martes, 12 de mayo de 2009

"¡En Tierra Santa hay lugar para todos!", clama el Papa en el Monte de los Olivos

Al presidir esta tarde  la Eucaristía en el Valle de Josafat que se encuentra frente al Monte de los Olivos –en donde Jesús rezó antes de ser apresado y crucificado– el Papa Benedicto XVI resaltó la vocación universal de Tierra Santa aseguró que allí "¡hay lugar para todos!" y por lo tanto no hay razón para prejuicios de ningún tipo.

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Luego de explicar que las palabras de San Pablo en la lectura de los Colosenses en donde anima a "buscar las cosas de arriba, en donde Cristo está sentando a la derecha de Dios", resuenan "con particular fuerza aquí, bajo el Huerto de Getsemaní, en donde Jesús aceptó el cáliz del sufrimiento en completa obediencia al Padre", el Papa resaltó que las palabras del Apóstol de Gentes deben "resonar constantemente en nuestros corazones. Sus palabras nos señalan el cumplimiento de las antiguas profecías, en las que Dios enjugará las lágrimas de todos los ojos y preparará un banquete de salvación para todos los pueblos".

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"Esta es la esperanza, esta es la visión, que inspira a quienes aman esta Jerusalén terrena a mirarla como una profecía y una promesa de la reconciliación y paz que Dios desea para toda la familia humana. Tristemente, dentro de las paredes de esta misma Ciudad, podemos ver lo lejos que estamos de darle cumplimiento a esta profecía y promesa".

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En Jerusalén, dijo el Papa, "donde la vida conquistó a la muerte" la esperanza "sigue batallando contra la desesperanza, la frustración y el cinismo, mientras que la paz que es un don de Dios y el llamado que hace a ella, sigue estando amenazado por el egoísmo, el conflicto, la división y el peso de los errores pasados".

Tras precisar que por estas razones la comunidad cristiana debe ser luz para todos, Benedicto XVI resaltó que como "microcosmos de nuestro mundo globalizado, esta Ciudad debe vivir su vocación universal, tiene que ser un lugar en donde se enseñe la universalidad, el respeto a los otros, el diálogo y el mutuo entendimiento, un lugar en donde el prejuicio, la ignorancia y el temor que lo alimentan, sean vencidos por la honestidad, la integridad y la búsqueda de la paz".

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Seguidamente el Pontífice lamentó que muchos cristianos hayan tenido que dejar Jerusalén ya que esto genera "un gran empobrecimiento espiritual y cultural de la Ciudad. Hoy quiero repetir lo que he dicho en otras ocasiones: ¡En Tierra Santa hay lugar para todos! Mientras aliento a las autoridades a respetar y apoyar el valor de la presencia cristiana aquí, quiero asegurarles la solidaridad, el amor, el apoyo de toda la Iglesia y la Santa Sede".

Luego de alentar vivamente a los cristianos para que sean cada vez mejores testigos de Cristo Resucitado, el Papa los exhortó a "encarnar ante los demás su súplica por un nuevo comienzo, la libertad nacida del perdón, la luz interior y la paz que pueden traer sanación y esperanza incluso a la más oscura de las realidades humanas".

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Finalmente el Papa se refirió al Santo Sepulcro, en donde fue sepultado el Señor Jesús y de donde resucitó de entre los muertos. "Volvamos constantemente a esa tumba vacía. Reafirmemos nuestra fe en la victoria de la vida y recemos para que 'toda piedra pesada' colocada ante la entrada de nuestros corazones, bloqueando nuestra rendición total al Señor, en la fe, la esperanza y el amor, sea quitada por el poder de la luz y la vida que alumbró desde Jerusalén a todo el mundo aquella primera mañana de Pascua. ¡Cristo ha resucitado, Aleluya! ¡Verdaderamente ha resucitado. Aleluya!" (CHRISTHOS ANESTHIS… ..ALITHOS ANESTHIS)

Desde el Cenáculo, el Papa pide a comunidades católicas iluminar Tierra Santa

Este mediodía, el Papa Benedicto XVI llegó hasta el Cenáculo, el lugar donde Jesús instituyó la Eucaristía y el Orden Sacerdotal para rezar el Regina Coeli junto a los Ordinarios de Tierra Santa. Desde este histórico lugar, el Santo Padre pidió a las comunidades católicas que residen en la zona, ser las velas que iluminan Tierra Santa.

