sábado, 24 de enero de 2009

NOVENA A DON BOSCO, DIA 4.


CELO DE SAN JUAN BOSCO POR LA SALVACION DE LAS ALMAS

La salvación de las almas es una empresa tan alta y tan sublime,
que ella sola constituye todo el objeto de la obra de la redención. Para llevarla a cabo encarnó, padeció y murió el hijo de Dios.

El oficio más alto y más divino que hay es cooperar con Dios a la salvación de las almas. Más estima Dios esta obra que crear los cielos y la tierra, porque estos solo los creó con su palabra; pero la conversión de un alma fue a costa de su sangre y vida.
A esta grande empresa se dedicó San Juan Bosco con todo el ardor de su corazón, hasta el punto de formar el lema de toda su vida, el que ya lo fue lo San Francisco de Sales:

Da mihi animas, cetera tolle: Señor, dadme almas y llevaos todo lo demás.

Una sola cosa es necesaria, solía decir: salvar el alma.
Este era el gran pensamiento que acostumbraba recordar a todos: a los jóvenes y a los viejos, a los pobres y a los ricos, a los poderosos del mundo y a los sacerdotes mismos.

Este era el primer saludo que dirigía a un niño recién entrado en el colegio, y la recomendación diaria que le hacia mientras veía que no se daba bien cuenta de la importancia de este negocio, y era también la ultima que le repetía, cuando definitivamente partía del Oratorio. Cuando después de años y años lo volvía a encontrar, con franqueza apostólica le repetía lo mismo.

“Dos cosas solas son las que yo temo” – acostumbraba a decir:

“El pecado que da muerte al alma, y la muerte temporal que sorprende al que se encuentra en desgracia de Dios”.

Hablando del deseo que tenia de salvar el alma de sus niños, llego a decir:

“Si yo tuviese tanto cuidado por el bien de mi alma, cuanto pongo por el alma de los demás, podría estar seguro de salvarme”.

– “Todo lo daría” – decía en otra ocasión –

“con tal de ganar el corazón de los niños, para podérselo regalar al Señor”.

Cuando le decían que so arruinase su salud con tan intenso e incesante trabajo, exclamaba:

“Haced que el demonio deje de engañar a tantos pobres niños y yo dejaré de sacrificarme por ellos.
Pero mientras el demonio busque nuevos ardides para perder las almas, no dejaré yo de intentar nuevos medios para salvarlas”.

Estaba tan penetrado del lugar que en esta batalla contra el demonio le había
señalado Dios, que en esto parecía olvidarse de la habitual humildad y moderación que ponía en sus palabras.

– “Cuando muera Don Bosco” – decía en una ocasión a don Berto, -

“la gente dirá: ¡pobrecito! También a él le ha tocado morir; pero el que hará fiesta y se alegrará mucho será el demonio que dirá: “ha desaparecido aquel que me ha hecho tanta guerra y trastornaba mis obras”.

Esta era toda la gloria de San Juan Bosco: desbaratar los planes del demonio y sus malvadas empresas, arrebatándole muchas almas para entregárselas al Señor.

Escribiendo al superior de sus misioneros de América les decía: “Haz llegar al oído de nuestros hermanos en religión estas palabras: nosotros queremos almas, y nada mas que almas. ¡Ah señor!, dadnos, si queréis, cruces, espinas y persecuciones de todo género con tal que podamos salvar almas, y entre ellas la nuestra”.

No nos mostremos indiferentes en esta gran empresa de la salvación de las almas.
Imitemos a nuestro santo, con nuestras oraciones y esfuerzo personal o con nuestro óbolo generoso, dando parte de nuestros bienes.

La recompensa será Grande sobremanera.


UNA COMPACTADORA QUE SE HACE LIGERA COMO UNA PLUMA.

De un documento público, autorizado y firmado por el notario Don Domingo Misté, extractamos el siguiente relato:

El 24 de septiembre de 1933, se colocó solemnemente en el patio llamado de la Inmaculada, del Oratorio de Valdagno (Italia), en una hornacina expresamente preparada, una estatua de San Juan Bosco, para que desde ella ejerza su protección sobre los jóvenes que, en número de mil frecuentan dicho oratorio para recrearse y educarse.

