sábado, 19 de julio de 2008

Benedicto XVI expresa pesar por abusos sexuales cometidos en Australia

Seminaristas: “Entren en el espíritu de su formación”

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“Quiero reconocer la pena que todos nosotros sentimos como resultado de los abusos sexuales de menores por sacerdotes y religiosos en este país”; fueron las palabras del Papa Benedicto XVI al celebrar la Misa de consagración del nuevo altar de la Catedral de Saint Mary la mañana del sábado ante obispos, seminaristas y novicios de toda Australia. 

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“Estos constituyen una grave traición de confianza y merecen una inequívoca condena. Han causado gran dolor y han hecho daño al testimonio de la Iglesia. Les pido a todos ustedes apoyar y asistir a sus Obispos y trabajar juntos con ellos en combatir el mal. Las víctimas deben recibir compasión y cuidado y aquellos responsables por estos males deben ser traídos a justicia. Es una urgente prioridad promover un seguro y sano ambiente, especialmente para la gente joven”.

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Adicionalmente, el Pontífice dirigió unas alentadoras palabras a los seminaristas y religiosas presentes en la Eucaristía.

“Estamos a punto de celebrar la dedicación del nuevo altar de esta venerable Catedral…cada altar es símbolo de Jesucristo, presente en medio de la Iglesia, como sacerdote, altar y víctima. Él nos invita a los miembros del cuerpo místico de Cristo a  compartir en la oblación de sí mismo. Él nos llama como pueblo sacerdotal de la nueva y eterna Alianza, a ofrecer, en unión con Él, nuestros propios sacrificios diarios por la salvación del mundo”.

Exhortando a los presentes dijo: “como este altar, nosotros también hemos sido consagrados, 'separados' para el servicio de Dios y la construcción de su reino. Sin embargo, frecuentemente, nos encontramos a nosotros mismos inmersos en un mundo que pone a Dios a un lado. En nombre de la autonomía humana, el nombre de Dios es silenciado, la religión es reducida a una devoción privada y la fe es rechazada en la esfera pública".

Nosotros también podemos estar tentados a hacer de la vida de fe un asunto de simple sentimiento, quitándole el poder de inspirar una consistente visión del mundo y un riguroso diálogo con otras muchas visiones que competen a las mentes y corazones de nuestros contemporáneos”.

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Haciendo alusión al documento del Concilio Varticano II Gaudium et Spes señaló: “la Fe nos enseña que en Jesucristo, la Palabra encarnada, nosotros venimos a entender la grandeza de nuestra propia humanidad, el misterio de nuestra vida en esta tierra y el sublime destino que nos espera en el cielo”.

"Sin embargo ¡qué difícil es este camino de la consagración! Éste exige una continua conversión y un sacrificio de morir a sí mismo que es la condición para pertenecer plenamente a Dios, un cambio de mente y corazón que nos trae la verdadera libertad y una visión más amplia”, agregó el Pontífice.

El Santo Padre quiso luego dar un mensaje especial a los seminaristas y religiosos: “queridos amigos, con gran generosidad ustedes han elegido un particular camino de  consagración, basado en su Bautismo y emprendido en respuesta al llamado personal de Dios. Ustedes se han comprometido en diferentes formas a aceptar la invitación de Cristo a seguirlo, a dejar todo y dedicar sus vidas a la búsqueda de la santidad y el servicio a los demás”

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“El Evangelio de hoy nos llama a 'Creer en la luz'. Estas palabras tienen un especial significado para ustedes, queridos seminaristas y religiosas. Ellos son un llamado a confiar en la verdad de la palabra de Dios y a esperar firmemente en Sus promesas. Acojan la verdad que han escuchado en la segunda lectura de hoy: 'Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre'”.

El Santo Padre continuó: “entren sinceramente en la disciplina y el espíritu de sus programas de formación. Caminen en la luz de Cristo diariamente por medio de la fidelidad a la oración personal y litúrgica, nutrida de la meditación en la Palabra inspirada de Dios. De esta manera, queridos jóvenes seminaristas y religiosas, ustedes se convertirán en altares vivientes, donde el amor sacrificial de Cristo se hace presente como una inspiración y una fuente de nutriente espiritual para todos los que conozcan”.

El Papa terminó sus homilía haciendo alusión al vitral de la Catedral donde está María representada como la Reina de los cielos: “pidámosle a María, auxilio de los Cristianos, que sostenga la Iglesia en Australia en fidelidad a la gracia por la cual el Señor crucificado  aun ahora 'Atrae a sí mismo' toda la creación y cada corazón humano”.

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