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Dirigiéndose a los Ordinarios, el Papa señaló que "representan a las comunidades católicas de Tierra Santa que, en su fe y devoción, son como velas encendidas que iluminan los santos lugares cristianos, que fueron en un tiempo honrados por la presencia de Jesús, nuestro Dios viviente".

"En el Cenáculo el misterio de la gracia y salvación de la que somos destinatarios y también heraldos y ministros, puede expresarse solamente en términos de amor. Ya que Él nos amó en primer lugar y sigue amándonos, tenemos que responder con amor", explicó el Pontífice.

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Según el Santo Padre, "este amor que transforma, que es gracia y verdad, nos lleva como individuos y como comunidad a superar la tentación de encerrarnos en nosotros mismos en el egoísmo, la indolencia o el aislamiento, en el prejuicio o el miedo y a entregarnos con generosidad al Señor y a los demás. Nos lleva como comunidad cristiana a ser fieles a nuestra misión con franqueza y valor".

"La invitación a la comunión de mente y de corazón asume un relieve particular en Tierra Santa. Las diversas Iglesias cristianas que se encuentran aquí representan un patrimonio espiritual rico y variado y son signo de las múltiples formas de interacción entre el Evangelio y las diversas culturas. Nos recuerdan también que la misión de la Iglesia es predicar el amor universal de Dios y de reunir a todos los que están llamados por Él, de forma que, con sus tradiciones y sus talentos formen la única familia de Dios", agregó.

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"En la medida en que el don del amor se acepta y crece en la Iglesia, la presencia cristiana en Tierra Santa y en las regiones cercanas estará viva. Esa presencia es de importancia vital para el bien de la sociedad en conjunto. Las palabras claras de Jesús sobre los lazos íntimos entre el amor de Dios y el del prójimo, sobre la misericordia y la compasión, la mansedumbre, la paz y el perdón son levadura capaz de transformar los corazones y plasmar las acciones. Los cristianos de Oriente Medio, junto con otras personas de buena voluntad, están contribuyendo como ciudadanos leales y responsables, a pesar de las dificultades y las restricciones a la promoción y consolidación de un clima de paz en la diversidad", indicó.

El Papa se dirigió después a los obispos y les aseguró que contaban con su "apoyo y aliento a la hora de hacer todo lo que esté en vuestro poder para ayudar a nuestros hermanos y hermanas cristianos a permanecer y a afirmarse aquí, en la tierra de sus antepasados y a ser mensajeros y promotores de paz".

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"Por mi parte -concluyó- renuevo el llamamiento a nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo para que sostengan y recuerden en sus oraciones a las comunidades cristianas de Tierra Santa y Oriente Medio".

Después de rezar el Regina Coeli, Benedicto XVI se desplazó a la Concatedral latina de Jerusalén donde saludó a las 300 personas allí reunidas, entre las cuales varias religiosas contemplativas. Después de venerar el Santísimo y escuchar las breves palabras del Patriarca Latino de Jerusalén, el Papa agradeció a las religiosas sus oraciones por el ministerio universal del pontífice y les pidió "con las palabras del Salmista: rezad por la paz en Jerusalén, rezad continuamente por el fin del conflicto que ha acarreado tantos  sufrimientos a los pueblos de esta región".

Finalizada la ceremonia el Santo Padre almorzó con los Ordinarios de Tierra Santa y los abades en el Patriarcado Latino de Jerusalén.