El martes, día 26 del mismo mes a las cuatro de la tarde, San Juan Bosco se dignó dar una prueba de su particular benevolencia hacia los niños valdañeses, cuyo patrocinio ha aceptado de modo evidente, interviniendo en el hecho que vamos a referir y que, dentro de las leyes naturales no tiene explicación posible.

Un numeroso número de niños se hallaba a esa hora jugando en el patio y haciendo rodar un pesado cilindro de granito que se utilizaba para compactar la tierra, dicho objeto lo habién dejado ahi algunos operarios.

Mientras era arrastrado el cilindro compactador, el niño Alfredo Tirapelle de 9 años de edad, cayó de bruces en el suelo, de tal manera que la pesada mole rodo por completo por encima de su cuerpecito, de pies a cabeza pero sin ocasionarle la mas minima lesión.

Es evidente que alguna fuerza misteriosa tuvo que aligerar o suspender en aquel momento la pesada mole, para que no fuese aplastado el vientre y no se fracturara el craneo del niño.

Apenas hubo pasado la gigante mole por el cuerpo del niño, y todos los presente temian que el chiquillo hubiera quedado mal por el peso del objeto con la correspondiente angustia, cuando de pronto ven que el pequeño se levanta tranquilamente a correr y a tomar un poco de agua y luego se reincorporaba para seguir jugando con sus amigos.

El niño Tirapelle declara que o sintio nada de presión sobre su cuerpo y le parecio que el objeto hubiese sido muy fragil.
Dice además que es muy devoto de San Juan Bosco y el día anterior habia hecho la Santa Comunión y en el momento que el objeto paso sobre su cuerpo el penso en el santo.

ORACIÓN.

OH BIENAVENTURADO DON BOSCO, TU, QUE AMASTE CON AMOR INEFABLE A TODAS LAS ALMAS, Y QUE PARA SALVARLAS ENVIASTES A TUS HIJOS HASTA LOS ULTIMOS CONFINES DE LA TIERRA, HAS QUE TAMBIÉN NOSOTROS PENSEMOS CONTINUAMENTE EN LA SALVACIÓN DE NUESTRAS ALMAS Y COOPEREMOS CON TODOS LOS MEDIOS POSIBLES A SALVAR A TANTOS POBRES HERMANOS NUESTROS.


Padre nuestro, avemaría y gloria al padre…
San Juan Bosco Rogad por nosotros.

NOVENA A DON BOSCO, DIA 3.


VIDA INTERIOR DE SAN JUAN BOSCO

La vida interior no es mas que la convicción intima de que el hombre no tiene otro destino en este mundo que el de conocer, amar y servir a Dios, y la dedicación que hace de su vida a este supremo fin, sin olvidar que la vida de su alma es Jesucristo, puesto que sin el no puede hacer nada que sea agradable y meritorio ante los divinos ojos, ni puede reportar fruto alguno en las obras de celo que emprenda por la salvación de las almas.

Los santos así lo han comprendido, y han hecho de la vida interior o unión con Dios, el alma de toda su actividad.

Quien ha estudiado a Don Bosco solo a través de su intensa actividad, lo ha
definido: “un santo de acción”. Y en realidad lo fue.

Pero si alguno pensase que entregado por completo a un trabajo incesante de educación de la juventud y de reconstrucción cristiana y social, no se alimentase y viviese de la oración y de esta no hubiese hecho el punto de apoyo de toda su actividad, estaría en grande error.

Toda la vida de este hombre extraordinario fue oración y trabajo.

Su trabajo fue continua oración y la oración fue el fundamento y el alma de toda su obra.

Su vida estuvo siempre absorta en las cosas divinas y eternas, aun cuando tenía aquellas ocupaciones materiales que por su naturaleza parecen ser opuestas a las elevaciones del espíritu.

Por esto, en cualquier momento que se acudiese a él para pedirle consejo parecía que interrumpía los coloquios con Dios para escuchar lo que se le decía, y que Dios mismo le inspiraba los consejos que daba.

“La oración, -dice el gran pontífice Pío XI que conoció personalmente a nuestro santo, - fue una de las mas hermosas características de Don Bosco, y consistió en que estando presente a todas las cosas y ocupado en una serie continua de negocios y consultas, tuvo el espíritu fuera de aquellas cosas, siempre en alto, en donde nada podía perturbar la serenidad de su espíritu, en donde la calma reina siempre como soberana, de modo que en el se cumplía aquel principio de la vida cristiana: qui laborat orat, el que trabaja ora.

