sábado, 16 de febrero de 2008

El Papa comparte emotivas reflexiones al concluir sus Ejercicios espirituales


Al concluir este sábado los ejercicios espirituales dirigidos por el Cardenal Albert Vanhoye, Presidente emérito del Pontificio Instituto Bíblico, el Papa Benedicto XVI compartió unas breves pero intensas reflexiones sobre la necesidad de la renovación de la identidad sacerdotal.

El Pontífice destacó en sus palabras que “desde mi ángulo de visión siempre he tenido ante mis ojos la imagen de Jesús de rodillas frente a San Pedro para lavarle los pies”.

Esta imagen, dijo el Papa, “me ha hablado.
He visto que precisamente aquí, con este comportamiento, en este acto de extrema humildad se realiza el nuevo sacerdocio de Jesús.
Y se realiza precisamente en el acto de solidaridad con nosotros, con nuestras debilidades, nuestro sufrimiento, nuestras pruebas, hasta la muerte”.



El Santo Padre, siempre haciendo referencia al mismo mosaico, señala que “no podía no meditar en la figura de San Pedro con el dedo en la frente.
Es el momento en el cual le pide al Señor de lavarle no sólo los pies, sino la cabeza y las manos. Me parece que expresa — más allá del momento— la dificultad de San Pedro y de todos los discípulos de comprender la sorprendente novedad del sacerdocio de Jesús, de este sacerdocio que es precisamente abajamiento, solidaridad con nosotros, y así nos abre el acceso al verdadero santuario, el cuerpo resucitado de Jesús”.

El Pontífice recordó que “durante todo el tiempo de su discipulado, me parece, hasta su propia crucifixión, San Pedro ha debido escuchar nuevamente a Jesús, para entrar más en profundidad en el misterio de su sacerdocio, del sacerdocio de Cristo comunicado a los apóstoles y a sus sucesores”.



“En este sentido, prosiguió, la figura de Pedro me parece como la figura de todos nosotros en estos días”, agregó; al agradecer al Cardenal Vanhoye, que dirigió los Ejercicios espirituales, por “habernos ayudado a escuchar la voz del Señor, para aprender de nuevo qué es nuestro sacerdocio”.

El Papa concluyó deseando a todos los miembros de la Curia presentes “una buena Cuaresma, fecunda espiritualmente, para que podamos realmente llegar en la Pascua a una siempre más profunda participación en el sacerdocio de nuestro Señor”.

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