Ante la Jornada Mundial de la Juventud, "todo" menos "indiferencia" o "pasar de ello".
Lo propone en esta entrevista monseñor Raúl Berzosa, obispo auxiliar de la diócesis española de Oviedo, interpelado por Zenit ante el encuentro mundial de jóvenes que tendrá lugar en julio en Sydney, Australia.
Monseñor Berzosa destaca tres maneras para vivir la JMJ para quien no estará en el continente australiano: concentraciones simultáneas, unión con el evento con los medios y también con la oración, y reflexionar y orar posteriormente los mensajes que el Papa Benedicto XVI dejará como testamento y programa de vida.
--¿Qué expectativas hay ante esta Jornada Mundial de la Juventud en un lugar tan "lejano" como Australia?
--Monseñor Berzosa: Primero, deseo realizar una matización: Cuando hablamos de lejanía, tal vez estamos contemplando el mundo desde Europa, con un cierto complejo de "eurocentrismo".
Precisamente el catolicismo, que es universalidad, es otra cosa: abarca la totalidad y se puede contemplar desde cualquier parte, porque la Iglesia es comunión y el centro es Cristo.
El mismo en Europa, en Asia, en América, en África o en Oceanía. Todas las partes geográficas son iguales e importantes.
Expresado lo anterior, esta Jornada Mundial de la Juventud quiere dar a entender y reforzar precisamente ésto: la comunión entre los jóvenes católicos de todo el planeta, y la visibilidad o manifestación pública y sin complejos de que los jóvenes también siguen hoy y se quieren configurar en este siglo con Jesucristo.
En otras palabras, una vez más se quiere hacer patente el reto que nos legó el Papa Juan Pablo II: "se puede ser joven de hoy y, a la vez, cristiano".
--¿Cómo se podrá vivir esta Jornada desde otros puntos del planeta?
--Monseñor Berzosa: De tres maneras principales: si es posible, primero, con concentraciones simultáneas y estratégicas en diferentes puntos geográficos, uniéndonos al gran evento de Sydney.
Incluso utilizando los medios de comunicación más actuales (conexión on line, etc). Y, si esto no es posible, en segundo lugar, al menos unirnos a este evento, personalmente y en comunidad, mediante la oración y el seguimiento que podamos hacer a través de los mass media.
Todo, menos la indiferencia o el "pasar" de ello.
Además, y ya en tercer lugar, queda el gran reto de reflexionar y orar posteriormente los mensajes que el Papa Benedicto XVI nos dejará como testamento y programa de vida.
--Algunos jóvenes almorzarán con el Papa: ¿cree que serían positivos más encuentros fraternales, como comidas, entre la juventud y el Papa, si fuera posible organizarlo, en Roma, por ejemplo?
--Monseñor Berzosa: No estoy seguro si para un joven el tema de la comida con el Papa sería lo más importante. Sí lo es el encuentro personal, o al menos grupal y cercano, con él.
El catolicismo cree en las "mediaciones" y en "la encarnación" de las presencias de Dios. No hay duda de que el encuentro cercano con el Santo Padre, para un joven, es algo que puede marcar toda su vida y su vocación definitiva, como de hecho así ha sido con miles de ellos durante estos últimos años.
En cualquier caso, no olvidemos un refrán bien práctico: "Si quieres enseñar latín o matemátcas a Peter, primero conoce a Peter y, luego, se lo podrás enseñar". El contacto con el Papa, como en tiempos de Jesús, transforma existencias.
-Como obispo muy implicado con las nuevas generaciones, ¿qué impulso cree que dará esta Jornada Mundial de la Juventud?
--Mons. Berzosa: Será, por una parte, necesaria continuidad con los mensajes y vivencias de las anteriores Jornadas. Y, por otra, será una novedad. Benedicto XVI es siempre sorprendente. Habrá que estar muy atentos al Mensaje central que nos quiera regalar el Papa en esta ocasión y que marcará, sin duda, las líneas de pastoral juvenil para los próximos años.
-Si me lo consiente, una última pregunta: ¿España espera ser la nueva sede de la JMJ?
--Mons. Berzosa: No sólo lo espera, sino que lo desea; especialmente, a través de la archidiócesis de Madrid y de su pastor, el cardenal Rouco, los mensajes que se han venido transmitiendo al Santo Padre caminan en dicha dirección.
Personalmente, me uno a este deseo. Sería una gran alegría y una enorme gracia para esta Iglesia que peregrina en España. Por cierto, en la que un gran número de jóvenes está perdiendo sus raíces cristianas y hasta están aumentando las apostasías públicas de la fe. Aunque no se llega a discernir con claridad si es verdadera apostasía o una moda de "desafección eclesial".
Otros muchos jóvenes necesitan reavivar el rescoldo semiapagado de su fe. E incluso, algunos jóvenes, necesitan que alguien les hable de Jesucristo por primera vez. En esta dirección caminan las varias misiones jóvenes que se han realizado o se ha anunciado.
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