Al presidir las vísperas ayer por la tarde en la Basílica María Reina de los Apóstoles en esta capital, ante los obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas, diáconos, miembros de movimientos eclesiales y algunos representantes de otras confesiones cristianas, el Papa Benedicto XVI resaltó el ejemplo de San José para todos y cómo el Santo Custodio es ejemplo de paternidad, y servicio fiel y sabio al plan de Dios.
En su homilía, el Papa resaltó la figura del Padre adoptivo de Jesús y explicó que "San José manifiesta de manera sorprendente, que es padre sin haber ejercitado una paternidad carnal. No es el padre biológico de Jesús, del cual solo Dios es Padre, y sin embargo ejercita una paternidad plena y entera. Ser padre es por encima de todo ser servidor de la vida y del crecimiento. San José ha dado prueba, en este sentido, de una gran dedicación. Por Cristo ha conocido la persecución, el exilio y la pobreza que de ellas deriva. Ha debido establecerse en un lugar distinto al de su ciudad. Su sola recompensa fue la de estar con Cristo".
Seguidamente, el Santo Padre precisó, recordando el ejemplo de San José, que no "se trata de ser un servidor mediocre, sino de ser un servidor 'fiel y sabio'. Estos dos adjetivos no son casuales: sugieren que la inteligencia sin fidelidad y la fidelidad sin sabiduría son cualidades insuficientes. La una desprovista de la otra no permiten asumir plenamente la responsabilidad que Dios confía".
Al dirigirse luego a los sacerdotes y tras exhortarlos a vivir la paternidad como la vivió San José, el Santo Padre los alentó a que "la celebración de la Eucaristía sea verdaderamente el centro de vuestra vida sacerdotal y que sea también el centro de vuestra acción eclesial. En efecto, para toda la vida, Cristo nos llama a participar en su misión, a ser testimonios, para que su Palabra pueda ser anunciada a todos".
Luego de recordarles la fidelidad que le deben al Plan de Dios, así como San José fue llamado a "cuidar de María y el Niño Jesús", Benedicto XVI agradeció "por su generoso esfuerzo" a los sacerdotes "al servicio de la Iglesia y los aliento a dejarse turbar por las dificultades del camino".
"A los jóvenes que se preparan a unirse a vosotros, como a quienes se hacen todavía la pregunta, quiero decirles que será una gran alegría que tengan el don de donarse totalmente para el servicio de Dios y de la Iglesia. ¡Tengan el coraje de ofrecer un 'sí' generoso a Cristo!"
Seguidamente el Papa pidió a los consagrados y religiosos que miren también el ejemplo de San José que "nos enseña que se puede amar sin poseer. Contemplándolo, cada hombre y mujer puede, con la gracia de Dios, ser llevado a la curación de sus heridas afectivas para luego estar en condiciones de entrar en el proyecto de Dios que ya ha iniciado a realizar en los que están cerca de Él, así como José entró en la obra de la redención a través de María y gracias a lo que Dios hizo en él".
Esta meditación sobre San José, dijo luego el Pontífice, "nos invita a reconocer la medida de toda la riqueza de su vocación y del modelo que es él para todos los que han querido volcar su existencia a Cristo, en el sacerdocio como en la vida consagrada o en distintas formas de laicado".
"José ha vivido a la luz del misterio de la Encarnación. No solo con una proximidad física, sino también con la atención del corazón. José nos revela el secreto de una humanidad que vive en la presencia del misterio, abierta a él a través de los detalles más concretos de la existencia. En él no hay separación entre fe y acción. Su fe orienta de manera decisiva sus acciones".
Finalmente y tras recordar luego que la vida de "San José, transcurrida en la obediencia a la Palabra, es un signo elocuente para todos los discípulos de Jesús que aspiran a la unidad de la Iglesia", Benedicto XVI confió a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, "la consagración de cada uno de vosotros, vuestro deseo de responder más fielmente al llamado que se os ha hecho y a la misión que se os ha confiado. Invoco su intercesión para vuestro bello país. Amén".
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