jueves, 7 de febrero de 2008

Charlando con Carafa


Escribe: Jose Ignacio García, SJ

En el Aula de la Congregación hay una colección de cuadros de todos los generales de la Compañía de Jesús.
Empezando con San Ignacio hasta el P. Arrupe. Enfrente de mí está el Padre Vicente Carafa.
Es normal que pasando tantas horas en la sala vaya surgiendo cierta amistad, y de vez en cuando charlamos un poco.
Normalmente son comentarios sobre la marcha de las sesiones pero a veces entramos más a fondo en algún tema. El lunes, por ejemplo, la conversación se centró en la carta que el Santo Padre ha enviado a la congregación.

- Parece que el Papa también os ha escrito una carta

- Sí, para comenzar la congregación, según he entendido siempre se hace así. Además de la bendición se le pregunta si hay algún aspecto que quiere que la Congregación trate.

- Sí, nosotros también recibimos una carta de Inocencio X. Fue un asunto muy complicado. Imagínate, el Papa quería que la Congregación se definiese sobre 18 puntos. Había acusaciones de que la Compañía había perdido vigor espiritual, y algunos cuestionaban el generalato vitalicio.
También se dudaba de un gobierno tan centralizado dada la extensión que estaba alcanzando la compañía.

- La verdad es que me suenan esos temas.

- De hecho los temas debían ser importantes porque el Papa insistió en que los tratásemos antes, incluso, de la elección de General.
Formamos siete comisiones y trabajamos durante un mes hasta ofrecer una respuesta. El Papa quedó satisfecho, incluso agradeció nuestra sinceridad.

- ¿Comisiones?, ¿ya en 1645? Todo eso me suena mucho. ¿y qué le respondisteis?

- ¡No te voy a contar las dieciocho respuestas! Pero tal vez te interese saber que le indicamos que en nuestra opinión el cargo de general debía ser vitalicio; que no creíamos que el general tuviese que aprobar personalmente todas las publicaciones por su elevado número, y porque además hay temas que exigen respuestas rápidas así que esa responsabilidad debía estar delegada.
También indicamos que no se permitiese defender una doctrina distinta de la de Sto. Tomás, sin que eso significase seguir todas las opiniones de los tomistas.
¡Y todavía seguimos reunidos para elaborar otros 60 decretos más!

- Bueno, nosotros también estamos haciendo nuestro trabajo. Lo que me sorprende es que han pasado tantos años y algunos temas se repiten, por lo menos se parecen.

- No te extraño, el Padre Maestro Ignacio nos soñó así: cimentados en el Señor, ligeros de estructura y unidos al cuerpo de modo especial por la cabeza.
Al General le corresponde mantener la “unión de los ánimos”

- Es verdad, entre tanta respuesta y decretos también tuvieron tiempo de elegirte General.

- Sí, sí, lo hicieron. Y te aseguro que pasé un miedo horrible, entonces y ahora me sigo sintiendo indigno, pero mis hermanos se fiaron de mí y eso me dio seguridad. Pero no les fui una carga pesada, estuve en el gobierno menos de cuatro años.

- Ya sabía que no me lo ibas a contar, pero he preguntado, y me han contado que enfermaste distribuyendo alimentos para los pobres de Roma.
Que forzaste la salud sirviendo a los pobres.

- Ya sabes, así nos soñó también el Maestro Ignacio.



Un Abrazo Cordial a todos, Jose Ignacio García, SJ

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