
La pared frontal es un cristal con una vista de los delegados desde arriba.
Algunos de ellos desaparecen bajo nuestros pies.
En frente del cristal, dos sillas pegadas, con un micrófono y unos cascos.
Qué pedir: Que los pensamientos de los delegados estén bien organizados y claramente enunciados, y que los cerebros de los traductores estén bien conectados con sus lenguas.
Que los caramelos anti-tos sean efectivos.
Puntos:
1. Esperar, como un vigilante, a que una persona empiece a hablar en el idioma que yo debo traducir. No caer dormido sino escuchar a lo que se dice.
Estar atento a lo que está ocurriendo y mantenerse relajado.
2. Cuando llega el momento, encender el micrófono (la luz se enciende) y traducir, directamente y sin comentarios.
La prioridad es el contenido y no la traducción “palabra a palabra”, pero el “palabra a palabra” es mejor que quedarse sin palabras…
3. Cuando es necesario, pasar el micrófono al otro traductor, para evitar que el cansancio te lleve a traducir a un lenguaje que no debes, o repetir lo que se dice sin traducir, o perder totalmente el vocabulario, etc…
Tiempo de Amistad: No olvidar ir a tomar un helado con los demás traductores, con los delegados o los jesuitas que viven en Roma.
También es posible visitar un museo, dar un paseo, y en general aprovechar para tener momentos de encuentros “fuera del cubo”, cuando es posible hacer algunas preguntas… y quizá atreverse a dar una opinión.
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