MARIA AUXILIADORA Y SAN JUAN BOSCO
La devoción a Maria Santísima, invocada bajo el titulo de Auxiliadora de pueblo cristiano, es ya universal. Esta difusión milagrosa es una nueva prueba del patrocinio que la madre de Dios continua dispensando a sus hijos y clara señal de que no nos faltará su acompañamiento en los difíciles tiempos que atravesamos.
Según las revelaciones de los santos (como asegura el padre Fáber), los males que nos afligen no se remediarán sino con un acrecentamiento de la devoción a la santísima Virgen. Si esto es así, no estará lejos nuestra salud, ya que tanto ha progresado el amor a Maria mediante la advocación de Auxiliadora de los Cristianos.
No cabe duda que esta devoción es del agrado de la madre de Dios, ya que ella misma la promovió, suscitando al apóstol que debía difundirla por toda la tierra.
Este no es otro que san Juan Bosco, fundador de la Pía Sociedad Salesiana.
Empieza Maria a formar su apóstol, de edad de nueve años, mostrándole una multitud de animales feroces convertidos en mansos corderillos, diciéndole:
“Esta será tu misión; lo que ves que sucede con estos animales, tu deberás hacerlo con mis hijos”.
Luego con nuevas ilustraciones le va detallando mas la obra que le ha sido confiada y lo va encaminando al sacerdocio, allanando obstáculos casi insuperables.
Ya sacerdote, en sucesivas misiones lo va guiando paso a paso y mostrando circunstancia por circunstancia, todo el desarrollo de la congregación que debía difundir por el mundo esta devoción salvadora; de modo que pudo decir a uno de sus mas amados discípulos:
“Las grandes dificultades que han de surgir están previstas y conozco el modo de vencerlas; veo perfectamente lo que nos ha de suceder; voy adelante en plena luz”.
La misma Virgen le mostró el vastísimo templo que debía erigirle bajo la advocación de Auxilio de los cristianos, templo que seria centro y faro luminoso de donde irradiase la luz de esta devoción por todo el mundo; en el interior están escritas estas palabras:
hic domus mea, inde gloria mea. Esta es mi casa; de aquí saldrá mi gloria.
Y no solamente le mostró el templo sino que le indicó el lugar preciso donde quería que fuese edificado.
“Este lugar” – le dijo – “donde los gloriosos mártires de Turín, Aventor y Octavio, sufrieron el martirio, quiero que sea honrado de un modo especial”.
En otra visión, pareció le estar cerca del lugar en donde actualmente se levanta el templo de Maria Auxiliadora; tres bellísimos jóvenes lo invitaron a acompañarlos y lo presentaron a una señora magníficamente vestida, indecible hermosura, majestad y
esplendor; estaba rodeada de un cortejo de venerables ancianos que parecían príncipes y de otros innumerables personajes ricamente vestidos y de una hermosura deslumbradora.
La señora lo invitó a acercarse y le dijo que aquellos tres jóvenes que lo habían acompañado eran los mártires Solutor, Aventor y Octavio; lo animó a proseguir la obra empezada y a vencer los grandes obstáculos que sin duda encontraría, poniendo toda su confianza en ella y en su divino hijo. El sitio donde estaba el trono en que vio y venero a esta gran señora, es el que actualmente ocupa el altar mayor de la iglesia de Maria Auxiliadora.
Admiremos los designios de la divina providencia, en esta obra de restauración cristiana, mediante el acrecentamiento de la devoción a Maria Auxiliadora y contribuyamos a ella con nuestro esfuerzo en amarla y hacerla amar de otros muchos.
CURACION MILAGROSA
Ana Maccoloni, de Rimini (Italia), sintiese atacada, en octubre de 1930, de bronconeumonía influencial, que persistió hasta noviembre del mismo año.
A mediados de diciembre de 1930, sobrevivió, además, una flebitis que invadió toda la pierna izquierda, quedando privada en absoluto de movimiento e hinchada hasta adquirir doble volumen del normal.
Conviene advertir que si la flebitis en los enfermos jóvenes es siempre grave, lo es mucho más en los de edad avanzada, por el peligro de gangrena y arteriosclerosis.
Por esto los dos médicos de cabecera, conformes en el diagnostico y teniendo en cuenta la mucha edad de la enferma (74 años), mas aún que la propia infección influencial, pronosticaron un probable funesto desenlace.
Es opinión común de los técnicos que la flebitis no puede ser curada de un modo instantáneo. Pues bien, la susodicha Ana, una noche, a fines de aquel mismo año, y después de haber hecho un triduo a San Juan bosco y aplicado sobre el miembro enfermo una reliquia del mismo, sintiese instantánea y perfectamente curada de la flebitis, sin que le haya quedado vestigio alguno de dolores, ni de hinchazón, y recobro en el acto el movimiento y la flexibilidad del miembro afectado.
Que esta curación ha sido perfecta lo atestiguan, además de los médicos de cabecera, los peritos que diez meses después del hecho, reconocieron a la referida Ana.
Dichos tres peritos, nombrados por la Sagrada Congregación De Ritos,
unánimemente con los doctores de cabecera, convinieron en la diagnosis y prognosis y en el reconocimiento del hecho milagroso.
ORACION.
Oh bienaventurado San Juan Bosco: por el amor tiernísimo que tuviste a Maria Auxiliadora, tu madre y maestra, alcánzanos una constante y sincera devoción a tan dulcísima señora, a fin de que, como hijos suyos devotísimos, podamos merecer su valioso patrocinio en esta vida y de un modo especial en la hora de la muerte.
Así sea.
Padre nuestro, avemaría y gloria al padre…
San Juan Bosco Rogad por nosotros.
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