jueves, 6 de mayo de 2010

Rezar por los sacerdotes especialmente ante dificultades, pide el Papa Benedicto

Al presidir ayer por la mañana la Audiencia General en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI explicó en qué consiste la misión de santificación que tiene todo presbítero en la Iglesia, a través de la liturgia y los sacramentos, y pidió a los fieles de todo el mundo rezar por los sacerdotes, especialmente ante las dificultades.

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El Santo Padre explicó al iniciar su catequesis que "santificar a una persona significa ponerla en contacto con Dios", el Santo Padre afirmó que "parte esencial de la gracia del sacerdocio es el don y la misión de crear este contacto, que se realiza en el anuncio de la palabra de Dios y de un modo particularmente denso, en los sacramentos".

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"En las últimas décadas, ha habido una tendencia a hacer prevalecer en la identidad y en la misión del sacerdote, la dimensión del anuncio, separándola de la de la santificación, a menudo se ha dicho que es necesario superar una pastoral meramente sacramental".

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El Papa dijo luego que "el ministro ordenado representa a Cristo, el Enviado del Padre, es su presencia, continúa su misión a través de la ‘palabra’ y el ‘sacramento’, que son los dos pilares fundamentales del servicio sacerdotal". En este contexto señaló que "es necesario reflexionar si en algunos casos, el haber minusvalorado el ejercicio fiel del ‘munus sanctificandi’, no haya quizá representando una debilitación de la misma fe en la eficacia salvífica de los sacramentos y, en definitiva, en el obrar de Cristo y de su Espíritu, a través de la Iglesia, en el mundo".

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Por eso es importante, prosiguió el Santo Padre, "promover una adecuada catequesis para ayudar a los fieles a comprender el valor de los sacramentos, pero también es necesario, siguiendo el ejemplo del Santo Cura de Ars, estar disponibles y atentos y ser generosos para donar a los hermanos los tesoros de la gracia que Dios ha puesto en nuestras manos, y de los que no somos los ‘dueños’, sino custodios y administradores".

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"Especialmente en nuestro tiempo, en el que, por una parte, parece que la fe debe se debilita y, por otra, hay una profunda necesidad y una búsqueda general de espiritualidad, es necesario que cada sacerdote recuerde que en su misión, el anuncio misionero y el culto nunca se separan y promueva un sano ministerio sacramental para formar al Pueblo de Dios y ayudarlo a vivir plenamente la liturgia, el culto de la Iglesia, los sacramentos como dones gratuitos de Dios, actos libres y eficaces de su acción de salvación".

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Benedicto XVI subrayó luego que "cada sacerdote sabe que es un instrumento necesario para la acción salvífica de Dios, pero sigue siendo un instrumento. Esto debe hacer más humildes y generosos a los presbíteros en la administración de los sacramentos, en la observancia de las normas canónicas, y también en la profunda convicción de que su misión es asegurar que todas las personas, unidas a Cristo, puedan ofrecerse a Dios como hostia viva, santa, agradable a Él".

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El Papa alentó luego a todos los sacerdotes del mundo a "vivir con alegría y con amor la liturgia y el culto" y renovó la reciente invitación "a volver al confesionario, como lugar en que celebrar el sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar a ‘habitar’ más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia divina, junto a la presencia real en la Eucaristía".

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"Quisiera invitar también a los sacerdotes a celebrar y vivir con intensidad la Eucaristía" ya que los presbíteros "están llamados a ser ministros de este gran misterio, en el sacramento y en la vida", agregó.

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El Santo Padre recalcó que "es indispensable que el sacerdote tienda a la perfección moral, que debe habitar todo corazón verdaderamente sacerdotal: también hay un ejemplo de fe y de testimonio de santidad que el Pueblo de Dios se espera justamente de sus pastores".

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Finalmente el Papa Benedicto XVI pidió a los fieles que fueran "conscientes del gran don que los sacerdotes son para la Iglesia y el mundo; a través de su ministerio, el Señor sigue salvando a los hombres, se hace presente y santifica. Dad gracias a Dios, y sobre todo rezad y sostened a vuestros sacerdotes, especialmente en las dificultades, para que sean cada vez más pastores según el corazón de Dios".

 

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