martes, 26 de febrero de 2008

El Papa en visita al Testaccio



El domingo 24 de febrero, la parroquia de “Santa Maria Liberatrice” del barrio romano del Testaccio ha recibido con gran entusiasmo al Papa Benedicto XVI.

La visita ha coincidido con los festejos del centenario de la dedicación de la iglesia parroquial confiada, desde su construcción, a los salesianos. En su saludo de bienvenida al Pontífice, el párroco, don Manfredo Leone ha recordado los otros sucesores de Pedro que han visitado la iglesia durante el siglo pasado: Pablo VI en 1966 y Juan Pablo II en 1979, sólo unos meses después del inicio de su pontificado.



En su homilía el Papa ha agradecido a los Salesianos el compromiso pastoral en el barrio y ha saludado a los diversos grupos parroquiales, los Salesianos Cooperadores, los Antiguos Alumnos de Don Bosco, y las comunidades religiosas presentes en el territorio: las Hijas de María Auxiliadora, las Hijas de la Divina Providencia y las Hermanas del Buen Pastor.



Refiriéndose a las lecturas del III domingo de cuaresma, especialmente al episodio en el que el pueblo hebreo pone a prueba a Dios (Ex 17,7), el Papa ha hecho notar el riesgo que todo creyente tiene “de practicar una religión no auténtica, de buscar la respuesta a las necesidades más íntimas del corazón no en Dios, de utilizar incluso a Dios como si estuviera al servicio de nuestros deseos y proyectos”.
“En cuántas ocasiones – ha seguido diciendo – nuestra fe se muestra frágil, nuestra confianza débil, nuestra religiosidad contaminada de elementos mágicos meramente terrenos”.



El Papa ha recordado que la cuaresma representa una invitación a “revisar nuestra relación con Jesús, a buscar su rostro sin cansarnos. Y esto es indispensable para que vosotros, queridos amigos, podáis seguir, en el nuevo contexto cultural, la obra de evangelización y de educación humana y cristiana desarrollada desde hace más de un siglo en esta parroquia, que cuenta en la serie de sus párrocos también al Venerable Luis María Olivares.
Abrid aún más el corazón a una acción pastoral misionera, que lleve a cada cristiano al encuentro de las personas – especialmente los jóvenes y las familias - allí donde viven, trabajan, pasan el tiempo libre, para anunciarles el amor misericordioso de Dios”.



Benedicto XVI ha querido además animar “a perseverar en el compromiso educativo, que es el carisma típico de cada parroquia salesiana.
El Oratorio, la escuela, los momentos de catequesis y oración estén animados por auténticos educadores, o sea, por testigos con el corazón cercano, sobre todo de los jóvenes.
Santa María Liberadora, tan amada y venerada por vosotros, que junto con su esposo José ha educado al niño y adolescente Jesús, proteja a las familias, a los religiosos y religiosas, en su tarea de formadores y les de la alegría, como deseaba Don Bosco, de ver crecer en este barrio buenos cristianos y honrados ciudadanos”.



Al final de la celebración eucarística el Papa ha encontrado brevemente a algunos representantes de los agentes de pastoral de la parroquia y a los religiosos presentes en el territorio. Durante el encuentro, donde estaban presentes también muchos jóvenes, el Papa ha escuchado una poesía en romanesco declamada en su honor.



En el curso del encuentro el Papa ha recordado dos frases que lo habían especialmente impresionado: la primera “Tenemos más futuro que pasado”, pronunciada por don Manfredo Leone, al darle la bienvenida al Papa; la segunda: “aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”, ligada a la figura de santo Domingo Savio, en el saludo al Papa al comienzo del encuentro en la sala “Greenwich”.




Antes de volver al Vaticano para la oración del Angelus, el Papa ha hecho alusión a la figura de la Samaritana que preanuncia “el hombre moderno y la vida moderna”. “Tuvo 5 maridos , - ha dicho el Papa – y ahora convive con otro.
Se ve que hace pleno uso de su libertad y sin embargo no es más libre, por el contrario, está más vacía”. “Pero es conmovedor constatar – ha añadido – que esta mujer, en el momento en que Cristo le habla, tenga la capacidad de mirarse en lo profundo del corazón donde hay una pregunta: ¿hay Dios?”.


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