miércoles, 3 de marzo de 2010

Acción y contemplación para ser como Cristo, pide el Papa Benedicto XVI

En la catequesis de la Audiencia General de este miércoles, el Papa Benedicto XVI habló sobre San Buenaventura, una figura especialmente grata a él por los estudios que hizo en su juventud. De él, dijo el Santo Padre, se puede aprender la necesaria combinación entre acción y contemplación para encarnar el Evangelio y ser como Cristo.

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El Papa explicó que Buenaventura nació hacia el año 1217 en la ciudad italiana de Bagnoregio y murió en 1274, fue uno de los grandes personajes que contribuyó a la "armonía entre fe y cultura" en la Europa del siglo XIII. Era "hombre de acción y contemplación, de profunda piedad y prudencia en el gobierno".

Bautizado con el nombre de Juan da Fidanza, una grave enfermedad en su juventud lo llevó a las puertas de la muerte. Su madre lo encomendó a Francisco de Asís, canonizado pocos años antes y Juan sanó. Ese hecho marcará toda su vida. Durante su formación en París, donde estudiaría Teología, decidió ingresar en un convento franciscano, tomando el nombre de Buenaventura. En los primeros años de vida religiosa destacó por su conocimiento de la Sagrada Escritura, de las Sentencias de Pedro Lombardo y de los más grandes teólogos de su época.

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"La perfección evangélica" es la respuesta de Buenaventura a la polémica desatada contra las Órdenes Menores, de las que se ponía en entredicho el derecho a enseñar en las universidades e incluso la autenticidad de su vida consagrada. En ese texto, el santo demuestra "como las Órdenes Menores, especialmente los Frailes Menores, practicando los votos de pobreza, castidad y obediencia, seguían los consejos del mismo Evangelio", explicó el Santo Padre.

"Más allá de aquellas circunstancias históricas, la enseñanza de Buenaventura en su obra y su vida es siempre actual", resaltó el Santo Padre.

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"La Iglesia es más luminosa y hermosa gracias a la fidelidad a la vocación de sus hijos e hijas, que no sólo ponen en práctica los preceptos evangélicos, sino que, por la gracia de Dios, están llamados a seguir sus consejos y atestiguan así con su estilo de vida pobre, casto y obediente, que el Evangelio es fuente de alegría y perfección".

Cuando en 1257 Buenaventura es elegido Ministro General de su Orden, los franciscanos son en todo el mundo 30 mil. "Era necesario consolidar esta expansión y sobre todo otorgarle, en plena fidelidad al carisma de Francisco, unidad de acción y de espíritu", porque "entre los seguidores del Santo de Asís había diversos modos de interpretar su mensaje y existía realmente el peligro de una fractura interna".

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Para preservar el carisma auténtico de Francisco, de su vida y su enseñanza, Buenaventura "recogió con gran cuidado los documentos concernientes al Pobrecillo y escuchó con atención los recuerdos de quien lo había conocido personalmente". Nació así la "Legenda Maior", considerada la biografía mas documentada del Santo de Asís.

Buenaventura presenta a Francisco como un alter Christus (otro Cristo), "un hombre que buscó apasionadamente a Cristo" y que "en el amor que lleva a la imitación, se conformó enteramente a Él".

El teólogo de Bagnoregio propone "este ideal vivo a todos los seguidores de Francisco". "Ese ideal, válido para todos los cristianos, ayer, hoy y siempre, ha sido también indicado como programa de la Iglesia para el Tercer Milenio por Juan Pablo II", dijo Benedicto XVI.

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Casi al final de su vida Buenaventura es consagrado obispo y nombrado cardenal por el Papa Gregorio X, que le encarga la preparación del Concilio de Lión, que trataría de la reunificación de la Iglesia Latina y Griega, pero el santo no pudo llegar a ver la conclusión del mismo porque murió durante su celebración.

El Papa concluyó la biografía del Santo Doctor de la Iglesia invitando a recoger su herencia, que "recuerda el sentido de la vida con estas palabras: "En la tierra podemos contemplar la inmensidad divina mediante el razonamiento y la admiración; en la patria celeste, en cambio, mediante la visión, cuando seremos hechos semejantes a Dios y mediante el éxtasis entraremos en el gozo de Dios".

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En su habitual saludo en español, Benedicto XVI se dirigió de manera particular a "las Religiosas Franciscanas de Madrid, a los jóvenes provenientes de Valencia, Granada y Madrid, a los miembros de la Asociación Católica de Propagandistas, así como a los grupos venidos de España y Latinoamérica".

"Recojamos –exhortó el Papa– la herencia de este Santo Doctor de la Iglesia, hombre de acción y contemplación, de profunda piedad y de gran prudencia en el gobierno, que con su ejemplo nos recuerda la centralidad del Evangelio en la vida del cristiano. Muchas gracias".

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