Al visitar la casa en Brescia donde nació Pablo VI e inaugurar la nueva sede del Instituto dedicado al Papa Montini donde entregó el premio internacional en honor a este Pontífice (premio a la educación), el Papa Benedicto XVI alentó a los jóvenes, así como hiciera en numerosas ocasiones su predecesor, a fiarse de Cristo y seguirlo por el camino del Evangelio.
Al entregar este galardón al director de la colección de libros Sources Chrétiennes (Fuentes Cristianas), Bernard Meunier, el Santo Padre explicó en su discurso que el motivo de este premio responde al "compromiso de esta histórica colección, fundada en 1942, entre otros por Henri De Lubac y Jean Daniélou, a favor de un redescubrimiento de las fuentes cristianas antiguas y medievales".
Hablando sobre Pablo VI, Benedicto XVI recoró que "el educador Montini, estudiante y sacerdote, obispo y papa, advirtió siempre la necesidad de una presencia cristiana cualificada en el mundo de la cultura, del arte y en el ámbito social, una presencia enraizada en la verdad de Cristo, y al mismo tiempo, atenta al ser humano y a sus exigencias vitales".
De la preocupación de Pablo VI por el tema de la educación, continuó, "son testimonio sus numerosas intervenciones dedicadas a las nuevas generaciones, en momentos borrascosos y difíciles, como en 1968. Indicó con valentía el camino del encuentro con Cristo como experiencia educativa liberadora y única respuesta verdadera a los deseos y a las aspiraciones de los jóvenes, víctimas de la ideología".
Pablo VI se definió "viejo amigo de los jóvenes" pues "sabía reconocer y compartir su sufrimiento cuando se debatían entre las ganas de vivir, la necesidad de certezas, el deseo de amar y el sentido de la orientación, la tentación del escepticismo, la experiencia de la desilusión. Había aprendido a comprender su ánimo y recordaba que la indiferencia agnóstica del pensamiento actual, el pesimismo crítico, la ideología materialista del progreso social no bastan al espíritu, abierto a otros horizontes de verdad y de vida".
Tras resaltar que Pablo VI fue "un maestro de vida y un testigo valiente de esperanza", el Papa Benedicto XVI señaló que "no siempre se le comprendió; más de una vez fue contrastado y aislado por movimientos culturales entonces dominantes. Pero, siendo sólido, aunque físicamente frágil, condujo a la Iglesia sin titubeos; nunca perdió la confianza en los jóvenes, renovándoles, y no solo a ellos, la invitación a fiarse de Cristo y a seguirlo por el camino del Evangelio".
Benedicto XVI concluyó manifestando el deseo de que "el amor de este Papa por los jóvenes, el aliento constante a confiar en Jesucristo –invitación que hizo suya Juan Pablo II y que yo también quise renovar precisamente al inicio de mi pontificado– sea percibido por las nuevas generaciones".
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