domingo, 30 de enero de 2011

Novena a Don Bosco, 9 día.

AMOR DE SAN JUAN BOSCO A JESÚS SACRAMENTADO.


De entre las obras de Dios, hay dos que son las más insignes y que mas pasman los juicios de los hombres, y son tan excelentes que, hablando de ellas, el profeta Isaías las llama invenciones de Dios.

La primera fue la encarnación, con la que Dios se unió a nuestra naturaleza, con un nudo tan estrecho, que en una persona quedaron Dios y hombre.

La otra invención de Dios, propia únicamente de su infinito amor,fue la institución del Santísimo Sacramento.

En la primera quedó la naturaleza humana unida con Dios; en esta segunda, Dios hombre se une con nosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre estará en mi y yo en el, dice el Señor. Esta obra es maravillosa recopilación de todas las maravillas.

Quiso que fuésemos el templo y el relicario donde estuviese y se depositase su sacratísima humanidad para ser el alimento y vida de nuestra alma y prenda de nuestra futura resurrección.

A San Juan Bosco se le puede llamar el apóstol de la Eucaristía; difícilmente se podrá encontrar quien en esto lo supere.

Desde niño lo previno la divina providencia.

Siendo pastorcillo de pocos años, solía levantarse cada Domingo muy temprano y cruzando prados y bosques iba al lejano pueblo de Moncucco, para allí reconciliarse y recibir la santa comunión.

Mas tarde, estando en el seminario de Chieri, sus compañeros seminaristas apenas si solían comulgar cada Domingo y en las grandes solemnidades; mas el joven Bosco casi fraudulentamente, comulgaba todos los días en la iglesia contigua al seminario, no reparando en que para poder comulgar se veía obligado a sacrificar su desayuno y a no probar bocado hasta las doce del día.

Parecíale no poder vivir sin la comunión.

Después de ordenado sacerdote, su arma más poderosa para combatir al demonio y hacer santos a sus discípulos, fue la comunión frecuente.

Proclamaba siempre muy alto y por doquiera que suprimir de la educación la confesión y la comunión frecuentes, es desterrar la moralidad, y que no puede haber sólida virtud, si no está apoyada y robustecida por la frecuente comunión.

Así como el maná, escribe San Juan Bosco en su áureo devocionario “el joven instruido”, sirvió de alimento diario a los hebreos, durante todo el tiempo que estuvieron en el desierto hasta el día que entraron en la tierra de promisión, así la santa comunión debería ser nuestro sostén, nuestro pan cotidiano, en medio de los peligros que nos rodean en este mundo, hasta que consigamos la verdadera tierra prometida del paraíso.

No solo es San Juan Bosco el apóstol de la comunión diaria, sino que lo es también de las visitas frecuentes de Jesús Sacramentado.

Decía a los jóvenes:

“¿Queréis que Jesús Sacramentado os conceda muchas gracias?

Visitadlo a menudo.

¿Queréis que os conceda pocas?

Visitadlo pocas veces

¿Queréis que el demonio los asalte?

Haced pocas visitas

¿Queréis que huya de vosotros?

Visitad con frecuencia a Jesús.

¿Queréis ser vencidos?

Dejad de visitar a Jesús.

Hijos míos, la visita a Jesús Sacramentado es un medio muy necesario para vencer al demonio. Por tanto, id con frecuencia a visitar a Jesús y Jamás seréis vencidos por vuestro enemigo”.

Sea pues la Eucaristía el horno donde se inflame nuestro amor a Jesucristo; todo lo podremos, se allanarán todos los obstáculos, si amamos a Jesús Sacramentado; y si somos educadores, haremos reinar a Jesucristo en el corazón de la juventud y aumentaremos el número de sus ministros dando a la iglesia numerosas vocaciones.

PRODIGIOSA CURACIÓN

Sor María Josefa de Massini, hacia nueve años que sufría algunos dolores de estómago, al cabo de los cuales degeneraron en una úlcera tan grave y acompañada de tal postración de fuerzas, que los dos médicos que la asistían no creyeron prudente someterla a una operación quirúrgica.

Todos los remedios humanos resultaron impotentes hasta para traer algún alivio a la enferma.

No quedaba mas recurso que un milagro, y esto fue lo que intentó sor Maria Josefa, llena de fe en la protección de San Juan Bosco de quien era muy devota, empezó pues y terminó una novena: pero sin ningún resultado, el mal se agravaba por momentos; agudos dolores la atormentaban continuamente.

Con todo, no decayó su confianza en Don Bosco; Consiguió una reliquia del santo y empezó una segunda novena.

Al quinto día se le apareció en sueños un venerable sacerdote que le dijo:

“Yo soy Don Bosco y he venido para concederte la gracia que me has pedido, en conformidad con la voluntad de Dios; ten fe y paciencia en sufrir unos pocos días; el domingo te concederé la gracia”.

Al día Siguiente, como quisiesen administrarle a extremaunción, contó el sueño que había tenido y suplicó se la difiriesen hasta el domingo.

Toda la comunidad se unió a las oraciones de la enferma, empezando un triduo a Don Bosco.

En la noche del penúltimo día de la novena, vino de nuevo Don Bosco a consolar a su devota; llevaba sobre el brazo la túnica que las religiosas de aquel convento acostumbraban vestirse los días de fiesta, y la puso sobre el lecho diciéndole:

“Solo te queda un día de sufrimiento, después curarás.
Le dirás a tu confesor que pasado mañana (domingo) te mande levantar con estas palabras “En Nombre de Don Bosco levántate que estás curada””.


Llego el tan suspirado domingo y la enferma se encontraba, si cabe, peor; aquella vida se iba extinguiendo por momentos; todo estaba dispuesto para administrarle la extremaunción. Antes de proceder a ello el confesor le dijo:

- ¿Por que no prueba a levantarse en nombre de Don Bosco?

No tengo fuerzas

– contestó la enferma.

– Y si yo le dijese ¿Levántese por obediencia en nombre de Don Bosco?

– Al pronunciar su confesor estas palabras (refiere la enferma), sentí un súbito estremecimiento de Todo mi ser, pude mover mis miembros y desaparecieron todos mis dolores.

En un momento, sentí que volvía de la muerte a la vida. Estaba completamente curada. Las escenas que a esto sucedieron no son para describirlas.

ORACION

¡Oh bienaventurado Don Bosco! Por el ardiente amor que tuviste a Jesús Sacramentado y por el celo con que propagaste su culto, sobre todo con la asistencia a la santa misa, con la comunión frecuente y con la visita cotidiana, alcánzanos la gracia de crecer mas y más en el amor, y practica de santas devociones y de terminar nuestros días fortalecidos por el celestial alimento de la divina eucaristía.

Así Sea.
Padre nuestro, avemaría y gloria al padre…
San Juan Bosco Rogad por nosotros.