A MAS B MENOS C
En 1871 ingresó en la sección de estudiantes Pablo Perrona. Tenía once años. Era corto de ánimo, y, como no conocía a ninguno, estaba siempre solito e intentaba consolarse contemplando cómo jugaban los demás durante el recreo.
Una mañana, después de la santa misa, desayunaba a solas, recostado, como acostumbraba, contra una columna del pórtico. Vio salir de la iglesia a un sacerdote al que rodearon enseguida muchos chicos, que corrían hacia él de todas partes. Los saludaba sonriente y les hacía mil preguntas. Tenía una palabra para todos.
- ¿Quién será?, pensó Perrona para sus adentros. Se acercó y le oyó cómo explicaba a otro recién llegado el a + b –c.
- Si quieres ser amigo de Don Bosco, procura ser a, más b, menos c. ¿Sabes qué significa? Yo te lo diré: todos deben ser a, es decir alegres; más b, o sea, más buenos; menos c, esto es, menos malos (en italiano c = cattivi). Esta es la receta para ser amigos de Don Bosco.
Perrona pensó: - ¿Será éste Don Bosco?.
Pero no le dio tiempo a decir nada, porque Don Bosco se volvió a él con afecto y le preguntó: - ¿Quién eres, amigo? ¿Cómo te llamas? ¿Cuándo has llegado?
Yo me llamo Perrona, soy de Valperga y he llegado aquí hace tres días.
- ¿Quieres ser amigo de Don Bosco tú también?
- Claro que sí, pero no sé quién es Don Bosco.
Ante su ingenua respuesta, todos los compañeros soltaron la risa y le repetían por lo bajo, pinchándole, que Don Bosco era el sacerdote que le hablaba. Entonces se quitó la gorra, y abriéndosele el corazón a la confianza, diríase que casi a la alegría, dijo que deseaba mucho llegar a ser amigo de Don Bosco y que, desde que salió de su pueblo, no deseaba otra cosa; es más, que se lo había recomendado el párroco con el encargo de saludarlo de su parte.
- Muy bien, replicó Don Bosco; -me alegra lo que me dices; ahora sabes ya quién es Don Bosco?
- Don Bosco es usted.
- Sabes lo que desea Don Bosco a sus hijos?
- Que seamos todos a, más b, menos c...
- Muy bien, concluyó Don Bosco. Si así lo haces, seremos buenos amigos los dos.
Memorias Biográficas,
X pag. 930-931
UN BAÑO INVOLUNTARIO
En Niza Mare, el 24 de febrero de 1883, sucedió que Don Bosco, que había ido a celebrar la Misa en la capilla privada de un insigne bienhechor, volvió para ganar tiempo por un camino que mediante unos tablones, a modo de puente, salvaban el curso del río Paglione, entonces muy pobre de agua.
Pero Don Bosco, corto de vista, pisó en falso y cayó al agua. Es verdad que se levantó en seguida, pero empapado de pies a cabeza.
Por suerte, la casa salesiana no estaba lejos; llegó dejando un rastro de agua y pidió una sotana y ropa para cambiarse. La casa se alborotó pensando que le hubiese sucedido algo a Don Bosco. Pero él respondía a todos que tenía necesidad de cambiar de hábitos.
El director, tras haber buscado y rebuscado por toda la casa, no encontraba ropa blanca ni sotana, por lo que volvió mortificado para decirle que no había encontrado nada, absolutamente nada. Y Don Bosco le respondió: “¡Esta pobreza me gusta mucho! Nuestro sucesores se admirarán cuando oigan que no había nada con que vestir a Don Bosco. Esta es una buena señal”.
Tuvo, pues, que acostarse y toda la ropa de Don Bosco tendida al aire, se secó en poco tiempo gracias al sol suave de Niza.
La maravilla de los señores que venían a visitar a Don Bosco crecía cuando se enteraban de lo sucedido y que no podía recibirlos, porque no tenía sotana que ponerse. Dios sacó de esta caída un gran bien para la casa, porque todos iban a porfía en proveerla de ropa blanca, para que no le sucediese eso a Don Bosco otra vez. La casa de Niza, encomendada a tan buenos cooperadores, causó siempre gran consuelo al corazón de Don Bosco.
365 Florecillas de Don Bosco, pag 398
Historia de una FOTO
El 19 de mayo de 1861, día de Pentecostés, Francisco Serra, alumno del Oratorio, fotografió a Don Bosco en actitud de confesar a los muchachos. Aquella fotografía se conserva como testimonio de la misión particular que el Señor le había confiado en él confesionario, para la salvación de la juventud.
Quien le persuadió fue Francisco Serra, el cual resultó protagonista de un episodio particular.
Este suceso fue acompañado de ciertos detalles, que lo hicieron ameno, sorprendente, y dieron materia para la conversación y recreo de los muchachos. Dejó escrito Bonetti: que faltase, no tener su retrato. El 19 de mayo de 1861, día de Pentecostés, Francisco Serra, alumno del Oratorio, fotografió a Don Bosco en actitud de confesar a los muchachos. Aquella fotografía se conserva como testimonio de la misión particular que el Señor le había confiado en él confesionario, para la salvación de la juventud.
Pero, antes de posar para retratarse, Don Bosco se volvió a Serra, y le dijo: -Quiero que sepas que ya van tres o cuatro veces, en las que, tras muchas instancias y ruegos de algunas familias de Turín, consentí que se me retratara; pero hasta ahora no se consiguió obtener tal retrato.
Últimamente fui con algunos muchachos al mejor litógrafo de Turín, el señor Dubois. Hizo aquel artista todo lo que supo, lo intentaron sus ayudantes; pero todo fracasó. Estaban todos desconcertados, y decían que nunca les había ocurrido cosa semejante. Yo reía y decía: - Miren, ustedes; si quieren sacarme el retrato, vayan primero a hacer una buena confesión; vengan después y podrán sacármelo.
Creían ellos que yo hablaba en broma y se reían, pero, después de más de una hora de inútiles pruebas, tuvieron que dejarme ir sin poder sacarme el retrato. Lo mismo te digo ahora: si estás en gracia de Dios, bien; sigue adelante; de otro modo, déjalo, porque perderemos el tiempo.
Serra puso manos a la obra, le retrató una vez, pero no le salió muy bien; volvió a retratarlo por segunda y tercera vez y el resultado fue estupendo. Entonces todos los jóvenes prorrumpieron unánimes gritando: íSerra está en gracia de Dios! íSerra está en gracia de Dios!
Cuando le retrató, junto con un nutrido grupo de jóvenes, dijo: -Los que no tengan la conciencia muy limpia no se coloquen delante del objetivo porque saldrían muy feos. De este modo Don Bosco, aun en sus bromas, tenía por fin grabar muy hondo en la mente de sus muchachos cuán grande desdicha es no estar en gracia de Dios, pues el pecado hace fea y deforme al alma, aun en un cuerpo de buena presencia.
Memorias Biográficas, VI pag. 720
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