésto: la comunión entre los jóvenes católicos de todo el planeta, y la visibilidad o manifestación pública y sin complejos de que los jóvenes también siguen hoy y se quieren configurar en este siglo con Jesucristo.

En otras palabras, una vez más se quiere hacer patente el reto que nos legó el Papa Juan Pablo II: "se puede ser joven de hoy y, a la vez, cristiano".

--¿Cómo se podrá vivir esta Jornada desde otros puntos del planeta?

--Monseñor Berzosa: De tres maneras principales: si es posible, primero, con concentraciones simultáneas y estratégicas en diferentes puntos geográficos, uniéndonos al gran evento de Sydney.

Incluso utilizando los medios de comunicación más actuales (conexión on line, etc). Y, si esto no es posible, en segundo lugar, al menos unirnos a este evento, personalmente y en comunidad, mediante la oración y el seguimiento que podamos hacer a través de los mass media.

Todo, menos la indiferencia o el "pasar" de ello.

Además, y ya en tercer lugar, queda el gran reto de reflexionar y orar posteriormente los mensajes que el Papa Benedicto XVI nos dejará como testamento y programa de vida.

--Algunos jóvenes almorzarán con el Papa: ¿cree que serían positivos más encuentros fraternales, como comidas, entre la juventud y el Papa, si fuera posible organizarlo, en Roma, por ejemplo?

--Monseñor Berzosa: No estoy seguro si para un joven el tema de la comida con el Papa sería lo más importante. Sí lo es el encuentro personal, o al menos grupal y cercano, con él.

El catolicismo cree en las "mediaciones" y en "la encarnación" de las presencias de Dios. No hay duda de que el encuentro cercano con el Santo Padre, para un joven, es algo que puede marcar toda su vida y su vocación definitiva, como de hecho así ha sido con miles de ellos durante estos últimos años.

En cualquier caso, no olvidemos un refrán bien práctico: "Si quieres enseñar latín o matemátcas a Peter, primero conoce a Peter y, luego, se lo podrás enseñar". El contacto con el Papa, como en tiempos de Jesús, transforma existencias.

-Como obispo muy implicado con las nuevas generaciones, ¿qué impulso cree que dará esta Jornada Mundial de la Juventud?

--Mons. Berzosa: Será, por una parte, necesaria continuidad con los mensajes y vivencias de las anteriores Jornadas. Y, por otra, será una novedad. Benedicto XVI es siempre sorprendente. Habrá que estar muy atentos al Mensaje central que nos quiera regalar el Papa en esta ocasión y que marcará, sin duda, las líneas de pastoral juvenil para los próximos años.

-Si me lo consiente, una última pregunta: ¿España espera ser la nueva sede de la JMJ?

--Mons. Berzosa: No sólo lo espera, sino que lo desea; especialmente, a través de la archidiócesis de Madrid y de su pastor, el cardenal Rouco, los mensajes que se han venido transmitiendo al Santo Padre caminan en dicha dirección.

Personalmente, me uno a este deseo. Sería una gran alegría y una enorme gracia para esta Iglesia que peregrina en España. Por cierto, en la que un gran número de jóvenes está perdiendo sus raíces cristianas y hasta están aumentando las apostasías públicas de la fe. Aunque no se llega a discernir con claridad si es verdadera apostasía o una moda de "desafección eclesial".

Otros muchos jóvenes necesitan reavivar el rescoldo semiapagado de su fe. E incluso, algunos jóvenes, necesitan que alguien les hable de Jesucristo por primera vez. En esta dirección caminan las varias misiones jóvenes que se han realizado o se ha anunciado.