Ayer por la mañana el Papa Benedicto XVI viajó a Cagliari, capital de Cerdeña, Italia, donde celebró la Santa Eucaristía ante miles de fieles que se dieron cita en la Basílica y Santuario de Nuestra Señora de Bonaria.
En su homilía recordó la importancia de la Virgen María y su ser totalmente adherido a Cristo. Alentó asimismo a que urgente trabajo evangelizador cotidiano se vea iluminado por su ejemplo.
“El espectáculo más hermoso que un pueblo puede ofrecer es sin lugar a duda el de la propia fe”, fueron las palabras con las que el Papa inició su homilía. “Junto al estupendo paisaje de la naturaleza que nos rodea, vosotros me ofrecéis aquella ferviente devoción que nutrís por la Virgen Santísima. ¡Gracias por este hermoso testimonio!”
El Santo Padre hizo notar que “el ser de María se relaciona totalmente al de Cristo, en particular en su encarnación… la belleza del designio de Dios se manifiesta en como respetando lo humano lo fecunda desde su interior, haciendo brotar de la humilde Virgen de Nazaret el fruto más bello de su obra creadora y redentora”.
Asimismo se detuvo en la figura de San José, “su drama interior, su fe robusta y ejemplar rectitud. Detrás de sus pensamientos y sus deliberaciones está presente el amor por Dios y la decidida voluntad de obedecerlo. ¿Cómo no darnos cuenta que la turbación y por lo tanto la oración y la decisión de José se mueven por la estima y por el amor hacia su esposa prometida?"
"La belleza de Dios y la belleza de María son inseparables para el corazón de José; sabe que entre ellas no hay contradicción; busca en Dios la respuesta y la encuentra en la luz de la Palabra y del Espíritu Santo”, precisó.
Seguidamente el Papa dirigió unas palabras a los sardos, recordando que “el cristianismo no llegó con las espadas de los conquistadores o por imposición extranjera sino que brotó gracias a la sangre de los mártires que donaron su vida como acto de amor hacia Dios y hacia los hombres. Cerdeña nunca fue tierra de herejías; su pueblo siempre manifestó filial fidelidad a Cristo y a la Sede de Pedro. Así es queridos amigos, no obstante todas las invasiones y dominaciones, la fe en Cristo permaneció en el alma de vuestras poblaciones como elemento constitutivo de vuestra misma identidad sarda”.
“Vuestra Isla queridos amigos de Cerdeña –prosiguió Benedicto XVI– no podía tener otra protectora sino la Virgen Maria. Ella es la Mamá, la Hija y la Esposa por excelencia. La Mamá que ama, protege, aconseja, consuela, da la vida para que esta nazca y perdure. La Hija que honora a su familia, siempre atenta a las necesidades de los hermanos y hermanas, solícita en hacer de su casa un lugar hermoso y acogedor. La Esposa capaz de amor fiel y paciente, de sacrificio y de esperanza”.
“Que María os ayude a llevar a Cristo a las familias, pequeñas iglesias domésticas y células de la sociedad, hoy más que nunca necesitadas de confianza y apoyo tanto en el plano espiritual y el social. Os ayude a encontrar las oportunas estrategias pastorales para hacer que Cristo sea encontrado por los jóvenes, portadores por su naturaleza de una nueva fuerza, y sin embargo frecuentemente víctimas del nihilismo tan difundido, sedientos de verdad y de ideales. Os haga capaces de evangelizar el mundo del trabajo, de la economía, de la política, que necesita de una nueva generación de laicos cristianos comprometidos, capaces de buscar con competencia y rigor moral soluciones de desarrollo sostenible”.
El Papa concluyó su homilía recordando que “María es puerto, refugio y protección para el pueblo sardo que tienen en sí la fuerza del roble. Pasan las tormentas y el roble resiste; asedian los incendios y esta brota nuevamente; sobrevive a la sequedad y vence una vez más”.
Tras haber celebrado la Santa Misa en el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria, el Papa Benedicto XVI rezó el Ángelus dominical con todos los presentes, y en sus palabras introductorias recordó que todo don recibido por la Madre María por parte de Dios, es un don que nos es dado también a cada uno de nosotros.
“Siguiendo los pasos de los Papas que me han precedido, también yo he escogido el Santuario de Bonaria para realizar una visita pastoral que quiere abrazar en modo ideal a la totalidad de la Cerdeña”, dijo el Papa tras haber realizado un recorrido histórico recordando aquellos momentos en que sus predecesores se encontraron también en Cerdeña.
El Pontífice pidió también que “el patrimonio de los valores evangélicos sea transmitido íntegramente a las nuevas generaciones” y que “Cristo reine en las familias, en las comunidades y en los varios ámbitos de la sociedad”.
Más adelante hizo un pedido a la Virgen María para que esta “proteja a cuantos más necesitan de su maternal intercesión: a los niños y jóvenes, a los ancianos y a las familias, a los enfermos y a todos aquellos que pasan por momentos de sufrimiento”.
“Conscientes del importante rol que María tiene en la existencia de cada uno de nosotros, hoy cuales hijos devotos festejamos su nacimiento. Este evento –continúo– constituye una etapa fundamental para la Familia de Nazaret, cuna de nuestra redención; un evento que tiene que ver con todos nosotros, porque todo don que Dios le concedió a la Madre, lo concedió pensando también en nosotros, sus hijos”.
Asimismo el Papa elevó una oración a la Virgen por todas las madres terrenas: “aquellas que, junto al marido, educan a los hijos en un contexto familiar armonioso, y aquellas que, por tantos motivos, se encuentran solas afrontando tan ardua tarea. Que todas puedan realizar con dedicación y fidelidad su cotidiano servicio en la familia, en la Iglesia y en la sociedad”.
Tras el rezo del Ángelus el Papa impartió su Bendición Apostólica.