Jornada de “full immersion” - entre los más de 100.000 jóvenes llegados de todo el mundo para unirse a otros tantos provenientes de diversas regiones de Australia – para el Rector Mayor, don Pascual Chávez, en visita a Sydney en la primera de las cinco jornadas de la XXIII “World Youth Day”
Entre tanto va creciendo también el número de los miembros del Movimiento Juvenil Salesiano que participan en el acontecimiento y que tienen su base en Engadine, un suburbio de Sydney.
Los medios públicos, trenes y barcos, de la gran red de transportes de la ciudad responden bien a las multitudes que repetidamente los abordan para llegar al centro y desde aquí a los puntos de reunión. También esto lo ha experimentado don Chávez.
Ayer, 15 de julio, tras una visita a la localidad marinera de Manly Forth, ha visitado la gran exposición reservada a la presentación de las familias religiosas presentes de forma diversa en Australia.
Aquí don Chávez ha saludado, en el stand de la Familia Salesiana, a la Inspectora de las Hijas de María Auxiliadora de la región Pacífico sur, sor Margareth Bentley.
“Esta JMJ es una renovada invitación a los jóvenes a considerar la llamada a la vida religiosa y el sacerdocio” –ha recordado el Rector Mayor haciendo referencia al tema de este XXIII Jornada mundial de los jóvenes: “Tendréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos (Act. 1,8)” – para esto los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora se lanzan a compartir con las nuevas generaciones su carisma. Puntos de referencia siguen siendo la inspiración, el sueño y el método de Don Bosco.
Ha sido magistral intérprete don Michael Court, párroco de la “St. John Bosco Parish” de Engadine, que ha dirigido el lunes por la tarde la celebración eucarística de acogida de los jóvenes del MJS.
Durante la homilía ha empleado con éxito las habilidades de prestidigitación que practicaba también Don Bosco; utilizando dos cuerdas, ligadas entre sí y que inesperadamente se han encontrado unidas, ha indicado la relación posible entre el individuo y Dios Padre, y al alargarse una de las dos cuerdas, ha recordado el desarrollo que la persona puede llevar a cabo a través de su relación con Dios.
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