Miles de fieles y peregrinos se reunieron en la Plaza de San Pedro este mediodía para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien introduciendo la oración mariana recordó la primacía de la Iglesia en Roma, y que la curación física es signo de la curación espiritual que produce el perdón de Jesús.
Al explicar el episodio de la curación del paralítico, el Papa definió el pecado como “una suerte de parálisis del espíritu de la cual solamente la potencia del amor misericordioso de Dios nos puede librar, permitiendo que nos pongamos de pie y retomemos el camino del bien”.
Asimismo el Pontífice hizo referencia a la fiesta de la Cátedra de San Pedro, que “simboliza la autoridad del Obispo de Roma, llamado a realizar un peculiar servicio frente al entero Pueblo de Dios. Tras el martirio de los santos Pedro y Pablo, a la Iglesia de Roma se le reconocía el rol primordial en toda la comunidad católica, rol conferido en el II siglo por San Ignacio de Antioquía y por San Ireneo de Lión”.
“Este singular y específico ministerio del Obispo de Roma –continuó– fue resaltado por el Concilio Vaticano II: ‘en la comunión eclesiástica existen Iglesias particulares, que gozan de tradiciones propias, permaneciendo íntegro el primado de la Cátedra de Pedro, que preside todo el conjunto de la caridad, defiende las legítimas variedades y al mismo tiempo procura que estas particularidades no sólo no perjudiquen a la unidad, sino incluso cooperen en ella’”.
El Papa aprovechó tal celebración para pedir oraciones por su misión, y pueda así “cumplir fielmente la alta tarea que la Providencia divina me ha confiado como Sucesor del Apóstol Pedro”.
“Invoquemos por ello a la Virgen María, que nos ayude a ingresar con la debida actitud interior al tiempo de la Cuaresma, que iniciará este miércoles con el sugestivo Rito de las Cenizas. Que María nos abra el corazón a la conversión y a la escucha dócil de la Palabra de Dios”.
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