jueves, 27 de enero de 2011

NOVENA A DON BOSCO, DIA 6

bosco80 LO SOBRENATURAL EN SAN JUAN BOSCO

Pocos siglos como el XIX atentaron con tanta saña contra el reinado social de Jesucristo y dijeron con tanto cinismo: no queremos que este reine sobre nosotros.

No se quiere oír hablar de lo sobrenatural y de los misterios. Todo debe ser sometido al fallo de la razón, y no se debe admitir lo que supera la capacidad de la mente humana.
Llegó el hombre en su desvarío hasta querer apagar las estrellas del cielo y borrar el nombre de Dios de la vida individual y social.


En medio de tanto delirio, se levanta Juan Bosco y hace resplandecer sobre las ruinas humeantes de la impiedad y del indiferentismo más desolador la luz de Dios y la realidad de lo sobrenatural.


Los milagros obrados por él a cada paso, los hechos extraordinarios que rodeaban su persona, el dominio que ejercía sobre los corazones y la persuasión que todos tenían de que era un baluarte inexpugnable de la fe que se quería demoler, lo presentaban a los ojos de todos como un mensajero de Dios.


La vida de san Juan Bosco no era más que la voz augusta de Dios, que hablaba al siglo XIX, indiferente y escéptico, el lenguaje de los milagros.
Lo sobrenatural, que no es una cosa tan común en las contingencias de la vida humana, y que aún en la vida de muchos santos se nos presenta como una rareza y una excepción, en San Juan Bosco se hizo tan frecuente, que parecía en el como ordinario y natural.

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Dios Nuestro Señor quiso embellecer como con una aureola divina, el heroísmo y los sacrificios de San Juan Bosco, sirviéndose de él para resucitar muertos, curar enfermedades, escudriñar los secretos de los corazones, conocer las cosas lejanas, leer el porvenir, hablar con los muertos, hacer descender la lluvia de las nubes para fecundizar la
tierra, multiplicar los alimentos y las hostias del tabernáculo.

De todos estos prodigios adorno el Señor la vida de su fiel sirvo; y se podrían citar hechos de cada uno de ellos y de algunos una serie interminable.
Estaban todos tan convencidos en el Oratorio de que Don Bosco conocía los pecados ocultos, que algunos niños, que por el temor de que se los leyese en el frente, no se atrevían a acercarse a él, y si por necesidad tenían que estar en su presencia, ponían la gorra delante de la cara o bajaban los cabellos para que les cubriese la frente, como si esto fuese
suficiente para encubrir la propia conciencia.
Cuando estaba lejos del Oratorio, conocía con precisión todo lo que pasaba en él, aún las cosas que no advertían los mismos superiores.
Si se hubiesen de referir todas las profecías de San Juan Bosco, que tuvieron exacto cumplimiento, se necesitaría un grueso volumen. Predijo públicos acontecimientos y la muerte inminente de grandes personajes; por muchos años no murió alguno en el Oratorio
sin que él predijese su muerte algún tiempo antes.
Demos gracias al Dios omnipotente que así quiso mostrarse admirable en su fiel siervo Don Bosco.

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SAN JUAN BOSCO DEVUELVE LA SALUD A UNA JOVEN


Hacia ya veintinueve meses, en marzo de 1921, la enferma Teresa Callegari yacía en el hospital cívico de San Juan cerca de Piacenza, atormentada de males y más males.
Primeramente, padeció de una artritis aguda postinfecciosa, que se concentro en la rodilla izquierda y en las vértebras; después de bronquitis crónica, enterocolitis y marasmo.

Nadie preveía la mas remota posibilidad de salvarla, cuando, en buena hora, las religiosas que la asistían, conocedoras por haberlo leído en la vida de Don Bosco, de un caso idéntico, que se resolvió Prodigiosamente después de una bendición del ciervo de Dios, hablaron de ello a la enferma. Esta, no sabia nada de Don Bosco, tuvo la inspiración de encomendarse a él.


Inmediatamente comenzó una novena con comunión diaria, a este fin, del cual participaron también algunas compañeras de sala; pero los dolores de los hombros, de las piernas y de los brazos, en vez de disminuir, crecieron fuera de la medida de lo soportable, y tanto, que
la pobre mujer convencida de no alcanzar la gracia, conjuraba a Don Bosco para que la librase de tan terribles tormentos, haciéndola morir.
Entonces se presenta el capellán y la invita a comenzar otra vez la novena.

Al octavo día, 16 de julio, la enferma iba de mal en peor hasta temer un fatal desenlace; las religiosas preparaban todo lo necesario para la extremaunción y tenían dispuesto el vestido conveniente para amortajarla.

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Pero ya estaba próxima la hora señalada por Dios para glorificar a su fiel siervo Don Bosco.
Sonaron las cuatro de la madrugada. La enferma que tenía vuelta la mirada hacia el lado izquierdo, vio que se acercaba un sacerdote de mediana estatura, vestido de negro y con los brazos cruzados.

Estando ya a su lado, le preguntó: ¿Cómo estás? Y ella sorprendida exclamo: ¡Ah!... el sacerdote insistió: ¡Levántate! Respondiéndole: No me es posible. Entonces aquel en piamontés añadió: Mueve las piernas. La enferma, que no había visto nunca un retrato de don Bosco, y que no entendía el piamontés, comprendió sin embargo, que debía mover las piernas. Intentó hacerlo y ambas obedecieron; y las rodillas rígidas después de tanto tiempo, se doblaron. Al instante gritó: ¡Hermana, hermana, muevo las piernas! La hermana acercándose enseguida exclamó: ¿Teresa, estás loca? ¿Es posible? Pero como la religiosa fuese corriendo, le dijo a Teresa: ¡Poco a poco, que vas a tropezar con Don Bosco! No tuvo tiempo para acabar la frase, porque vio que el Sacerdote levantaba las manos con las palmas vueltas hacia ella y sonriendo siempre, retrocedió y se marcho.
Cuando de rehizo del estupor, al sentirse dueña de sus miembros, se incorporó y se sentó en el lecho, entre las exclamaciones se las hermanas y de las enfermas atónitas.


ORACION
Oh Jesús que en medio de un siglo descreído y materialista, rodeaste la persona de San Juan Bosco de vuestra divina luz, haciendo en el tan frecuente lo sobrenatural, que parecía lo ordinario de su vida: concédenos, por su mediación, la gracia de poderte conocer y hacer que otros te conozcan, de poderte amar y hacer que otros te amen, de la manera mas perfecta que le sea posible a una pobre criatura. Así sea.
Padre nuestro, avemaría y gloria al padre…
San Juan Bosco Rogad por nosotros.