Nada más pisar suelo africano por primera vez en su pontificado, Benedicto XVI se hizo portavoz del grito de justicia y paz que resuena en el corazón de sus habitantes en sus diferentes latitudes.
El discurso que pronunció en la apacible tarde de Yaundé, la capital de Camerún, en el aeropuerto Nsimalen, sirvió para plantear con fuerza el argumento que congregará en el próximo mes de octubre a obispos africanos en Roma para participar en su segundo sínodo continental de la historia.
De hecho, el Papa ha llegado a estas tierras para publicar, este jueves, que coincide con el día de su santo, el "Instrumentum Laboris" (documento de trabajo) de esa cumbre episcopal que tendrá por argumento "La Iglesia en África, al servicio de la reconciliación, de la justicia y la paz. 'Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo' (Mateo 5, 13,14)".
En su discurso, con el que respondió a las palabras de bienvenida que le dirigió cerca del avión el presidente de la República, Paul Biya, el pontífice aseguró que "ante el dolor y la violencia, la pobreza, el hambre, la corrupción o el abuso del poder, un cristiano nunca puede quedarse en silencio".
"El mensaje salvífico del Evangelio exige ser proclamado con fuerza y claridad, de manera que la luz de Cristo pueda brillar en la oscuridad de la vida de las personas", subrayó ofreciendo pistas ya para lo que será el sínodo africano.
"Aquí, en África, al igual que en otras muchas partes del mundo, innumerables hombres y mujeres anhelan escuchar una palabra de esperanza y consuelo", reconoció. "Conflictos locales dejan miles de personas sin casa y desprotegidas, huérfanos y viudas".
Esclavitud moderna
"En un continente que, en el pasado, ha visto cómo muchos de sus habitantes eran cruelmente raptados y llevados a ultramar para trabajar como esclavos, el tráfico de seres humanos, especialmente de mujeres y niños inermes, se ha convertido en una moderna forma de esclavitud", denunció.
"En un momento de global escasez de comida, de confusión financiera, de cambios climáticos, África sufre de manera desproporcionada: un número creciente de sus habitantes acaba convirtiéndose en presa del hambre, de la pobreza, de la enfermedad", siguió diciendo.
"Gritan reconciliación, justicia, y paz, y esto es precisamente lo que la Iglesia les ofrece. No ofrece nuevas formas de opresión económica o política, sino la libertad gloriosa de los hijos de Dios".
La Iglesia, añadió, "no impone modelos culturales que ignoran el derecho a la vida de los que todavía no han nacido, sino el agua pura salvífica del Evangelio de la vida".
"No promueve las rivalidades interétnicas, sino la rectitud, la paz y la alegría del Reino de Dios, descrito de manera sumamente apropiada por el Papa Pablo VI con estas palabras: 'civilización del amor'".
Por su parte, el presidente Biya, en el cargo desde 1982, aseguró al Papa que su país se esforzará por "responder a las expectativas de nuestro pueblo sobre el ejercicio de los derechos cívicos y la satisfacción de sus necesidades en materia de educación, salud y nivel de vida".
La ceremonia de bienvenida se caracterizó por la espontánea y colorida acogida africana. Desde que el Papa descendió del Boeing 777 de Alitalia, que tras un viaje de unas seis horas, cientos y cientos de manos se le acercaron para darle personalmente su saludo, provocando en ocasiones, algún susto entre los encargados de la seguridad.
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