El pasado sábado, El Papa Benedicto XVI reflexionó sobre la belleza de la música y afirmó que ésta “se puede convertir en oración” cuando eleva la mente y el corazón a Dios.
Al agradecer a la Academia Pianística Internacional de Imola y a la pianista Jin Ju por un concierto celebrado en el Vaticano, el Papa aseguró que "la música, la gran música, distiende el espíritu, suscita sentimientos profundos e invita casi naturalmente a elevar lamente y el corazón a Dios en cada situación de la existencia humana, ya sea alegre o triste. La música se puede convertir en oración”.
En el concierto, Ju interpretó en siete piezas de Bach, Scarlatti, Mozart, Czerny, Beethoven, Chopin, Ciakovskij yLiszt.
Al final del concierto, el Papa dio las gracias a la Academia y a la pianista, que "nos ha hecho saborear la carga emotiva de las músicas que ha interpretado".
"Este concierto nos ha permitido, una vez más, apreciar la belleza de la música, lenguaje espiritual y por lo tanto vehículo universal, muy adecuado para la comprensión y la unión entre las personas y los pueblos. La música forma parte de todas las culturas y, podemos decir, que acompaña toda experiencia humana, desde el dolor al placer, del odio al amor, de la tristeza a la alegría, de la muerte a la vida".
Benedicto XVI subrayó que "a lo largo de los siglos y de los milenios, la música se ha utilizado siempre para dar formar a lo que no se es capaz de decir con las palabras, porque suscita emociones, por otra parte, difíciles de comunicar. Por eso, no es un caso si todas las civilizaciones han dado importancia y valor a la música en sus varias formas y expresiones".
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