Esto ha sido lo que mas atrae la admiración sobre sus hijos, porque fue la característica del padre.

¿De donde, - continua el Sumo pontífice, - este gran Siervo de Dios, ha sacado aquella inagotable energía para llevar a cabo tantas obras? El secreto, el mismo lo ha manifestado en aquel lema tan repetido en toda obra Salesiana: Da mihi animas caetera tolle: Señor, dadme almas y llevaos todo lo demás”.

“Este es el secreto de su corazón, el amor a las almas; Pero amor verdadero porque
no era mas que el reflejo del amor que tenia a nuestro Señor Jesucristo; las almas él las veía en el corazón, en la sangre preciosísima de nuestro Señor Jesucristo, de modo que no había sacrificio o empresa que no se atreviese a llevar a cabo para ganar las almas, tan intensamente amadas de nuestro señor. Esta es precisamente, exclama conmovido el mismo sumo pontífice, la heroisisima particularidad de la figura de este gran amador de las almas, que se impone ahora mas que nunca a la atención y admiración de todos”.

Dios, y siempre Dios, era su pensamiento, su esperanza y su vida. “parecía, -dice
monseñor Anfossi, - que su espíritu estuviese continuamente absorto en la contemplación de Dios”.

Si queremos progresar rápidamente en la perfección y producir abundantes frutos de salvación en nuestros prójimos, vivamos como San Juan Bosco en intima unión con Dios, de lo contrario seremos sarmientos separados de la Vid.


CURACIÓN PRODIGIOSA

Asilo Bordaul, Versoul 11 de abril de 1888.
Revmo. señor Don Miguel Rua:

¡Gracias sean dadas a Maria Auxiliadora y a su fiel siervo Don Bosco!
La enferma por cuya salud le suplicamos mandara hacer una novena, se ha levantado el domingo por la mañana, ocho de abril, y no ha vuelto a sentir mal alguno.

Tiempo hacia que una úlcera en el estomago le ocasionaba dolorosos vómitos de Sangre. Hace ocho meses que para evitarlos, según prescripción médica solo tomaba leche.

Cuantas veces intento tomar un poco de caldo o de sopa, no pudo digerirlo; el pan le estaba absolutamente prohibido.

Con este régimen su debilidad llegó a ser extrema y aunque se vio libre de los vómitos, sentía tan fuertes dolores de estomago que casi le paralizaban el brazo derecho.

En tal estado recurrimos a Don Bosco, y rogamos a vuestra reverencia que mandara hacer una novena por la salud de la enferma.

En los primeros días de la novena, aumentárose sus padecimientos.
Parecía que Don Bosco quería extremar las cosas.

El día Séptimo volvieron aparecer los vómitos de sangre con más fuerza que nunca.
No pudiendo ella tomar nada, ni siquiera leche, creímos que había llegado la hora de prepararla a morir.
No obstante, la enferma esperaba sanar, y en presencia del medico nos dijo que se levantaría y que comería pan al día siguiente.

El doctor se sonrió, le recomendó que evitara todo movimiento, y ordenó que no se le diera más que leche.
Paso la noche muy mal hasta las cuatro de la mañana, hora en que se quedo dormida.

Después del breve sueño se despertó, y como no sintiera mal alguno, con gran
asombro de la comunidad se levantó, y se puso a comer un buen pedazo de pan tierno.

¡Estaba curada! Ya no sentía el más leve dolor.

Asistió a misa y a las vísperas y comió con nosotras.

Ocho meses hacía, repito, que solo podía comer leche.

Al día siguiente, esto es el lunes, último de la novena, nos dirigimos todas en romería a un santuario de la santísima Virgen, situado en una colina cercana; ¡al bajar la pendiente la enferme corría como un niño! No cabía la menor duda de que su curación era completa.

Continúa en buen estado, y esto nos prueba la bondad de la Reina del cielo que ha querido glorificar a su siervo Don Bosco concediendo esta gracia a nuestro asilo.

Sor Fulgencio, Superiora.

