La visita del Rector Mayor a Haití ha dejado huellas en el corazón de los salesianos, ha plantado semillas de esperanza. No sólo por las palabras de estímulo repetidas más de una vez en diversas circunstancias. "Haití tiene que renacer". Sino también por la presencia entre la gente, la visita a todas las obras golpeadas por el terremoto, los encuentros realizados con el Consejo de la Visitaduría, con las autoridades de Port-au-Prince y con los socorristas.
Los Salesianos de Haití han expresado su agradecimiento de diversas maneras. Don Ducange Sylvain, nuevo superior de la Visitaduría de Haití, lo ha hecho en nombre de todos durante el breve discurso de conclusión de la visita.
Significativa es la dedicatoria que los Salesianos de Haití han escrito sobre un libro fotográfico donado al Rector Mayor, "Haití, retrato de un país". En ella, haciendo referencia a las fechas del desastre y a la visita de Don Chávez, realizada exactamente a un mes, han expresado los sentimientos de agradecimiento:
12 de enero de 2010.
En pocos segundo un sismo terrorífico nos ha puesto de rodillas. Catástrofe apocalíptica. Derrumbes. Muertos. Gritos. Llantos. Desaliento. Desolación. Silencio. Rebelión. Tinieblas. Trauma. Miseria. Desesperación. Manos extendidas hacia el otro. Manos extendidas hacia Dios. “He visto. He escuchado. He comprendido. He descendido. Anda, libera a mi pueblo" (Éxodo 3, 7-8)
12 de febrero de 2010.
Don Pascual, como el Señor, has visto y has comprendido. GRACIAS por haber comprendido inmediatamente. Por la carta a todos los salesianos, aquella que tu corazón de padre nos ha enviado. Sensibilización. Toma de conciencia. Solidaridad. Fraternidad.
Don Chávez, delante de Dios decimos en confianza que la comunicación que más nos gusta es "la carta abierta de tu persona". ¡Qué corazón de padre! ¡Qué sensibilidad! Gracias padre, para no haber mandado un Moisés. Gracias para haber venido en persona. Gracias por haber reproducido los pasos de Jesús y el corazón de Don Bosco. Por compartir con nosotros desde el sufrimiento por nuestros muertos y desaparecidos hasta la lucha por la vida; desde nuestras ruinas a la refundación, partiendo de la conversión personal y comunitaria.
¡Don Pascual, gracias, gracias!