Hoy, en la Mesa redonda de la “Jornada de la Comunidad educativa”, han tomado parte Gerard Schaffhauser, director de un instituto salesiano de las FMA en Francia; el matrimonio Loredana e Ruggiero Diella, salesianos cooperadores de Roma y la salesiana Rita Francescangeli que trabaja en Tor Bella Monaca en la periferia de Roma. El hilo conductor que une los testimonios es “el Sistema preventivo” en su experiencia de vida.
Entre los elementos que el director evidencia de su experiencia es el empeño en dar «derecho a la iniciativa» y «derecho al error» no solo de los alumnos sino de toda la comunidad educativa. Para Gerard lo que conquista es la coherencia o sea «el ser uno mismo», siempre sin olvidar «de dónde se viene».
La experiencia de Loredana y Ruggiero Diella se juega en el ámbito de las «Familias misioneras de otras familias». Desde 1998 realizan este servicio. Junto con otras familias intentan concretar en cada iniciativa el eslogan “Pareja, se es, el ser pareja conyugal y sacramental se adquiere”. Este empeño misionero va más allá del territorio italiano, comprende en este momento: Argentina, Haití, Benin, India, Sri Lanka, Vietnam.
En la Mesa redonda han participado no sólo la asamblea capitular sino también otras personas laicas. Concluye la narración de las experiencias Sor Rita Francescangeli de la Inspectoría romana “San Juan Bosco”. Desde hace 17 años vive con la comunidad en un apartamento del barrio Tor Bella Monaca. Contando su experiencia recuerda los inicios de la obra, cuando las hermanas intentaban ganarse la confianza de la gente para reabrir el oratorio cerrado a causa de la droga. Este, completamente gratuito limitaba «con un campamento de normandos”. Su presentación es conmovedora particularmente cuando presenta los momentos buenos y las dificultades de estos 17 años.
La hermana salesiana define esta obra «de frontera». Una frontera que cada año agranda más el campo de la solidaridad y de la disponibilidad, porque también ha sabido romper los muros de la indiferencia de la gente y madurar las relaciones con la iglesia local. Cuando el fin es llegar a «los últimos entre los últimos» subraya Sor Rita, no se mira a otra cosa, sino a «curar y prevenir, transmitir y promover la cultura». Pero, añade, «la belleza de una obra de frontera, de inserción, de servicio a la gente está contenida en un vaso de barro». ¿Cuál es la fragilidad? La falta de compartir más con los párrocos.
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