jueves, 5 de marzo de 2009

La gran esperanza está en Cristo, recuerda el Papa Benedicto a los jóvenes

En su mensaje por la 24º Jornada Mundial de la Juventud, que este año se celebrará a nivel diocesano el Domingo de Ramos, 5 de abril, el Papa Benedicto XVI recordó a los jóvenes del mundo que "la gran esperanza está en Cristo", aquello que buscan y anhelan profundamente está en Dios y que a Él deben dirigirse para vivir el amor y ser auténticamente felices.

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Al iniciar su mensaje, el Papa rememoró la JMJ de Sydney, en agosto de 2008 y propuso un camino de formación para la siguiente JMJ que se celebrará en Madrid en 2011 bajo el lama "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe". En este camino hacia Madrid, el Santo Padre propuso reflexionar en 2009 sobre la afirmación de San Pablo: "Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo" (1 Tm 4,10), y en 2010 sobre la pregunta del joven rico a Jesús: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" (Mc 10,17).

Seguidamente el Santo Padre explicó que la "juventud, en particular, es tiempo de esperanzas, porque mira hacia el futuro con diversas expectativas. Cuando se es joven se alimentan ideales, sueños y proyectos; la juventud es el tiempo en el que maduran opciones decisivas para el resto de la vida".

"Y tal vez por esto es la etapa de la existencia en la que afloran con fuerza las preguntas de fondo: ¿Por qué estoy en el mundo? ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Qué será de mi vida? Y también, ¿cómo alcanzar la felicidad? ¿Por qué el sufrimiento, la enfermedad y la muerte? ¿Qué hay más allá de la muerte?"

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Por ello, continuó, al intentar responder a estas apremiantes preguntas, es necesario hallar la "gran esperanza"; y recordó que en su Encíclica Spe Salvi, ya había precisado que ésta "sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar".

"Por eso, una de las consecuencias principales del olvido de Dios es la desorientación que caracteriza nuestras sociedades, que se manifiesta en la soledad y la violencia, en la insatisfacción y en la pérdida de confianza, llegando incluso a la desesperación", advirtió.

Seguidamente Benedicto XVI describió la situación de muchos jóvenes que ante sus problemas huyen "hacia la dependencia de drogas y alcohol, y hacia tantas otras formas de malestar juvenil". En ellos, dijo, "no se apaga el deseo del verdadero amor y de la auténtica felicidad" y necesitan la nueva evangelización "que ayude a las nuevas generaciones a descubrir el rostro auténtico de Dios, que es Amor".

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El Santo Padre puso como ejemplo de la esperanza auténtica a San Pablo, quien siendo un joven de 20 o 25 años se convierte camino a Damasco. "Después de aquel encuentro, la vida de Pablo cambió radicalmente: recibió el bautismo y se convirtió en apóstol del Evangelio. En el camino de Damasco fue transformado interiormente por el Amor divino que había encontrado en la persona de Jesucristo".

"De perseguidor se transformó en testigo y misionero; fundó comunidades cristianas en Asia Menor y en Grecia, recorriendo miles de kilómetros y afrontando todo tipo de vicisitudes, hasta el martirio en Roma. Todo por amor a Cristo", añadió.

El Papa resalta luego en su mensaje que "Jesús, del mismo modo que un día encontró al joven Pablo, quiere encontrarse con cada uno de vosotros, queridos jóvenes. Sí, antes que un deseo nuestro, este encuentro es un deseo ardiente de Cristo".

Por eso, alentó el Papa a los jóvenes, "dad espacio en vuestra vida a la oración. Está bien rezar solos, pero es más hermoso y fructuoso rezar juntos, porque el Señor nos ha asegurado su presencia cuando dos o tres se reúnen en su nombre". Asimismo invitó a participar activamente en la liturgia y en la Eucaristía, alrededor de la cual "nace y crece la Iglesia, la gran familia de los cristianos, en la que se entra con el Bautismo y en la que nos renovamos constantemente por al sacramento de la Reconciliación".

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"Si os alimentáis de Cristo, queridos jóvenes, y vivís inmersos en Él como el apóstol Pablo, no podréis por menos que hablar de Él, y haréis lo posible para que vuestros amigos y coetáneos lo conozcan y lo amen. Convertidos en sus fieles discípulos, estaréis preparados para contribuir a formar comunidades cristianas impregnadas de amor como aquellas de las que habla el libro de los Hechos de los Apóstoles".

"La Iglesia cuenta con vosotros para esta misión exigente. Que no os hagan retroceder las dificultades y las pruebas que encontréis. Sed pacientes y perseverantes, venciendo la natural tendencia de los jóvenes a la prisa, a querer obtener todo y de inmediato", alentó.

Al finalizar su mensaje, el Papa exhortó a mirar siempre a María, la Madre de la esperanza; quien bajo el título de Stella Maris (Estrella del Mar) "guía a los jóvenes de todo el mundo al encuentro con tu divino Hijo Jesús, y sé tú la celeste guardiana de su fidelidad al Evangelio y de su esperanza".

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