martes, 22 de enero de 2008

El principio de la segunda parte de la Congregación Jesuita.

La Congregación General comienza la fase “post-electionem.”
El día comienza en la terraza de la curia, con la foto oficial de los congregados con el Padre General.



Ya en el aula se procede a la aclaración de todas las cuestiones prácticas relevantes de esta nueva fase, que se centrará en la discusión de los temas clave para la misión de la Compañía.
Los congregados eligen al Secretario y sus dos asistentes para el resto del trabajo conjunto de la Congregación.
Estos tres cargos asumirán el liderazgo de las sesiones de trabajo.
También será elegido un grupo de congregados llamado “Deputatio ad negotia” el cuál estarán a cargo de la presentación de los temas a discutir.
En la tarde este grupo hará algunas propuestas iniciales para la agenda de los primeros días.
Las asistencias también tendrán determinadas responsabilidades.

Pero antes la Misa de acción de gracias y unos minutos antes de la misa, cuando el recién nombrado General, acompañado de un grupo de electores y un diácono, se dirigieron a las camarettas de San Ignacio.
Se trata de las habitaciones de Ignacio donde escribió las constituciones.



Tras un momento de oración en silencio, el diácono proclamó el pasaje de San Mateo (Mt.23:8-12) donde dice:

--Vosotros no os dejéis llamar Maestro, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni tampoco os dejéis llamar líderes, porque uno solo es vuestro líder: Cristo.--





Tras esta exhortación, el secretario de la Compañía, dirigiéndose al Padre Nicolás le recordó el tipo de persona que la parte IX de las constituciones dicen que debe de ser el Padre General.
Terminado el breve gesto, el grupo volvió hacia la sacristía donde les esperaban el resto de los electores. La misa de acción de gracias estaba lista para empezar.



Al final de la procesión, el nuevo Padre General rodeado de una nube de fotógrafos.



Los 217 electores van ocupando sus lugares ante la mirada de los fieles que ocupan la otra mitad de la Iglesia.







Cuando el nuevo General subió al púlpito a predicar, en la Iglesia se hizo el silencio más absoluto a la espera de sus primeras palabras. "Hoy quiero ser un simple cristiano más," comenzó diciendo, "y voy a comentar las lecturas de la Eucaristía." Desarmados quienes esperaban un discurso programático del nuevo General, el Padre Adolfo Nicolás desgranó una preciosa homilía tan honda como concreta. Con poderosas imágenes e historias de su propia experiencia se centró en el profeta Isaías para hablar de la centralidad del servicio como lo que "place" a Dios. "En esto me gusta más el italiano 'piace' a la traducción española: 'Tú eres mi Siervo, de quien estoy orgulloso (Is 49,3).'"




El Padre Adolfo Nicolás remarcó el lema Ignaciano "en todo amar y servir" y la centralidad del Dios-Amor siguiendo el énfasis de Benedicto XVI. Servicio y Amor que no puede dejar de lado a los más pobres, y a todos aquellos marginados de los procesos globales que están transformando el mundo. El nuevo General contó entonces una historia de una mujer Filipina como ejemplo del poder transformador del simple acompa?ar y servir desde nuestra fe a quien no tiene nada.





En su comentario al evangelio de Juan, sobre el testimonio de Juan el Bautista acerca de Jesús, el Padre Nicolás enfatizó la mision que la Iglesia, y en ella la Compañía de Jesús, tiene de predicar al Señor en todas las naciones. El Padre General hizo una llamada a estar atentos a este mensaje de salvación, que también hoy, con sus nuevos tonos y características, ha de ser transmitido a todas las naciones.

El nuevo Padre General dando su bendiciön a los presentes tras una breve oración final ante la tumba de San Ignacio.



Luego de la Eucaristia se dio una recepción en la Universidad Gregoriana de los Jesuitas en Roma.




Padre Adolfo Nicolás, Nuevo Padre general de los Jesuitas, quien es conocido además como el Papa Negro.

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