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El Cenáculo

Según informó el Vatican Information Service, el Cenáculo es el lugar de la institución del sacerdocio ordenado y de los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia. La palabra latina "Coenaculum" indica el lugar donde se cena, pero en general designaba el piso superior que servía de hospedaje, y donde hoy se encuentra la capilla. La tradición cristiana sobre la autenticidad del Cenáculo es muy antigua y se remonta a finales del siglo III.

En el piso inferior hay un cenotafio llamado "La Tumba de David", meta de peregrinaciones judías nacionales, aunque la referencia a la sepultura de David no tiene ningún fundamento histórico o arqueológico. También hay una antigua capilla dedicada al recuerdo del Lavatorio de los pies. Hoy el edificio es propiedad del Estado de Israel. Es uno de los lugares administrados por la "Custodia de la Tierra Santa", confiada desde el siglo XIV a la Orden Franciscana.

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La Provincia de Tierra Santa se consideraba la más importante de todas las provincias franciscanas ya que de ella formaba parte la tierra en la que Jesucristo nació, vivió, predicó la Buena Nueva, murió y resucitó de entre los muertos. De hecho, según la orden franciscana, San Francisco visitó Tierra Santa y esta provincia entre 1219 y 1220.

En 1333 Roberto d'Anjou, rey de Nápoles, y su mujer la reina Sancha, negociaron con el sultán de Egipto, a través del fraile Ruggero Garini, la compra del Cenáculo y los derechos para celebrar ceremonias religiosas en el Santo Sepulcro. El fraile Garini, con ayuda financiera de la reina, construyó entonces un monasterio cerca del Cenáculo. El rey y la reina se aseguraron también por parte de las autoridades musulmanas, el derecho de propiedad legal de algunos santuarios para los franciscanos y el derecho de uso en otros.

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En 1342 el papa Clemente VI, en dos bulas papales, elogió la obra de los reyes de Nápoles y estableció los principios por los que se regía la provincia eclesiástica de la Custodia de Tierra Santa.

Los primeros estatutos de los franciscanos relativos a Tierra Santa se remontan a 1377 y en ellos se declara que un máximo de 20 frailes se ocupasen  de los Santos Lugares del Cenáculo, del Santo Sepulcro y de Belén. En 1517 a la Custodia de Tierra Santa se le concedió autonomía plena y la Santa Sede le confirió el status de una provincia con privilegios especiales y derechos particulares. Desde 1558 la Custodia tuvo su sede en el convento del Santísimo Salvador.

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Mientras el término Custodia de Tierra Santa se refiere a la provincia eclesiástica, el Custodio de Tierra Santa es el provincial de los frailes que viven en Oriente Medio. Tiene jurisdicción sobre los territorios de Israel, Palestina, Jordania, Líbano, Egipto (parcialmente), Chipre y Rodas. Dada la importancia de su papel, el custodio es designado directamente por la Santa Sede, después de la consulta con los frailes de la custodia. El custodio actual es el Padre Pierbattista Pizzaballa.

Publican oración que el Papa Benedicto dejó en el Muro de los Lamentos

El Papa Benedicto XVI, siguiendo las huellas del Siervo de Dios Juan Pablo II, colocó esta mañana en el Muro de los Lamentos una oración en la que pide la paz en Tierra Santa y en Oriente Medio.

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A continuación el texto íntegro de la misma, publicada por L'Osservatore Romano en inglés e italiano:

Dios de todos los tiempos, en mi visita a Jerusalén, la "Ciudad de Paz", hogar espiritual de judíos, cristianos y musulmanes, traigo ante ti las alegrías, las esperanzas y las aspiraciones, los intentos, el sufrimiento y el dolor de todos los pueblos del mundo.

Dios de Abraham, Isaac y Jacob, escucha el llanto de los afligidos, los temerosos, los desesperados, envía tu paz a Tierra Santa, a Medio Oriente, a toda la familia humana.

