El Papa Benedicto XVI presidió ayer la Misa de canonización de 5 beatos: Arcangelo Tadini, Bernardo Tolomei, Gertrude Comensoli, Caterina Volpicelli y Nuno de Santa María Álvares Pereira. En su homilía, el Santo Padre resaltó la centralidad de la Eucaristía para la vida de todo cristiano, “perpetua y viviente heredad dejada a nosotros por el Señor en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre”.
En la Basílica de San Pedro, el Pontífice explicó que “nutridos del Pan eucarístico, los santos que hoy veneramos, han llevado al cumplimiento su misión de amor evangélico en los distintos campos en los que han trabajado con sus peculiares carismas”.
“Largas horas transcurría en oración ante la Eucaristía San Arcangelo Tadini, que, contemplando siempre en su ministerio pastoral a la persona humana en su totalidad, ayudaba a sus parroquianos a crecer humana y espiritualmente. Este santo sacerdote, hombre todo de Dios, estaba listo a dejarse guiar por el Espíritu Santo en toda circunstancia y estaba disponible a asistir las urgencias del momento para encontrarles remedio”.
Benedicto XVI señaló luego que el ejemplo de este santo “nos recuerda que solo cultivando una constante y profunda relación con el Señor, especialmente en el Sacramento de la Eucaristía, podemos luego estar en capacidad de llevar el fermento del Evangelio a las distintas actividades laborales y a cada ámbito de nuestra sociedad”.
Seguidamente el Santo Padre explicó que la vida de San Bernardo Tolomeo “fue una existencia eucarística, toda dedicada a la contemplación, que se traducía en humilde servicio al prójimo”. Tras recordar que fue elegido por 27 años consecutivos como abad del monasterio en el que vivía y que falleció atendiendo a muchas personas enfermas de peste, convirtiéndose en un verdadero “mártir de la caridad”, Benedicto XVI indicó que del ejemplo de este santo “viene a nosotros la invitación de traducir nuestra fe en una vida dedicada a Dios en la oración y al servicio del prójimo bajo el ejercicio de la caridad dispuesta incluso al sacrificio supremo”.
Al referirse luego a San Nuno de Santa María, un militar portugués del siglo XV, el Papa destacó como este santo se “sentía instrumento del designio superior y estaba alistado en la militia Christi, es decir, en el servicio de testimonio que cada cristianos está llamado a dar en el mundo”.
Tras resaltar su intensa vida de oración y su confianza en el auxilio divino, Benedicto XVI afirmó que San Nuno “se esforzaba por no ser obstáculo de la acción de Dios en su vida, imitando a Nuestra Señora, de quien era devotísimo y a quien atribuía públicamente sus victorias (…) Me siento feliz por aportar a la Iglesia entera esta figura ejemplar caracterizada por una presencia de una vida de fe y oración en contextos aparentemente poco favorables, siendo así prueba de que en toda situación, incluso en aquella militar y bélica, es posible vivir y realizar los valores y principios de la vida cristiana, sobre todo si sirve al bien común y a la gloria de Dios”.
A continuación, el Pontífice explicó que el ejemplo de amor eucarístico de Santa Gertrude Comensoli “indica como preciso punto de referencia a Dios que en la Eucaristía se ha hecho nuestro compañero de viaje. Nos recuerda que ‘la adoración debe prevalecer sobre todas las obras de caridad’ porque es del amor por Cristo muerto y resucitado, realmente presente en el Sacramento Eucarístico, que nace aquella caridad evangélica que nos lleva a considerar hermanos a todos los hombres”.
Al referirse finalmente a Santa Caterina Volpicelli, el Papa indicó que “para ser verdaderos educadores de la fe, deseosos de transmitir a las nuevas generaciones los valores de la cultura cristiana, es indispensable, como ella amaba decir, liberar a Dios de las presiones a las que lo han confinado los hombres”.
Santa Caterina muestras, prosiguió el Santo Padre, “a sus hijas espirituales y a todos nosotros, el camino exigente de una conversión que cambie radicalmente el corazón y se traduzca en acciones coherentes con el Evangelio. Es posible así poner las bases para construir una sociedad abierta a la justicia y a la solidaridad, superando el desequilibro económico y cultural que subsiste en gran parte de nuestro planeta”.
Al finalizar su homilía, el Papa Benedicto XVI pidió que al contemplar a estos cinco nuevos santos “nos dejemos atraer por su ejemplo, por sus enseñanzas, para que nuestra existencia se convierta en un canto de alabanza a Dios, sobre las huellas de Jesús, adorado con fe en el misterio eucarístico y servido con generosidad en el prójimo. Que nos obtenga realizar esta misión evangélica la maternal intercesión de María, Reina de los Santos, y estos cinco nuevos luminosos ejemplo de santidad, que celebramos hoy con alegría. ¡Amén!”
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