lunes, 25 de mayo de 2009

En Montecassino, el Papa pide construir nueva humanidad con oración, trabajo y cultura

En la homilía de la Misa que presidió ayer por la mañana en su visita apostólica a Cassino y Montecassino en la Solemnidad de la Ascensión del Señor, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles a atesorar la herencia de la vida monástica instaurada por San Benito y exhortó a laborar en la construcción de una nueva humanidad con oración, trabajo y cultura.

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En la Plaza Miranda de Cassino, que desde hoy lleva el nombre de Benedicto XVI por decisión del Consejo Comunal, el Santo Padre señaló ante los miles de fieles presentes que “el carácter histórico del misterio de la resurrección y de la ascensión de Cristo nos ayuda a reconocer y comprender la condición trascendente y escatológica de la Iglesia, que no ha nacido ni vive para suplir la ausencia de su Señor ‘desaparecido’, sino que sobre todo encuentra su razón de ser y de su misión en la invisible presencia de Jesús operante con la potencia de su Espíritu”.

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“En otros términos, podemos decir que la Iglesia no cumple la función de preparar el retorno de un Jesús ‘ausente’, sino que al contrario, vive y opera para proclamar la ‘presencia gloriosa’ de manera histórica y existencial”, añadió.

Al hablar luego del legado de uno de los patrones de Europa, San Benito de Nursia, que fundara la orden benedictina y el primer monasterio de la misma en Montecassino en el siglo VI, el Santo Padre explicó que “la espiritualidad benedictina, bien conocida por ustedes, propone un programa evangélico sintetizado en el lema: ora et labora et lege, la oración, el trabajo y la cultura. Antes que nada la oración, que es la más bella herencia dejada por San Benito a los monjes, pero también a vuestra Iglesia particular”.

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Tras recordar que “en la escuela de San Benito los monjes siempre han cultivado un amor especial por la Palabra de Dios en la lectio divina, que se ha convertido hoy en un patrimonio común de muchos”, el Papa resaltó que “otro punto cardinal de la espiritualidad benedictina es el trabajo”.

Humanizar el mundo del trabajo es típico del alma del monacato, y éste es también e esfuerzo de vuestra comunidad que busca estar al frente de numerosos trabajadores de la gran industria presente en Cassino y de las empresas relacionadas a ella. Sé cuán crítica es la situación de muchos trabajadores. Expreso mi solidaridad a cuantos viven en una precariedad preocupante”.

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Luego de alentar “soluciones válidas a la crisis ocupacional, creando nuevos puestos de trabajo para salvaguardar la familia”, Benedicto XVI recordó que esta importante institución, base de la sociedad, “tiene hoy una urgente necesidad de ser mejor tutelada para que sea fuertemente adherida en las raíces de su institución. Pienso también en los jóvenes que se fatigan al buscar un trabajo digno que les permita construir una familia. A ellos quisiera decirles: ¡No se desalienten, queridos amigos, la Iglesia no os abandona!”

“Pertenece finalmente a vuestra tradición la atención al mundo de la cultura y la educación. El célebre Archivo y la Biblioteca de Montecassino poseen innumerables testimonios del esfuerzo de hombres y mujeres que han meditado e investigado maneras de mejorar la vida espiritual y material del hombre”.

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Seguidamente el Pontífice resaltó la necesidad de que “la cultura europea busque a Dios y sea disponible a su escucha. Esto vale también en nuestro tiempo. Sé que ustedes están trabajando con este mismo espíritu en las universidades y escuelas, para que se conviertan en laboratorios de conocimiento, de investigación, de pasión por el futuro de las nuevas generaciones”.

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Tras señalar que “en el hodierno esfuerzo cultural orientado a crear un nuevo humanismo, fiel a la tradición benedictina vosotros buscáis justamente subrayar también la atención por el hombre frágil, débil, los discapacitados y los inmigrantes”, el Santo Padre manifestó que “no es difícil percibir en vuestra comunidad, esta porción de la Iglesia que viven en torno a Montecassino, heredera y depositaria de la misión, impregnada por el espíritu de San Benito de proclamar que en nuestra vida nada ni nadie debe quitarle a Jesús el primer lugar, la misión de construir, en nombre de Cristo, una nueva humanidad que aliente la acogida y la ayuda a los más débiles”.

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Finalmente, Benedicto XVI hizo votos para que “os ayude y acompañe vuestro santo Patriarca, con Santa Escolástica su hermana, os protejan los santos patrones y sobre todo María, Madre de la Iglesia y Estrella de nuestra esperanza.

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