lunes, 15 de marzo de 2010

Solo con el perdón puede haber relación libre y filial con Dios, dice el Papa Benedicto XVI

Al presidir ayer al  mediodía el rezo del Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI reflexionó sobre el Evangelio de hoy que presenta la parábola del hijo pródigo y explicó que "solo experimentando el perdón, reconociéndose amados por un amor gratuito, más grande que nuestra miseria, e incluso que nuestra justicia, entramos finalmente en una relación verdaderamente filial y libre con Dios".

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Al iniciar su reflexión previa al Ángelus en este cuarto Domingo de Cuaresma, el Santo Padre cuestionó: "¿qué cosa sería de nuestra cultura, el arte y más en general de nuestra civilización sin esta revelación de un Dios Padre lleno de misericordia? La parábola no deja nunca de conmovernos y cada vez que la escuchamos o la leemos es capaz de sugerirnos siempre nuevos significados".

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Benedicto XVI indicó que "este texto evangélico tiene el poder de hablarnos de Dios, de hacernos conocer su rostro, mejor incluso, su corazón. Luego que Jesús nos ha hablado del Padre misericordioso, las cosas ya no son como antes, ahora a Dios lo conocemos. Él es nuestro Padre, que por amor nos ha creado libres y nos ha dotado de conciencia, que sufre si nos perdemos y que hace fiesta si regresamos".

Por ello, continuó el Papa, "la relación con Él se construye a través de una historia, análogamente a lo que sucede con cada hijo y sus propios padres: al inicio depende de ellos, luego reivindica su propia autonomía; y al final –si hay un desarrollo positivo– llega a una relación madura, basada en el reconocimiento y en el amor auténtico".

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"En estas etapas podemos leer también momentos del camino del hombre en la relación con Dios. Puede haber una fase que es como la infancia: una religión marcada por la necesidad, la dependencia. Poco a poco el hombre crece y se emancipa, quiere liberarse de esta sumisión y hacerse libre, adulto, capaz de regularse por sí mismo y hacer sus propias opciones de modo autónomo, pensando incluso en poder prescindir de Dios".

El Santo Padre aseguró luego que "esta fase, preciso, es delicada, puede llevar al ateísmo, pero también esto, a menudo, esconde la exigencia de descubrir el verdadero rostro de Dios. Para nuestra fortuna, Dios nunca deja su fidelidad, y aunque nos alejemos o nos perdamos, sigue con su amor, perdonando nuestros errores y hablando interiormente a nuestra conciencia para reclamarnos para sí".

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En la parábola, explicó el Papa, "los dos hijos se comportan de manera opuesta: el menor cae cada vez más bajo, mientras el mayor permanece en casa, pero también él tiene una relación inmadura con el Padre; de hecho, cuando el hermano vuelve, el mayor no está feliz como lo está el Padre, en vez de ello se llena de ira y no quiere entrar a la casa".

"Los dos hijos –prosiguió– representan dos modos inmaduros de relacionarse con Dios: la rebelión y una obediencia infantil. Ambas formas se superan a través de la experiencia de la misericordia. Solo experimentando el perdón, reconociéndose amados por un amor gratuito, más grande que nuestra miseria, e incluso que nuestra justicia, entramos finalmente en una relación verdaderamente filial y libre con Dios".

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Finalmente el Papa pidió meditar esta parábola identificándose en los hijos, "y sobre todo contemplemos el corazón del Padre. Lancémonos en sus brazos y dejémonos regenerar por su amor misericordioso. Nos ayude en esto la Virgen María, Madre de la Misericordia".

En su saludo en español luego de rezar el Ángelus, Benedicto XVI se dirigió de manera particular a "los grupos de las parroquias de Nuestra Señora del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora del Tránsito, de Madrid, de San Isidro, San Francisco y Santa María, de Almería, y de la Inmaculada Concepción y de Santiago, de Sevilla".

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"En este cuarto domingo de Cuaresma, la liturgia nos propone la parábola del hijo pródigo y, con ella, una invitación la conversión para todos, que saben haberse alejado de Dios por el pecado, y toman con humildad y valentía la decisión de volver a Él, experimentando la misericordia y la ternura insospechada del Padre, que los recibe con los brazos abiertos. Que la Santísima Virgen María nos acompañe en este camino hacia la Pascua. Feliz domingo", concluyó.

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