ORACION

¡Oh bienaventurado Don Bosco! Tú que a fin de continuar y extender siempre más tu santo apostolado, fundaste la sociedad salesiana y el instituto de hijas de Maria
Auxiliadora y les diste el lema:

“Templanza y trabajo”

Haz que los miembros de estas dos familias religiosas estén siempre llenos de tu espíritu y sean fieles imitadores de tus heroicas virtudes.
Así sea.

Padre nuestro, avemaría y gloria al padre…
San Juan Bosco Rogad por nosotros.

DIA DE SAN FRANCISCO DE SALES


Últimos meses y muerte del Santo:

En 1622, el duque de Saboya, que iba a ver a Luis XIII en Aviñón, invitó al santo a reunirse con el en aquella ciudad. Movido por el deseo de abogar por la parte francesa de su diócesis, el obispo aceptó al punto la invitación, aunque arriesgaba su débil salud un viaje tan largo, en pleno invierno.

Parece que el santo presentía que su fin se acercaba. Antes de partir de Annecy puso en orden todos sus asuntos y emprendió el viaje como si no tuviera esperanza de volver a ver a su grey. En Aviñón hizo todo lo posible por llevar su acostumbrada vida de austeridad; pero las multitudes se apiñaban para verle y todas las comunidades religiosas querían que el santo obispo les predicara.

En el viaje de regreso, San Francisco se detuvo en Lyon, hospedándose en la casita del jardinero del convento de la Visitación. Aunque estaba muy fatigado, pasó un mes entero atendiendo a las religiosas. Una de ellas le rogó que le dijese qué virtud debía practicar especialmente; el santo escribió en una hoja de papel, con grandes letras: "Humildad".

Durante el Adviento y la Navidad, bajo los rigores de un crudo invierno, prosiguió su viaje, predicando y administrando los sacramentos a todo el que se lo pidiera. El día de San Juan le sobrevino una parálisis; pero recuperó la palabra y el pleno conocimiento. Con admirable paciencia, soportó las penosas curaciones que se le administraron con la intención de prolongarle la vida, pero que no hicieron más que acortársela.

En su lecho repetía: "Puse toda mi esperanza en el Señor, y me oyó y escuchó mis súplicas y me sacó del foso de la miseria y del pantano de la iniquidad".

En el último momento, apretando la mano de uno de los que le asistían solícitamente murmuró: "Empieza a anochecer y el día se va alejando".

Su última palabra fue el nombre de "Jesús". Y mientras los circundantes recitaban de rodillas las Letanías de los agonizantes, San Francisco de Sales expiró dulcemente, a los 56 años de edad, el 28 de Diciembre de 1622, fiesta de los Santos Inocentes. Había sido obispo por 21 años.

Después de su muerte:

A la misma hora en que falleció San Francisco de Sales, en la ciudad de Grenoble estaba Santa Juana de Chantal orando por él, cuando oyó una voz que decía: " Ya no vive sobre la tierra", pero era poca inclinada a creer en favores extraordinarios, no creyó que fuese un aviso de la muerte del santo. Cuando le llegaron con la noticia, comprendió que aquella voz era cierta y durante todo el día y la noche no podía parar de llorar la muerte del Santo.

El día 29 de Diciembre la ciudad entera de Lyon fue desfilando por la humilde casita donde había muerto el querido santo. Y era tanto el deseo de la gente de besarle las manos y los pies, que los médicos no lograban llevarse el cadáver para hacerle la autopsia.

-La hiel: Dice monseñor Camus que al sacarle la hiel la encontraron convertida en 33 piedrecitas, señal de los esfuerzos tan heroicos que había tenido que hacer para vencer su temperamento tan inclinado a la cólera y al mal genio y llegar a ser el santo de la amabilidad.

-Reliquias: Todos en Lyon querían un recuerdo del santo: sus ropas fueron partidas en miles de pedacitos para darle a cada cual alguna reliquia.

-El corazón: dentro de un estuche de plata fue llevado el corazón del gran Obispo al convento de las Hermanas de la Visitación en Lyon, y guardado allí como un tesoro.

-Expuesto al público: Una vez embalsamado, el cuerpo de Monseñor Francisco de Sales fue vestido con sus ornamentos episcopales y trasladado en un ataúd para sus funerales en la iglesia de la Visitación. Estuvo expuesto para veneración de los fieles por dos días.