Mueve el corazón de quien invoca tu nombre, para que camine humildemente por el camino de la justicia y la compasión.

"¡Bueno es Yahveh para el que en él espera, Para el alma que le busca" (Lam3, 25)

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El Papa visitó el Muro de las Lamentaciones y pidió mayor comprensión entre cristianos y judíos

Esta mañana, el Papa Benedicto XVI llegó hasta el Muro Occidental o Muro de las Lamentaciones, uno de los lugares judíos más emblemáticos de Israel. Aquí rezó en silencio, dejó un papel con una oración y luego se reunió con los jefes del Gran Rabinato de Israel ante quienes hizo votos por una mayor comprensión entre cristianos y judíos.

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El Papa llegó al Muro procedente de la Explanada de las Mezquitas. El Muro Occidental o Muro de las Lamentaciones es una pared de 15 metros de alto que es un fragmento de la muralla en la que se apoyaba el lado oeste de la explanada del templo.

En el lugar, el rabino jefe leyó un salmo en hebreo y el Santo Padre otro en latín. Después de permanecer unos instantes en silencio, Benedicto XVI dejó entre sus grietas un papel en el que había escrito una oración, como hiciera Juan Pablo II en el año 2000.

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Luego, el Pontífice se dirigió al Centro "Hechal Shlomo" (residencia de Salomón), llamada así porque recuerda al Templo de Salomón. Es la sede del Gran Rabinato de Israel, que alberga a los grandes rabinos sefardí y ashkenazi de Israel y el Tribunal Supremo Religioso.

Aquí, el Papa agradeció a los rabinos Shlomo Amar y Yona Metzger su deseo de "seguir fortificando los vínculos de amistad que la Iglesia Católica y el Gran Rabinato se han comprometido con tanta diligencia a que progresara en el último decenio" y aseguró por su parte que profundizará "en la comprensión recíproca y la cooperación entre la Santa Sede, el Gran Rabinato de  Israel y el pueblo judío en todo el mundo".

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El Papa aseguró que "un gran motivo de satisfacción desde el inicio de mi pontificado ha sido el fruto del diálogo actual entre la delegación de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con los judíos y el Gran Rabinato de la delegación de Israel para las relaciones con la Iglesia católica".

Tras destacar que la buena voluntad de ambas partes "ha abierto el camino para una colaboración más eficaz en la vida pública", afirmó que "judíos y cristianos están igualmente interesados en asegurar respeto por la sacralidad de la vida humana, la centralidad de la familia, una válida educación de los jóvenes, la libertad de religión y de conciencia para una sociedad sana. Estos temas de diálogo representan únicamente la fase inicial de lo que esperamos será un sólido, progresivo camino hacia una mayor comprensión recíproca".

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"Al tratar las cuestiones éticas actuales más urgentes, nuestras dos comunidades se hallan frente al desafío de empeñar a nivel racional a las personas de buena voluntad, señalándoles simultáneamente los fundamentos religiosos que sostienen mejor los valores morales perennes", indicó.

Benedicto XVI aprovechó esta oportunidad para "repetir que la Iglesia Católica está irrevocablemente comprometida en el camino decidido por el Concilio Vaticano II para una reconciliación auténtica y estable entre cristianos y judíos". Al mismo tiempo, añadió, la Iglesia "desea una mutua comprensión y estima cada vez más profundas tanto mediante los estudios bíblicos y teológicos como mediante los diálogos fraternos".

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"Confío en que nuestra amistad siga siendo un ejemplo de confianza en el diálogo para los judíos y los cristianos de todo el mundo. Fijándonos en los resultados alcanzados hasta el momento, e inspirándonos en las Sagradas Escrituras, podemos tender con confianza a una cooperación más estrecha entre nuestras comunidades -junto con todas las personas de buena voluntad- en la condena del odio y la persecución en todo el mundo", agregó.

Terminada la visita, el Santo Padre se trasladó al Cenáculo.