miércoles, 6 de enero de 2010

Ciencia y fe juntas permiten encontrar la verdad, resalta el Papa Benedicto XVI

Al presidir este mediodía en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles el rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI explicó que los Reyes Magos son modelos de "auténticos buscadores de la verdad" y que llegan a ella entrelazando armoniosamente la ciencia y la fe, ejemplo que debe servir a todos los hombres del mundo actual.

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En sus palabras previas al rezo mariano según informa Radio Vaticano, Benedicto XVI indicó que "los Magos venidos de Oriente llegaron a Jerusalén siguiendo una estrella", interpretada "como el signo del nacimiento del Rey, del Mesías, anunciado por los profetas".

"La estrella y las Sagradas escrituras fueron las dos luces que guiaron el camino de los Magos, los cuales aparecen como modelos de los auténticos buscadores de la verdad".

Efectivamente, los Reyes Magos, dijo el Pontífice, "eran sabios que escrutaban los astros y conocían la historia de los pueblos". "Eran hombres de ciencia que observaban el cosmos casi como si fuera un gran libro lleno de signos y de mensajes divinos para el hombre".

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Su saber, por tanto, lejos de considerarse autosuficiente, "estaba abierto a ulteriores revelaciones y llamadas divinas. Y no por ello se avergonzaban de pedir instrucciones a los jefes religiosos judíos", resaltó luego el Papa.

"Hubieran podido decir lo hacemos solos, no tenemos necesidad de nadie, evitando así, según nuestra mentalidad moderna, cualquier tipo de ‘contaminación’ entre ciencia y la Palabra de Dios. Y en cambio, los magos escuchan las profecías y las acogen".

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De camino hacia Belén, prosiguió el Santo Padre, los Magos ven de nuevo la estrella, como confirmando la "perfecta armonía entre investigación humana y la Verdad divina. Una armonía que llena de alegría sus corazones de auténticos sabios. El culmen de su itinerario se realiza cuando finalmente descubren al niño con María, su madre y se postran ante Él y lo adoran".

"Podrían haber quedado desilusionados o escandalizados y, en cambio, como verdaderos sabios, se manifiestan abiertos al misterio" que de manera sorprendente se presenta ante ellos. "Con sus dones simbólicos reconocen en Jesús al Rey y al Hijo de Dios", añadió.

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El Santo Padre destacó que en esta "unidad entre inteligencia y fe" en los Magos, también se ve en el hecho que, advertidos por un sueño, no volvieron a ver a Herodes en Jerusalén, "como hubiera sido natural anunciando y dando resonancia a su descubrimiento, sino que regresaron a sus países por otro camino".

"Los Magos que han elegido como su soberano al Niño-Dios lo custodian escondiéndolo, siguiendo el estilo de María, o mejor, de Dios mismo, y así como habían aparecido, desaparecen en el silencio, apagados, cambiados por el encuentro con la Verdad. Habían descubierto un nuevo rostro de Dios, una nueva realeza: ‘la del amor’", concluyó el Papa.

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En su habitual saludo a los fieles de lengua española, el Papa afirmó que "la Iglesia celebra hoy la solemnidad de la Epifanía del Señor, la manifestación del Mesías a todos los pueblos. San Mateo nos narra en su evangelio como unos personajes, venidos de Oriente, son guiados por una estrella hasta Belén y, adorando al Niño Jesús, le reconocen como el único Salvador del Mundo. Queridos hermanos, os invito a imitar la obediencia de estos Magos que, gracias a su docilidad a la acción providente de Dios, pudieron recibir la luz sin ocaso: Cristo, el Señor. Feliz fiesta de la Epifanía.

luego del rezo del Ángelus  y en ocasión de la celebración de la Jornada de la Infancia Misionera, el Papa Benedicto XVI alentó a los niños del mundo a ser testimonio de Cristo y anunciadores del Evangelio.

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El Papa recordó que esta Jornada lleva como lema "Los niños ayudan a los niños" y "ha sido promovida por el Venerable Papa Pío XII en 1950. Esta iniciativa educa a los niños a formarse una mentalidad abierta al mundo y a ser solidarios con sus congéneres menos afortunados".

Seguidamente saludó "con afecto a todos los pequeños misioneros presentes en los cinco continentes" y los alentó "a ser siempre testimonio de Jesús y anunciadores de su Evangelio".

Como Reyes Magos, seguir senda del amor para encontrar a Dios, pide el Papa en Epifanía

Al presidir esta mañana la Misa en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles a seguir el ejemplo de los Reyes Magos que siguieron la estrella, la senda del amor, para encontrar a Dios que se hace Niño y ante el cual es necesaria la humildad auténtica y la valentía auténtica "que sabe someterse a lo que es más grande".

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"En esta Solemnidad de la Epifanía del Señor, la gran luz que se irradia desde la Gruta de Belén, a través de los Magos provenientes de Oriente, inunda a toda la humanidad", dijo el Santo Padre en la Basílica de San Pedro y resaltó que en que la primera lectura, tomada del Libro del profeta Isaías, y la del Evangelio de Mateo, se presenta la promesa de Dios y su cumplimiento.