Cuando la noticia llegó a Annecy, tomó a todos por sorpresa y después de un silencio general, todos lloraban a su querido obispo.

Inmediatamente que llegó su cadáver a Annecy y fue sepultado, empezaron a ocurrir milagros por la intercesión del santo, lo que llevó a La Santa Sede a abrir su causa de Beatificación en 1626.

¿Que sucedió el día que abrieron su tumba?:

En 1632 se hizo la exhumación del cadáver de Francisco de Sales para saber cómo estaba. Abrieron su tumba los comisionados de la Santa Sede acompañados de las monjas de la Visitación. Cuando levantaron la lápida, apareció el santo igual que cuando vivía. Su hermoso rostro conservaba la expresión de un apacible sueño. Le tomaron la mano y el brazo estaba elástico (llevaba 10 años de enterrado). Del ataúd salía una extraordinaria y agradable fragancia.

Toda la ciudad desfiló ante su santo Obispo que apenas parecía dormido. Por la noche cuando todos los demás se hubieron ido, la Madre de Chantal volvió con sus religiosas a contemplar más de cerca y con más tranquilidad y detenimiento el cadáver de su venerado fundador. Más a causa de la prohibición de las autoridades no se atrevió a tocarle ni a besar sus hermosas manos pálidas.

Pero al día siguiente los enviados de la Santa Sede le dijeron que la prohibición para tocarlo no era para ella, y entonces se arrodilló junto al ataúd, se inclinó hacia el santo, le tomó la mano y se la puso sobre la cabeza como para pedirle una bendición. Todas las hermanas vieron como aquella mano parecía recobrar vida y moviendo los dedos, suavemente oprimió y acarició la humilde cabeza inclinada de su discípula preferida y santa.

Todavía hoy, en Annecy, las hermanas de la Visitación conservan el velo que aquel día llevaba en la cabeza la Madre Juana Francisca.

San Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en el 1661, y el mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte.

En el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros famosos del santo: "Las controversias"(contra los protestantes); La Introducción a la Vida Devota" (o Filotea) y El Tratado del Amor de Dios (o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son verdaderos tesoros de sabiduría, declaró a San Francisco de Sales "Doctor de la Iglesia" , siendo llamado "El Doctor de la amabilidad".

La tentación más frecuente

"La tentación más frecuente en las personas preocupadas por su progreso espiritual es que, bajo el pretexto de una influencia apostólica mas grande, el demonio les hace desear una ocupación distinta de la suya".
-San Francisco de Sales
Decía que las Visitantinas eran verdaderamente
"La obra de los Corazones de Jesús y María"

La alegría de pertenecer a la Familia Salesiana

Los participantes a las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana, llegada a su XXVII edición, han concluido el primer día de trabajo, asistiendo a la presentación, en el salón de actos del Salesianum, del vídeo comentario del Aguinaldo 2009 de don Pascual Chávez, Rector Mayor de los Salesianos.

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La proyección del vídeo ha sido introducida por don Donato Lacedonio, responsable del ANS, que ha coordinado el trabajo de producción, hecho posible gracias al apoyo técnico de "Missioni Don Bosco-Media Centre" de Turín.

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Luego, el Rector Mayor ha querido profundizar el contenido del vídeo, según la tradición del pensamiento de las buenas noches.
"Estoy orgulloso de ser salesiano y de modo particular de ser de la Familia Salesiana", así el Rector Mayor ha introducido su mensaje a los representantes de los diversos grupos de la Familia Salesiana, mensaje en el que ha hecho referencia también  a la "necesidad de partir de la Espiritualidad para construir la comunión en vista de la misión". 

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En su intervención, el Rector Mayor ha dejado entrever el que podría ser el tema del próximo Aguinaldo. Refiriéndose a la celebración del  centenario de la muerte de don Miguel Rua, primer sucesor de Don Bosco, don Chávez ha hablado de la importancia -para la Familia Salesiana- de hacerse portadora del Evangelio a los jóvenes. 

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Como conclusión de la noche don Chávez  ha entregado a cada participante una copia del DVD sobre el Aguinaldo 2009: "Empeñémonos a hacer de Familia Salesiana 
un vasto movimiento de personas para la salvación de los jóvenes."