viernes, 19 de febrero de 2010

Sacerdotes obedientes que transformen el mundo para Dios, pide Benedicto XVI

En su tradicional encuentro al inicio de la Cuaresma con los párrocos y sacerdotes de Roma, en el marco del Año Sacerdotal, el Papa Benedicto XVI alentó a los presbíteros a ser plenamente hombres de Dios, animados por la obediencia y la libertad para transformar el mundo para el Señor que es el único que responde al corazón humano.

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En la lectio divina que presidió sobre algunos textos de la Carta a los Hebreos que hablan sobre el sacerdocio el Santo Padre se refirió además a un versículo del salmo 110: "Tú eres sacerdote para siempre como Melquisedec" que da nuevas luces en la comprensión del llamado sacerdotal.

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Según informa Radio Vaticano, Benedicto XVI explicó que "Jesús no solo cumple la promesa davídica, la expectativa del verdadero Rey de Israel, del mundo, sino que realiza también la promesa del verdadero sacerdote. El autor de la carta (a los hebreos) descubriendo este versículo ha entendido que en Cristo están unidas las dos promesas: Cristo es el verdadero Rey, el Hijo de Dios, pero también el verdadero sacerdote, y así, todo el mundo cultual, toda la realidad de los sacrificios, del sacerdocio que está en búsqueda del verdadero sacerdote, del verdadero sacrificio, encuentra en Cristo su llave, su cumplimiento".

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El Papa explicó luego que "un sacerdote para ser realmente mediador entre Dios y e hombre, debe ser hombre. El Hijo de Dios se hizo hombre para ser sacerdote, para poder realizar la misión del sacerdote. Esta es la misión del sacerdote, ser mediador, puente que une y así lleva al hombre a Dios, a su redención, a su verdadera luz, a su verdadera vida".

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Para ser verdaderamente puente entre Dios y los hombres, el sacerdote debe nutrirse siempre de la oración y la Eucaristía. "Solo Dios pueden atraerme, autorizarme, introducirme en la participación del misterio de Cristo, solo Dios puede entrar en mi vida y tomarme de la mano. Siempre de nuevo debemos retornar al sacramento, retornar a este don en el que Dios me da cuanto nunca yo no podría dar. Un sacerdote debe ser realmente un hombre de Dios, debe conocer a Dios de cerca y lo conoce en comunión con Cristo. Debemos vivir esta comunión".

Tras explicar que esta opción de vida exige que el sacerdote comparta los afectos según la voluntad de Dios, el Papa comentó que "se dice a veces: ‘ha mentido, es humano, ha robado, es humano’. Pero esto no es el verdadero ser humano. Humano es ser generoso, humano es ser bueno, humano es ser un hombre de justicia para así salir, con la ayuda de Cristo, de esta oscuridad de la naturaleza. Es un proceso de vida que debe comenzar en la educación al sacerdocio pero que debe continuar y realizarse en toda nuestra vida".

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Seguidamente el Santo Padre dijo que es necesario ser compasivos y solidarios con la debilidad humana, luchando siempre contra el pecado para purificar el alma de las personas.

"Nosotros los sacerdote no podemos retirarnos en un exilio, sino que estamos inmersos en la pasión de este mundo y debemos, con la ayuda de Cristo, en comunión con Cristo, buscar transformarlo, llevarlo hacia Dios", concluyó.