En la Audiencia General de esta mañana, el Papa Benedicto XVI meditó sobre la relación que existe entre la Virgen María y los presbíteros, en el marco del Año Sacerdotal y en la víspera de la celebración de la Solemnidad de la Asunción. La Madre de Dios, dijo el Pontífice, es el modelo perfecto para la existencia de los sacerdotes.
Ante miles de fieles peregrinos que acudieron al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, el Santo Padre recordó que este sábado 15 de agosto se celebra la Asunción de la Virgen al cielo y explicó que la relación entre ella y los sacerdotes "está profundamente enraizado en el misterio de la Encarnación".
"Cuando Dios decidió hacerse hombre en su Hijo, necesitaba del 'sí' libre de una criatura suya. Dios no actúa contra nuestra libertad. Y sucedió una cosa verdaderamente extraordinaria. Dios se hace dependiente de la libertad, del 'sí' de una criatura suya, espera este 'sí'. San Bernardo de Claraval, en una de sus homilías, ha explicado de modo dramático este momento decisivo de la historia universal, donde el cielo, la tierra y Dios mismo esperan qué cosa dirá esta criatura".
Por ello, prosiguió el Papa, "el 'sí' de María es la puerta a través de la cual Dios ha podido entrar en el mundo, hacerse hombre. Así María está realmente y profundamente involucrada en el misterio de la Encarnación, de nuestra salvación. Y la Encarnación, el hacerse hombre del Hijo, era desde el inicio lo que realizaba el don de sí; al donarse con mucho amor en la Cruz, para hacerse pan para la vida del mundo. Así este sacrificio, sacerdocio y Encarnación van juntos y María está en el centro de este misterio".
Al hablar luego del pasaje evangélico en el que el Señor desde la Cruz deja a María como Madre de todos los hombres en el Apóstol Juan, que podría considerarse como prefiguración de todos los sacerdotes y que "desde ese momento la recibió en su casa", Benedicto XVI subrayó que esta acción "significa introducirla en el dinamismo de la entera y propia existencia –no es una cosa exterior– y en todo constituye el horizonte del propio apostolado".
"Me parece –continuó– que ha de comprenderse por ello cómo la peculiar relación de maternidad existente entre María y los presbíteros constituye la fuente primaria, el motivo fundamental de la predilección que nutre por cada uno de ellos (los sacerdotes). María los prefiere por dos razones: porque son más similares a Jesús, amor supremo de su corazón; y porque también ellos, como Ella, están comprometidos en la misión de proclamar, testimoniar y dar a Cristo al mundo".
"Por la propia identificación y conformación sacramental a Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, todo sacerdote puede y debe sentirse verdaderamente hijo predilecto de esta altísima y humildísima Madre", añadió.
El Concilio Vaticano II, dijo luego el Papa, "invita a los sacerdotes a mirar a María como el modelo perfecto de la propia existencia, invocándola como 'Madre del sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles, Auxilio de los presbíteros en su ministerio'. Y los presbíteros –dice el Concilio– 'deben entonces venerarla y amarla con devoción y culto filial'".
Refiriéndose después al Cura de Ars, el Pontífice resaltó como este santo sacerdote amaba repetir: "Jesucristo, luego de habernos dado todo aquello que podía darnos, nos hizo incluso herederos de lo más precioso que tenía, es decir a su Santa Madre".
"Esto vale –concluyó el Papa– para todo cristiano, para todos nosotros, pero de modo especial para los sacerdotes. Queridos hermanos y hermanas, rezamos para que María haga que todos los sacerdotes, en todos los problemas del mundo de hoy, que sean conformes a la imagen de su Hijo Jesús, dispensador del tesoro inestimable de su amor de Pastor bueno. ¡María, Madre de los sacerdotes, ruega por nosotros!"