viernes, 3 de abril de 2009

Sean un oasis de esperanza para el mundo, alienta el Papa Benedicto a jóvenes

Al presidir la Eucaristía por el 4º aniversario del tránsito del Siervo de Dios Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI alentó a los jóvenes a convertirse en pequeñas fuentes de esperanza en donde están, y a todos juntos a convertirse en un oasis también de esperanza para todo el mundo, a ejemplo del Papa Wojtyla.

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Al comenzar su homilía en una abarrotada Basílica de San Pedro, Benedicto XVI expresó su alegría por poder presidir esta Eucaristía por el amado y recordado Papa Wotyla, y saludó especialmente a los jóvenes polacos, a quienes los alentó, recordando las palabras de su predecesor, "a no tener miedo de confiarse a Cristo. Él os guiará y os dará la fuerza de seguirlo todos los días y en toda situación".

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Tras recordar luego que Juan Pablo II "desde el inicio de su pontificado hasta el 2 de abril de 2005 nunca tuvo miedo de proclamar, a todos y siempre, que sólo Jesús es el Salvador y el verdadero Liberador del hombre y de todos los hombres", Benedicto XVI rememoró como el Siervo de Dios "generó muchos hijos e hijas en la fe" de lo que son signo los jóvenes romanos y los llegados de Sydney y Madrid, presentes en la Misa.

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"¡Cuántas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, cuántos jóvenes familias decididas a vivir el ideal evangélico y a tender a la santidad están ligadas al testimonio y a la predicación de mi venerado Predecesor! ¡Cuántos muchachos y muchachas se han convertido o han perseverado en su camino cristiano gracias a su oración, a su aliento, a su apoyo y ejemplo!"

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Seguidamente el Papa Benedicto recordó como, en todo el mundo, millones y millones de jóvenes rezaron por Juan Pablo II en su agonía, a quien muchos consideraban como su padre en la fe. "Advertían al mismo tiempo que les dejaba como herencia su aliento y la coherencia de su testimonio", añadió.

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Tras precisar que el Papa Wojtyla mostró con su vida que los jóvenes necesitan adultos que les muestren la necesidad de una radical adhesión al Evangelio, Benedicto XVI explicó que lo primero que toda persona debe hacer para vivir así es "confiarse en primer lugar en la ayuda divina".

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Luego de señalar que "no se puede vivir sin esperanza" y que las personas necesitan una roca de la cual asirse, el Santo Padre advirtió a los jóvenes: "en momentos como estos, dado el contexto cultural y social en el que vivimos, puede existir el riesgo de reducir la esperanza cristiana a una ideología, a un slogan de grupo, al revestimiento exterior. ¡Nada más contrario al mensaje de Jesús! Él no quiere que sus discípulos 'reciten' una parte, tal vez la de la esperanza. ¡Él quiere que ellos 'sean' esperanza, y solo podrán serlo si permanecen unidos a Él!

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El Señor Jesús, prosiguió el Papa, "quiere que cada uno de ustedes, queridos jóvenes amigos, sea una pequeña fuente de esperanza para el prójimo, y que todos juntos se conviertan en un oasis de esperanza para la sociedad en la que están insertados. Esto es posible con una condición: que vivan de Él y en Él, mediante la oración y los sacramentos, como les he escrito en el mensaje de este año".

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"Si las palabras de Cristo permanecen en nosotros, podemos propagar la flama de aquel amor que Él ha traído a la tierra, podemos portar en alto la antorcha de la fe y de la esperanza, con la que avanzamos hacia Él, mientras esperamos su retorno glorioso al final de los tiempos. Es la antorcha que el Papa Juan Pablo II nos ha dejado como herencia. Me la ha dado a mí, como su sucesor, y esta noche se la doy idealmente, una vez más y de modos especial a vosotros, jóvenes (…) para que sigan siendo los centinelas de la mañana, vigilantes y alegres en los albores de este tercer milenio".

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Por ello, exhortó luego el Papa, "¡respondan generosamente al llamado de Cristo! En particular, durante el Año Sacerdotal que comenzará el 19 de junio próximo, háganse prontamente disponibles, si Jesús os llama a seguirlo por el camino del sacerdocio o de la vida consagrada".

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Luego de recordar que la liturgia de hoy "nos invita a renovarnos ahora y a cada instante nuestra decidida voluntad de seguir a Cristo, con la certeza de que Él es nuestra salvación", el Papa Benedicto XVI consideró que "este en el fondo es el mensaje que nos repite esta tarde Juan Pablo II".

Wojtyla

"Mientras confiamos –concluyó– su alma elegida a la materna intercesión de la Virgen María a la que siempre ha amado tiernamente, esperamos vivamente que desde el Cielo no cese de acompañarnos y de interceder por nosotros. Que ayude a cada uno de nosotros a vivir, como él ha hecho, repitiendo día tras día, por medio de María con fe plena: Totus tuus. ¡Amén!"

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