jueves, 18 de septiembre de 2008

El Rector Mayor a las Hijas de María Auxiliadora: “Como en un gran cenáculo”

«Un nuevo “Pentecostés”». Así el Padre de la Familia salesiana, Don Pascual Chávez Villanueva, ha definido «este tiempo de gracia para el Instituto» de las Hijas de María Auxiliadora que esta mañana han dado inicio oficialmente a los trabajos del XXII Capítulo General.

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El Rector Mayor en su saludo ha sometido a la atención de las capitulares «como  horizonte» de la asamblea capitular el escenario juvenil, social, cultural y carismático actual. Y para completar este primer punto el icono de Pentecostés, elegido por las capitulares como “fondo” del Instrumento de Trabajo (IdT). Esto – ha dicho don Chavez retomando algunas expresiones del IdT- las ayudará a saber «“leer la vida del Instituto con mentalidad evangélica” y abrir “nuevos caminos de conversión, de comunión y de pasión educativa”».

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Contemplar al Señor Jesús significa entonces «escuchar la Palabra para encontrar a Cristo», «acoger a Cristo en la Eucaristía para entregarnos a los otros». Por esto, «nosotros consagrados y consagradas vivimos eucarísticamente porque gastamos la vida por los otros», ha dicho el Rector Mayor, «vivid, por lo tanto, estos días eucarísticamente, es decir consagrando todas vuestras capacidades y energías por la salvación de los jóvenes y de las jóvenes ». Esta entrega «de vuestro tiempo, de vuestra vida, durante el CG, será no solo un servicio apostólico, sino en primer lugar un modo eficaz de hacer memoria de Cristo, de su modo de existir y de actuar».

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Y recibir el Espíritu de Dios quiere decir, ha dicho entre otras cosas Don Chávez, «que os sintáis “convocadas desde varias naciones y culturas”, por el Espíritu, en una única comunidad apostólica». Pero no basta considerarse «comunidad apostólica y contar con Marría que está en medio de vosotras, para tener como patrimonio garantizado el Espíritu de Jesús. Debéis – como sugiere el IdT – “hacer espacio al amor de Dios para dejaros sanar el corazón y ser ayudadas a discernir su presencia en el cotidiano” y afrontar el “esfuerzo de acoger las heridas de la propia vida personal, los límites en sí y en los otros, las enfermedades, los conflictos y los sacrificios que la vida cotidiana conlleva”».

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Reconstruir así la vida común «es el primer aporte a la evangelización que la Iglesia y la juventud esperan de vosotras».
Al final el Rector Mayor como Padre de la Familia salesiana indica a las Hijas de María Auxiliadora «una tarea ‘misionera’ específica» dentro de la Familia Salesiana. «Auspicio que el vuestro “ser hijas, hermanas y madres en el espíritu de familia” no sea vivido por vosotras solo “dentro de la comunidad educativa”, la entera Familia Salesiana tiene necesidad de vuestra maternidad espiritual y evangelizadora, manifestada “como amor que se toma el cuidado, favorece la alegría de estar y trabajar juntos en la disponibilidad para colaborar”».

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