"La gran luz de Dios, después de las humillaciones sufridas por el pueblo de Israel de parte de las potencias de este mundo, aparentemente sin poder e incapaz de proteger a su pueblo, surgirá sobre toda la tierra de forma que los reyes de las naciones se inclinarán ante él, llegarán de todos los confines de la tierra y pondrán a sus pies sus tesoros más preciosos. Y el corazón del pueblo se estremecerá de alegría", dijo Benedicto XVI.

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Según indica la nota de Radio Vaticano, el Papa explicó luego que ambas, la visión de Isaías y la narración de Mateo –si bien ésta podría parecer más ‘pobre’ – "nos presentan una realidad destinada a marcar toda la historia (…) y que lo que nos narra el evangelista, no es un episodio de menor cuidado, que acaba con el regreso apresurado de los Magos a sus propias tierras".

"Todo lo contrario, es un comienzo. Esos personajes provenientes de Oriente no son los últimos, sino los primeros de la gran procesión de aquellos que, a través de todas las épocas de la historia, saben reconocer el mensaje de la estrella, saben recorrer los caminos indicados por la Sagrada Escritura y saben encontrar, así, a Aquel que aparentemente es débil y frágil, y que, sin embargo, tiene el poder de donar la alegría más grande y más profunda al corazón del hombre. En Él, en efecto, se manifiesta la realidad estupenda que Dios nos conoce y está cerca de nosotros, que su grandeza y potencia no se expresan en la lógica del mundo, sino en la lógica de un niño inerme, cuya fuerza es sólo la del amor que se encomienda a nosotros".

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En el camino de la historia, continuó Benedicto XVI, hay personas iluminadas por la luz de la estrella, que encuentran el camino y llegan a Dios. Todas viven, cada una a su modo, la experiencia de los Magos. Seguidamente explicó el significado de los dones que presentaron al Niño Jesús.

Oro, incienso y mirra que, ciertamente no responden a las necesidades que en ese momento tenía la Sagrada Familia: "pero estos dones tienen un significado profundo: son un acto de justicia. En efecto, según la mentalidad vigente en aquel tiempo en Oriente, representan el reconocimiento de una persona como Dios y Rey: son, es decir, un acto de sumisión. Quieren decir que desde aquel momento los donadores pertenecen al soberano y reconocen su autoridad", precisó el Pontífice.

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"La consecuencia que deriva de ello es inmediata. Los Magos ya no pueden proseguir su camino, ya no pueden volver donde Herodes, ya no pueden ser aliados de aquel soberano potente y cruel. Han sido conducidos para siempre por el camino que lleva al Niño, la senda que los llevará a descuidar a los grandes y potentes de este mundo y los llevará a aquel que nos espera entre los pobres, el camino del amor que solo puede transformar el mundo".

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El Papa resaltó también que "el mundo ya no puede ignorar la luz de Belén. A los que la han acogido, reconociendo en Cristo a nuestro rey y sacerdote, nos falta sólo testimoniarlo, cambiando el rumbo de nuestra vida", ha recordado el Papa evocando a San Agustín y resaltando que es evidente que la promesa de Isaías y su cumplimiento en el Evangelio de Mateo y "que en el pesebre deseamos reproducir, no son un simple sueño o un vano juego de emociones sin vigor y realidad".

"Es la Verdad que se irradia en el mundo, aunque Herodes parece ser más fuerte y aquel Niño parece poder ser echado entre aquellos que no tienen importancia, o incluso pisoteado. Pero sólo en aquel Niño se manifiesta la fuerza de Dios, que reúne a los hombres de todos los siglos, para que bajo su señoría recorran el camino del amor, que transfigura al mundo. Y sin embargo, aunque los pocos de Belén se han vuelto muchos, los creyentes en Jesucristo parecen ser siempre pocos. Muchos han visto la estrella, pero pocos han comprendido su mensaje".

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Tras preguntar cuál es la razón que hace que algunos vean y encuentren y otros, no lo logren, aún indicando el camino a los demás, Benedicto XVI advirtió sobre la presunción y demasiada seguridad de quienes creen conocer toda la verdad y no están abiertos a la aventura de un Dios que los quiere encontrar. "Confían en sí mismos más que en Dios y nos les parece posible que Dios sean tan grande que puede hacerse pequeño para poderse acercar verdaderamente a nosotros", alertó.

Lo que falta, afirmó el Papa Benedicto XVI, "en fin de cuentas, es la humildad auténtica, que sabe someterse a lo que es más grande, pero también la valentía auténtica, que lleva a creer en lo que es verdaderamente grande, aunque se manifieste en un Niño inerme. Falta la capacidad evangélica de ser niños en el corazón, de asombrarse y de salir de sí mismos, para encaminarse por la senda que indica la estrella, la senda de Dios. Pero el Señor tiene el poder de hacer que seamos capaces de ver y de salvarnos".

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"Queramos pues pedirle a Él que nos dé un corazón sabio e inocente, que nos consienta ver la estrella de su misericordia, de encaminarnos por su senda, para encontrarlo y ser inundados por la gran luz y la verdadera alegría que nos ha traído a este mundo ¡Amén!", concluyó.

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